LIBROS
«Un volumen completísimo, que va más allá del recuerdo, es divulgativo y didáctico como el que más, pura historia de nuestro país»
Cruz Delgado Sánchez y Jorge San Román
“Chiripitifláutico ¡…es don José!”
DIÁBOLO
Texto: CÉSAR PRIETO.
En el apartado de programas infantiles, la televisión del siglo XXI es desoladora. Cadenas especializadas que adquieren a lotes series y animación. Nada más. La situación es tanto más hiriente si se piensa que fueron uno de los puntales de la programación tiempo ha. Espacios sin ningún medio pero con derroche de imaginación, personajes que han quedado en la memoria colectiva, buena educación sentimental. La situación llega hasta el drama si pensamos un poco más y nos damos cuenta de que lo que hacía grandes a sus gags era la irreverencia y el desacato, el enfrentarse a la miseria de la España de la época con ingenuidad lacerante, sin alharacas pero siempre con la protesta en segunda fila, como los tebeos de Bruguera.
Es evidente que los laboratorios de anime dan buenas series, incluso libertarias, pero se echa en falta llevar adelante a actores reales semana a semana y dar a la pantalla el encanto de la verdad disimulada. Y ahí destacaron como otros muchos Los Chiripitifláuticos. Para toda una generación de niños, el máximo. Niños que van entrando en edad, que empiezan a ser antiguallas y que se llevan con ellos el programa. Pero los marcó, vaya si los marcó. Y las pequeñas entrevistas que aparecen de Pablo Carbonell y Germán Coppini demuestran que algo de su locura viene aquellas imágenes, por no mencionar el prólogo de Santiago Segura, que nos revela que pensó hacer una película con ellos e incluso habló con Valentina.
El volumen, en esencia, es una historia del programa y todo lo que lo rodeo –merchadising, canciones, cómics– con abundancia de material gráfico. Nada de nostalgia, eso sí, hechos e interpretaciones, con la palabra de los actores, casi todos vivos. Un milagro si pensamos que se cumplen justamente cincuenta años de su primera emisión, en una Antena Infantil, programa nacido en el otoño de 1965, en el que se fueron introduciendo los guiones de un argentino, Óscar Banegas, que presentaba a un tal Capitán Tan y a una tal Valentina, que tenían por costumbre soltar palabras sin sentido, como ‘chiripitifláutico’.
Poco a poco van a apareciendo más personajes, los hermanos Malasombra, el tío Aquiles, hasta llegar a el icono dentro de este mundo entre el pop y el teatro del absurdo: Locomotoro, increíblemente magnético, tanto, que los niños de la época sufrimos al correr la leyenda urbana de que había muerto, cuando sólo se había retirado para dedicarse a sus negocios inmobiliarios. Por esa época dio los primeros pasos en el programa Lolo Rico, que una década después crearía otro mito: La Bola de Cristal.
A finales de 1973, empieza a programarse un nuevo espacio antes de ‘Los chiripitifláuticos’. Se llama ‘Las aventuras de Gaby, Fofó y Miliki’, y los primeros no pudieron resistir el tirón de la novedad. Tras la historia, y antes del material complementario, vienen apartados dedicados a cada uno de los personajes: anécdotas, sociología, costumbrismo,… Se conforma con todo ello un volumen completísimo, que va más allá del recuerdo, es divulgativo y didáctico como el que más, pura historia de nuestro país y de cómo a pesar de nuestro congénito pesimismo, cuando queremos, nos salen las cosas muy bien, aunque sea por casualidad. Eso sí, no busquen ejemplos por internet, quedan escasos fragmentos sueltos, a una lumbrera se le ocurrió grabar sobre la cintas otros programas para aprovecharlas.
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Anterior crítica de libros: “Paul en el norte”, de Michel Rabagliati.