El 9 de noviembre Cecilia recibirá un concierto de homenaje en Madrid, en el que participarán Miguel Ríos, Amaral, Christina Rosenvinge, Mikel Erentxun o Sole Giménez, entre otros muchos. Sara Morales aprovecha para recorrer lo mejor de su repertorio.
Selección y texto: SARA MORALES.
Cecilia también se fue a los 27; pero ella no perteneció a ningún club siniestro. Y aunque en alguna de sus composiciones también reflexionó sobre el suicidio -«Si no fuera porque mi padre siempre llora en los entierros, me mataría mañana sin pensar en ello» cantaba en ‘Si no fuera porque…’-, a ella se la llevó un accidente de coche, la madrugada del 2 de agosto de 1976, en Colinas de Trasmonte (Zamora).
Apasionada de la literatura, volcó en la música su destreza con las letras confiriéndole a cada canción suya una lírica sobresaliente que, entre cómplice y sencilla, enganchó a una España que comenzaba a despegar sus alas.
Unió en sus textos los asuntos más existencialistas con el ánimo popular del momento. Y a base de influencias folk británicas y norteamericanas en el sonido, absorbidas en su adolescencia cuando habitó aquellas tierras por el trabajo de su padre como militar, consiguió dar forma a un resultado musical adelantado a su tiempo y transversal a este.
Empezó a componer a los 14 años y tenía la soltura suficiente para hacerlo tanto en castellano como en inglés (recordemos sus primeros sencillos ‘Try catch the sun’ y ‘Have you ever had a blue day?’ junto a su banda seminal, Expresión). A lo largo de su carrera escribió temas para Julio Iglesias, Rocío Jurado y Massiel, entre otros. Y ya entrada la década de los setenta, se alzó como uno de los altavoces de la canción protesta femenina y la defensa del medio ambiente.
Cecilia, nacida en 1948 en El Pardo (Madrid) como Evangelina Sobredo Galanes, adoptó su conocido sobrenombre en 1971 por la canción de Simon & Garfunkel. Nos dejó tres discos de estudio –»Cecilia» (1972), «Cecilia 2» (1973) y «Un ramito de violetas» (1975)–, un álbum recopilatorio publicado también en 1975 llamado «Amor de medianoche» –como el tema con el que representó a España en el Festival de la OTI aquel mismo año–, y varios singles.
Siempre innovadora, cercana, instintiva y valiente; abandonó sus estudios de Derecho para volcarse en la música, y ejercerlo a través de ella, atreviéndose a desafiar a la censura franquista con una sonrisa y unas cuantas canciones. Estas son sus diez imprescindibles.
1. ‘Mi querida España’ (“Un ramito de violetas”, CBS, 1975).
Este tema, uno de los estandartes de su carrera, forma parte del tracklist de su tercer disco, «Un ramito de violetas», publicado en 1975. Fue una de las canciones de su repertorio cuya letra se vio obligada a modificar por los límites impuestos por la censura. La canción original dice así: «Mi querida España, esta España viva, esta España muerta»; sin embargo, debió darla a conocer como «Mi querida España, esta España mía, esta España nuestra». Aunque en el artwork del elepé apareció escrita la letra original, ella en sus actuaciones casi siempre cantaba la versión edulcorada; sin embargo, aquí hemos recuperado una de esas veces en que pudo entonarla fielmente. Se trata de una crítica velada a la situación del país en aquellos días de dictadura franquista.
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2. ‘Un ramito de violetas’ (“Un ramito de violetas”, CBS, 1975).
Ese hombre que se hace pasar por un amante desconocido, para mantener la ilusión de su mujer que cree tener un admirador secreto. Ese ramito de violetas «anónimo» que ella recibe cada 9 de noviembre. Ese silencio, esos versos, esa ternura, comenzaron siendo un cuento que, al parecer, empezó a escribir Cecilia siendo una adolescente, y acabó convirtiéndose en una de las baladas más referenciales de los años setenta en España. Es la que da nombre a su tercer álbum de estudio (1975), pero fue lanzada como single un año antes con un éxito masivo. Ha sido versionada en múltiples ocasiones por artistas de países como México y Chile, y llevada a géneros como el flamenco.
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3. ‘Dama, dama’ (“Cecilia”, CBS, 1972).
