Punto de Partida: César Prieto, Kaka De Luxe y Paraíso

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«Aquí estaba exigiendo el Zurdo lo que demandábamos: un estallido de nuevas músicas»

 

Nuestro compañero César Prieto, melómano vocacional y profesional, y especializado en las críticas de discos, no podía dejar de pasar por esta sección. Hoy, con su nuevo libro publicado recientemente, Un soplo en el corazón. El misterio de Family, le toca a él retrotraerse hasta el álbum y los sonidos que cambiaron su vida para siempre.

 

Kaka De Luxe / Paraíso
Kaka De Luxe / Paraíso
CHAPA DISCOS, 1982

 

Texto: CÉSAR PRIETO / EFE EME.

 

«El disco es un maxisingle que recoge el epé de Kaka De Luxe y el single de Paraíso. Sabia de la existencia de los primeros, pero no los había escuchado nunca. A los segundos sí los había oído varias veces en Radio Nacional de España —aún no existía Radio 3—. Esta edición en concreto la descubrí, supongo, viéndola en tiendas de discos, porque no recuerdo que apareciera en ninguna revista.

No la compré yo, me la regalaron justo el día de mi decimoctavo cumpleaños. Retrocedo a los tiempos de mi COU, expulsado de la educación en los Salesianos porque tras tercero de BUP debían hacer en ese COU una educación mixta, y no estaban dispuestos; así que —no sé por qué— pedí plaza en el Instituto Maragall de Barcelona y me la concedieron. Pasaron seis meses y mi compañero de pupitre —el más alejado de la tarima del profesor, por supuesto— me empezó a preguntar qué disco me gustaría comprarme, y yo le dije este. Como constantemente se hablaba de música en clase, se prestaban vinilos, se desvelaban descubrimientos, no le di mayor importancia. Habíamos preparado una comida para el día de mi cumpleaños en un bar cercano a mi casa, el Likantropus. Yo me crecí, y tras la comida propuse subir y arrasar con unos cuantos chorizos de los que hacía mi abuela en Galicia para que los probaran. Al volver al bar con el embutido, me estaba esperando el regalo que todos firmaron —en la foto se ven las dedicatorias—. Aún duro tres meses más el curso, una cosa preciosa en la que arrasábamos los pubs de la calle Aribau para pinchar nuestras canciones, nos tumbábamos al sol de la terraza del instituto, compartíamos habitaciones en casas donde no estaban los padres o nos disfrazábamos de vikingos y valkirias. Fue mi momento álgido y desde aquí quiero mandar un saludo a todo lo que fue ese COU V, a los dieciocho años. Ese fue mi momento álgido. A partir de ahí, ya empezó la decadencia.

Para cuando tuve este disco conmigo, ya llevaba unos pocos. El primero que recuerdo es un recopilatorio que se llamaba Los Super 20. Creo que me lo regaló mi padrino en Andorra. Ahí estaban Serrat, Óscar Janot, Patxi Andión, Pedro Ruy-Blas, Los Chichos o Paco de Lucía. Lo que había en ese elepé es parte de lo que me ha marcado hasta ahora. El primero que le hice comprar a mi padre, o que me dejó escoger, mejor dicho, es el Coming out de The Manhattan Transfer. Aún me sigue gustando. El primero que me agencié con mi dinero transitó por un duro debate interno. En un expositor de los almacenes Sears, que habían abierto enfrente de casa, convivían, entre otros, el “I will survive” de Gloria Gaynor y el “Goodnight tonight” de los Wings. Solo escogí cuando mis amigos me arrastraban, después de que hubiera pasado media hora con la indecisión. Y aposté por el grupo de Paul McCartney. Durante muchos años pensé que me había equivocado. Ahora pienso que no me equivoqué tanto.

Tener quince años cumplidos en 1980, sentir en el aire esa sensación de urgencia estética, de que había de irrumpir una nueva música, y escuchar el “Para ti” era un billete seguro a la emoción. Me reconocía en ese mundo, la estructura melódica de la canción es perfecta y la letra —que ahora no sé si es sugerente o banal— me conmovió sin entenderla. De hecho, todavía no entiendo algunas de sus imágenes, a no ser aquellas que aluden directamente a enmudecer a virtuosos, a energía, a locutores locos y a críticos seniles. Ahí estaba exigiendo el Zurdo lo que demandábamos: un estallido de nuevas músicas.

Tanto en el caso de Kaka De Luxe, como en el de Paraíso, es el único disco, obviando elepés perdidos que se editaron después y que no entran en la nómina de producciones de la época, así que en ambos casos es el mejor, sí. Y en cuanto a los temas, más que mejores, que no ha lugar, son muy significativas “Para ti” y “La pluma eléctrica”, de esas canciones que salieron en el momento justo en que tenían que salir.

Sigo escuchándolo, no con profusión, pero a veces me viene algo a la cabeza y lo pongo. El impacto del que hablábamos antes se ha diluido un tanto, ya no emocionan como en las primeras escuchas, pero eso pasa con las viejas canciones y con las nuevas que te gustan. No siempre se tienen quince años cumplidos. Por lo menos por fuera».

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