Bautizado musicalmente en este siglo como White Buffalo, Jake Smith acumula media docena de trabajos que cabalga entre el nuevo folk, el country y el rock. Nos acerca a su obra Sara Morales.
Selección y texto: SARA MORALES.
Hay voces que se pueden tocar. Como si hubieran sido tejidas a base de texturas que las confieren volumen y las materializan para impedir que se diluyan en el aire, para que pesen, se asienten y se atrevan a permanecer.
La de Jake Smith —aka White Buffalo— suena y sabe a madera. A leña recién cortada para la chimenea, predispuesta al fuego, a calentar y a arder. Áspero pero acogedor barítono el de este tipo que nació en Oregón y creció en California escuchando country y punk rock, y se inflama en llamas con las propiedades de una hoguera; susceptible al clima, a la temperatura y a los estados de ánimo, pero que no se reduce a cenizas ni se transforma en humo. Desde el año 2002 se aferra fuerte a las cuerdas de una guitarra para adentrarse en el frondoso bosque de la actualidad musical como tímido embajador del nuevo folk, del bluegrass añejo y contemporáneo, del country alternativo, del rock de tendencia americana con residuos de melancolía y desierto. Y acompañado de silbidos y soplos de armónica, ha sabido resucitar de entre los muertos, los vivos, los dinosaurios del género y las tendencias que arramplan con todo hoy, una manera de hacer música que insiste en la vuelta a la sencillez, a la naturalidad, a la independencia, a la mirada franca, la que va a los ojos y no se entretiene en adornos y artificios para no despistar.
A través de seis discos de estudio y tres epés, nada escandalosos, pero virtuosos y distinguidos, White Buffalo se arma de transparencia e integridad para desmontarnos a todos en plena era del ego y el ruido.
1. «I got you» (Love & the death of damnation, 2015)
«Los corazones no son siempre rojos, también son negros y azules», advierte White Buffalo en el estribillo de esta canción que comparte con la cantante y compositora de Oklahoma, Audra Mae, sobrina nieta de Judy Garland, por cierto. Una de las más sublimes piezas de su repertorio, incluida en el ecléctico álbum Love & the death of damnation, de 2015, entre canciones con instrumentaciones rock, blues, jazz e incluso latinas, desde donde brilla lacerante mientras prende fuego a sillones e ilusiones.
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2. «Oh darling, what have I done» (Prepare for black and blue, 2010)
Afincado en la tracción folkie, pero con una predisposición al rock sureño superlativa e inherente a su ser, Smith dejó entre las cinco canciones que componen su segundo epé, Prepare for black and blue (2010), esta gema sencilla pero letal. Huye de lo complejo y del enredo en una firme apuesta por la esencia, el esqueleto y el mensaje directo, como demuestra este trabajo grabado en tan solo seis días sin demasiadas rectificaciones ni tomas falsas, casi del tirón. Con él fortaleció la máxima de «menos es más» en un momento en que parecía imposible.
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3. «How the west was won» (Once upon a time in the west, 2012)
En 2012, el año en que vio la luz Once upon a time in the west, el tercer disco de White Buffalo y hogar de este tema, decidió hacer un pacto con el diablo de la energía y la diligencia. Se probó ante ritmos más dinámicos con un rock and roll que nace del pantano pero que fluye vertiginoso por compases que se acercan al southern rock y el country aborigen. Un empático lapso por la América profunda este «How the west was won», que nos arrastra hasta el barro de los rodeos y el lazo doble de los vaqueros.
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4. «The whistler» (Shadows, greys and evil ways, 2013)
El mago de los silbidos, así llaman los gringos a Jake Smith; y buena parte de los motivos que les llevan a hacerlo se concentran en esta canción. Apoderado de la llaneza, sus composiciones explotan todavía más durante la experiencia acústica, al ser capaces de crecerse ante la nada o el silencio de unas cuerdas semi rotas, como deja patente durante su interpretación sin máscaras, a pelo. Un tema que pertenece a su cuarto álbum, Shadows, greys and evil ways, publicado en 2013, en el que el blues toma las riendas de una obra que nos sitúa ante toda una declaración artística que, pese a la osadía, ya ha comenzado a compararse a la de Neil Young.
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5. «Come join the murder» (BSO Sons of anarchy)
En el rugido de las motos, los clubs de carretera, las bandas de barrio y los trapicheos también suena con decencia White Buffalo. Lo hace poniendo música a varios pasajes de la serie Sons of anarchy, aunque sin duda fue el cierre de esta historia de siete temporadas la que condujo a buena parte de los espectadores a buscar al tipo de voz rasgada que acompaña a la conmovedora secuencia final. Sí, es Jake Smith y lo hace con esta canción instrumentalizada por The Forest Rangers y escrita por el creador de la serie, Kurt Sutter, quien además da vida al personaje de Otto Delaney.