Cine: “Dale duro”, de Etan Cohen

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“‘Dale duro’ se debe a esa filmografía parida desde el rostro de Ferrell, pero carece del talento para dirigir al cómico y la complicidad que exhiben las películas de McKay”

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“Dale duro” (“Get hard”)
Etan Cohen, 2015

 

 

Texto: JORDI REVERT.

 

 

El primer plano –en los dos sentidos− de “Dale duro” no deja lugar a dudas. Ver a Will Ferrell
llorando desconsolado sobre un fondo neutro es cosa de risa –pocos llantos pueden invocar una carcajada más sonora que la suya−, pero también es una declaración de intenciones: la masculinidad es hoy un valor en crisis, y por tanto una fuente de explotación para la comedia contemporánea. La gestualidad única de Ferrell es ese lugar donde se puede escribir un descacharrante ensayo sobre el tema: una ‘buddy movie’ en realidad cargada de tópicos, pero que cuenta con el beneficio de su estrella y, como mínimo, el ‘punch’ que como guionista había demostrado Etan Cohen para el género.

Ahora desde las labores de director, este ha ratificado que dentro de ese gran paraguas que es −¿era?− la nueva comedia americana el modelo que más estaba llamado a pervivir era el de Adam McKay –aquí mente co-creadora del argumento junto a Jay Martel e Ian Roberts–, quizá el más desinhibido e histérico con “El reportero: La leyenda de Ron Burgundy” (“Anchorman: The legend of Ron Burgundy”, Adam McKay, 2004) como cumbre a seguir. Sin duda, “Dale duro” se debe a esa filmografía parida desde el rostro de Ferrell, pero carece del talento para dirigir al cómico y la complicidad que exhiben las películas de McKay. El esfuerzo es loable y Cohen recurre a algunas de sus claves: los chistes de fondo racista, articulados desde ese lavacoches de clase obrera al que interpreta Kevin Hart, son una buena demostración de esa voluntad de volar por los aires la corrección política; sin embargo, y pese a su reiteración, la suma de estos no consigue estar a la altura de la explosión de subversión e incomodidad que era aquella escena en “El reportero 2: La leyenda continúa” (“Anchorman 2: The legend continues”, McKay, 2013) en la que Ron Burgundy (Ferrell) no puede dejar de repetir la palabra black tras conocer a Linda Jackson (Meagan Good).

Lo que se ha perdido entre el modelo y su eco es la bendita anarquía a la que Cohen difícilmente puede aspirar en su debut, ese gramo de locura que sí supo poner en el libreto de “Tropic Thunder: ¡una guerra muy perra!” (“Tropic Thunder”, Ben Stiller, 2008). En “Dale duro” se impone más bien el esquema prefijado y hasta cierto grado de rutina para componer un título menor en la carrera de Will Ferrell. Dicho esto, la química de los factores da como inevitable resultado algunos momentos memorables, caso de los lloros ininterrumpidos de su protagonista o la paliza a manos de un anciano a modo de entrenamiento para sobrevivir en prisión.

Anterior crítica de cine: “It follows”, de David Robert Mitchel

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