Irrumpieron en 1994 con dos discos que explotaron comercialmente, aunque su carrera ha sido bastante irregular, tal y como analiza Carlos Pérez de Ziriza en el amplio reportaje dedicado a los Gallagher en el Cuadernos Efe Eme número 20. Para complementar esa lectura, Pérez de Ziriza confecciona una lista con los aciertos de los hermanos más controvertidos del britpop.
Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
Pocas bandas llegaron tan lejos en tan poco tiempo. En cuestión de meses, de solo semanas, pasaron de ser unos desconocidos a vender cerca de cuarenta millones de discos, en aquella época en la que los cedés se vendían como rosquillas. Oasis se convirtieron en una de las grandes —en un sentido amplio— bandas de rock de las últimas décadas, y dieron lo mejor de sí mismos entre 1994 y 1995, la época de sus dos primeros álbumes. Cuando se cumplen 25 años de su fulgurante irrupción, y a modo de aperitivo del amplio reportaje que les hemos dedicado en el número 20 de Cuadernos Efe Eme, desgranamos a continuación cinco momentos clave de su carrera.
1. “Supersonic”, su primer single
El primer aviso al mundo de lo que Oasis podían dar de sí llegó el 11 de abril de 1994. Es la fecha de edición de su primer single, “Supersonic”. Una canción que tiene los condimentos necesarios para postularse como el eslabón entre el sonido y la escena Madchester (de hecho, Noel Gallagher se había curtido como pipa de los Inspiral Carpets) y ese invento al que alguien dio en llamar brit pop. Tanto esta canción como, en mayor medida aún, “Shakermaker” (uno de sus siguientes singles, publicado dos meses más tarde), compartían esa cadencia arrastrada, esa atmósfera ligeramente lisérgica y esa dicción chulesca tan propia de la escena de la ciudad en el tránsito de los ochenta a los noventa, aunque con mayor tonelaje rock. De hecho, Alan McGee (jefe de Creation) dice que Tony Wilson (capo de Factory) desestimó su fichaje en verano 1992 por considerarles demasiado baggy. Demasiado deudores del sonido Manchester. Aunque Wilson siempre dijo que en realidad no pudo ficharles porque Factory ya había entrado entonces en bancarrota. Que él sí quemó en el reproductor de casetes de su coche aquella primera maqueta. En cualquier caso, fue Alan McGee el que les fichó sin dudarlo (y sin valorar la opinión poco favorable de algunos de sus socios) en la primavera de 1993.
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2. Su pretendida rivalidad con Blur
“Roll with it” (que recordaba cosa mala a Status Quo) de Oasis le ganó la partida en las listas británicas de singles al “Country House” de Blur (que tampoco figura ni entre las veinte mejores canciones de sus autores) en septiembre de 1995. Era el clímax de aquella delirante rivalidad que los tabloides de su país se sacaron de la manga para vender más ejemplares, tratando de resucitar la vieja dicotomía entre los Beatles y los Rolling Stones. De todos modos, aquella dichosa pugna, a la que gustosamente contribuyeron los hermanos Gallagher y Damon Albarn con algunas pullas deplorables (que ahora lamentan) que fueron ampliamente difundidas en los medios, disponía de un sustrato sociológico de cierta solidez: la disparidad entre el norte y sur. Entre la periferia y la capital. Entre la clase obrera y el pijerío. Entre unas estrellas que lo fueron de la noche a la mañana y otras que se hicieron a sí mismas tras años de tentar a la suerte (y de ahondar antes en el sonido Madchester con más determinación: rescaten Leisure, de 1991). Entre el ensombrecido —por entonces, Guardiola aún era solo un jugador del Barça— Manchester City y el opulento Chelsea FC. El contraste era demasiado apetitoso como para no celebrarlo.
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3. Su concierto en Knebworth
Del cero al infinito. Ese es el camino recorrido por los Gallagher en un tiempo récord. De ser unos completos desconocidos a reunir a 250.000 personas en uno de los conciertos más multitudinarios que se recuerdan en Reino Unido. Y todo en poco más de dos años. Los que van de la primavera de 1994 al verano de 1996. Los días 10 y 11 de agosto de aquel año actuaron en Knebworth ante un interminable gentío. Era el mismo verano (el del 96) en el que la selección británica había tratado de de emular, infructuosamente, a la que ganó el mundial —también jugando en casa— treinta años antes, en 1966. El machacón repiqueteo promocional y mediático del documental Oasis: Supersonic (Matt Whitecross, 2016) nos recordó aquel hito. Y a ver quién es el guapo que, después de semejante machada, no se viene arriba y cae en la tentación de bautizar a uno de sus siguientes retoños discográficos como Standing in the shoulder of giants (2000).
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4. Su encuentro con Tony Blair en Downing Street
Fue en 1997, el mismo año que editaron Be here now. A Tony Blair, recién elegido premier británico, el primer laborista en ocupar Downing Street desde la década de los setenta, le venía estupendamente aprovechar el viento de cara del brit pop. O de lo que quedaba de él. Compadrear con la juventud y con la cultura. No las tenía todas: pensaba que los Gallagher podían liársela parda. Lo confesó años después. Alan McGee le tranquilizó: solo viene Noel, le dijo. Y él sabe comportarse. El caso es que el encuentro fue breve, apenas protocolario. Una charla fugaz en medio de una recepción con gente del mundo de la cultura. Con el tiempo, aquello no tuvo muy buena prensa. El periodista británico David Stubbs retrató aquella alianza casi simbiótica entre medios, la plana mayor de una joven generación de músicos y el pujante nuevo laborismo poniendo el acento en su vacía futilidad con su libro 1996 & the end of history (2016). Luke Haines (The Auteurs, Black Box Recorder), el Pepito Grillo del brit pop, también se despachó a gusto en su libro Bad Vibes. Britpop and my part of its downfall (2009).
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5. Su separación ¿definitiva?
«A menos de que me den 50.000 millones de euros, yo no reformaría Oasis»: eso le comentó al firmante de este texto Noel Gallagher hace cuatro años. Y de momento, ambos hermanos siguen caminos separados. Sin apenas relación. Fue en agosto de 2009 cuando el vaso desbordó, después de una década de ponerse a caldo mutuamente. Una discusión en el backstage, tras un concierto, hizo rebosar la paciencia de Noel. No era la primera vez: el mayor de los hermanos, quien ya desde un buen principio exigió como condición para sumarse a la banda del pequeño el ser el compositor prácticamente único de sus canciones, ya había pegado la espantada en 2000. Durante parte de la gira de aquel año, solo Liam pisó los escenarios al frente de Oasis. De esa guisa apareció en el FIB de aquel verano, por ejemplo. Pero nueve años más tarde llegaría la escisión definitiva. Aunque para entonces el tándem ya repitiera sus argumentos como el ajoaceite, viviendo de las rentas de sus días de gloria.