Celebrando los ochenta de Julio Iglesias

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«Julio Iglesias es quien es gracias a una sucesión de discos brillantes y una colección de canciones sobresalientes»

 

Con motivo del 80 cumpleaños de Julio Iglesias, que se celebra mañana, Óscar García Blesa (autor de Julio Iglesias. La biografía) ensalza su papel como figura fundamental de la música de este país y Latinoamérica, repasando algunas de las composiciones más memorables de su cancionero y nuestra historia.

 

Texto: ÓSCAR GARCÍA BLESA.

 

Julio Iglesias cumple ochenta años, y sí, de una forma natural, se las ha arreglado para estar siempre ahí. Resulta imposible comprender la crónica sociocultural del siglo veinte sin su ubicua presencia.

A lo largo de estos ochenta años de vida, el análisis de sus logros estrictamente musicales han sido escasos, toda una paradoja teniendo en cuenta que su obra musical esconde muchos momentos extraordinarios. Su hiperbólica biografía ha sido casi siempre el epicentro del relato, dejando de lado su importante contribución a la cultura pop.

Celebrar a Julio Iglesias es, en cierta medida, celebrarnos a todos. Más allá de su imbatible colección de registros (innecesario glosar el currículum de alguien que, literalmente, lo ha logrado todo), Julio representa como nadie el viaje hacia el triunfo y la redención, liderando con su propio esfuerzo (un trabajador que rozó lo patológico), una de las historias de conquista global más alucinantes en los últimos sesenta años.

Con apenas veinte años, abrazado a una guitarra en la cama de un hospital tras un accidente de tráfico, encontró en la música el sentido de la vida. Con habilidades limitadas (algo que él mismo ha repetido un millón de veces), decidió escribir su propio destino, armado de un puñado de buenas canciones y una voz pequeña que le salía de dentro (sic).

 

«El retrato del cantante hortera desaparece cuando buceamos con detalle en sus álbumes»

 

Desde su debut en 1969 con la honestísima “La vida sigue igual”, Julio Iglesias fue capaz de forjar una carrera impresionante rodeado de los mejores autores y productores. Echando un rápido vistazo a su extensa producción discográfica, llama la atención la tímida celebración de su obra por parte de los medios especializados. Testigos de su indiscutible triunfo global, gran parte de su discurso se centró en el hipnótico perfil antropológico del personaje. Pero lo cierto es que, y es ahí donde el debate se vuelve interesante, Julio Iglesias es quien es gracias a una sucesión de discos brillantes y una colección de canciones sobresalientes.

Títulos como la mencionada “La vida sigue igual” (Yo canto, 1969), “A veces llegan cartas” (Un canto a Galicia, 1972), “Así nacemos” (Soy, 1974), “Manuela” (A flor de piel, 1974), “Abrázame” o “A veces tú, a veces yo” (El amor, 1975), la irresistible versión de La mer en el fastuoso directo de París (en el Olympia, 1976), “Me olvidé de vivir” (Emociones, 1979), “Soy un truhan, soy un señor” (A mis 33 años, 1978), “Hey” (Hey, 1980), “De niña a mujer” (De niña a mujer, 1981), “Quijote” (Momentos, 1982), “To all the girls I loved before” o “Me va, me va” (1100 Bel Air Place, 1984), “Lo mejor de tu vida”, “Que no se rompa la noche” o la colosal “Un hombre solo” (Un hombre solo, 1987), o “La carretera” (La carretera, 1995), son solo unos ejemplos de una discografía ejemplar plagada de composiciones memorables.

Para comprender el éxito de Julio Iglesias habría que explorar primero su enorme inteligencia emocional, y segundo, su atinadísimo instinto comercial.

Capaz de transmitir el lado positivo de la vida (nadie ha representado mejor que él el papel de vividor), inventó un género relajado cercano al cantante crooner. Con su estilo, Julio Iglesias logró lo imposible, seguramente el arma secreta de su carrera; con cada una de sus canciones, fue capaz de hacer creer a todos sus fans (mayoritariamente mujeres), que les cantaba a ellas (a cada una de ellas), un susurro global que lo hacía irresistible.

 

«Para comprender el éxito de Julio Iglesias habría que explorar primero su enorme inteligencia emocional, y segundo, su atinadísimo instinto comercial»

 

Cuando era preciso (casi siempre), se asoció con los mejores autores (Rafael Ferro, Manuel Alejandro, Cecilia, Ramón Arcusa o Juan Carlos Calderón, entre muchos nombres de relumbrón). A la hora de colaborar, Julio Iglesias apuntó alto (Stevie Wonder, Dolly Parton, Willie Nelson, Diana Ross…), y cuando se trataba de hacer versiones tuvo buen gusto, acercándose a la obra de Burt Bacharach, George Harrison, Agustín Lara o Neil Diamond con respeto y acierto.

El retrato del cantante hortera desaparece cuando buceamos con detalle en sus álbumes. Naturalmente que Julio Iglesias hizo discos malos, ¿qué artista con una carrera de sesenta años no tiene patinazos?

En su conjunto, ese legado de canciones es lo que le hacen (y le harán), una leyenda, icono de la música pop mundial. Cuando te acercas a su honesta revisión de “Me olvidé de vivir” se observa un triunfo musical, y si uno escucha “Un hombre solo” dejando de lado cualquier estúpido prejuicio, disfrutará de lo lindo con una canción monumental, un traje a medida que le escribió Manuel Alejandro. Pero, sobre todo, es recomendable aproximarse a “Abrázame” y dejarse llevar. Escrita por Julio Iglesias (y Rafael Ferro), “Abrázame”, de construcción y arreglos deliciosos, es magnética, misteriosa, cercana y también distante, una maravillosa melodía que te atrapa y es capaz de conectar con todo el mundo. En 1975 Julio Iglesias escribió una de las canciones más bellas de toda la historia del pop en español. Y como dijo Iván Ferreiro después de reinterpretarla en su debut Canciones para el tiempo y la distancia, «yo hago canciones y las de Julio Iglesias son muy buenas, ¿algún problema?».

La historia de la música pop se ha construido gracias a las canciones. Julio, el crooner latino con una voz pequeña que le salía de dentro, el personaje magnético e irresistible, ha escrito muchas y muy buenas, y hoy toca celebrarle. Feliz cumpleaños.

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