Una de las letras más brillante de la cantautora. A través de una ironía fina y soterrada pone en tela de juicio las formas y costumbres de las mujeres de alta alcurnia de la sociedad madrileña de la época. Un ataque poético al puritanismo, la hipocresía, la falsedad y la arrogancia de la burguesía. Esta fue otra de las canciones que debió retocar cambiando la frase «puntual cumplidora del tercer mandamiento, algún desliz en el sexto…» por «puntual cumplidora del tercer mandamiento, algún desliz inconexo». Pertenece a su primer disco, el homónimo «Cecilia» publicado en 1972; aunque anteriormente fue publicada como la cara B de un single que también contenía el tema ‘Fui’.
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4. ‘Amor de medianoche’ (“Amor de medianoche”, CBS, 1975).
Esta fue la canción con la que Cecilia representó a España en el Festival de la OTI del año 1975, alzándose con el segundo puesto en la clasificación. Compuesta por Juan Carlos Calderón, fue bautizada inicialmente con el nombre de ‘La llamada’; sin embargo, cuando la cantante supo que debía interpretarla en un concurso peleó por adaptarla en algunos matices hasta que se convirtió en la ‘Amor de medianoche’ que conocemos. Una balada romántica para reivindicar el papel de la mujer en las relaciones de pareja posesivas y absorbentes. Unos meses más tarde, ‘Amor de medianoche’ daría nombre a un álbum recopilatorio con diez temas. Sería su último elepé.
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5. ‘Reuníos’ (“Mañana/Reuníos”, CBS, 1971).
El primer trabajo que realizó Cecilia con CBS (actual Sony Music), la discográfica con la que mantuvo contrato hasta el final de sus días, fue un sencillo de dos temas publicado en 1971. En la cara A una canción llamada ‘Mañana’, en la cara B este ‘Reuníos’ que consiste en un texto apelativo dirigido a los Beatles, de quien era devota, para que volvieran tras su disolución en 1970. Acompañada de ciertos tintes psicodélicos les recuerda así: «Sois testigos de nuestro vivir con sonidos que, anegándonos, bañan nuestros cuerpos de ansiedad».
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6. ‘Me quedaré soltera’ (“Cecilia 2”, CBS, 1973).
Sin duda, uno de sus mayores alegatos feministas hecho canción. Aboga por la condición de soltería de la mujer, y la defiende, en un tiempo en que no casarse estaba mal visto y se asociaba al fracaso personal. Versionada por bandas como Fangoria y Le Mans casi dos décadas después, se trata de una lírica que no caduca enraizada en ese sarcasmo semioculto que Cecilia practicaba delicadamente. Toques humorísticos para luchar contra los prejuicios de su tiempo, que encontramos en su segundo disco, «Cecilia 2», lanzado en 1973.
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7. ‘Señor y dueño’ (“Cecilia”, CBS, 1970).
Tercer corte de su primer álbum. Este ‘Señor y dueño’ pone de manifiesto la rebeldía de Cecilia una vez más, ante las imposiciones sociales que le tocó vivir, con versos que lo mismo le cantan al amor que lo dinamitan en su exceso. «Eres como la noche que se funde con mi tarde y te vas sin un alarde, es mi ensueño», dice. Se trata de una de esas canciones con la que los medios y la discográfica aprovecharon para vender una imagen vulnerable y cándida de la cantante, cuando en realidad detrás de cada palabra se escondía una crítica feroz e intencionada. En algún momento llegó a confesar que esta era su canción preferida.
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8. ‘Un millón de sueños’ (“Cecilia 2”, CBS, 1973).
Originalmente se llamaba ‘Un millón de muertos’, pero los correctores de la censura la condujeron hacia este título definitivo tras pasar por el Tribunal de Orden Público en noviembre de 1973. Cecilia consiguió que la canción pudiera entrar a formar parte de su segundo disco, pero a cambio debió aceptar este nombre. Alude claramente a todos aquellos que perdieron la vida en la Guerra Civil y, a modo de tributo, les recuerda a ellos y a las víctimas de la Guerra de los Seis Días de la que fue testigo cuando vivió durante un tiempo en Jordania. A manos de esta dualidad realiza uno de sus mayores cantos antibelicistas.
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9. ‘Cuando yo era pequeña’ (“Cecilia 2”, CBS,1973).
No podía faltar el dulce repaso a la infancia que llevó a cabo a través de esta canción, incluida también en su segundo trabajo. Recuerdos de su niñez, una trova a la inocencia y a la pérdida de esta que dice así: » Cuando yo era pequeña, era feliz. Ahora qué será de mí / Cuando yo era pequeña, a la vuelta del colegio, me creía que la lluvia eran lágrimas del cielo». Existencialismo y ternura a partes iguales.
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10. ‘Mi ciudad’ (“Cecilia 2”, CBS, 1973).
Preocupada por el medio ambiente y de espíritu ecologista, la cantautora también le dedicó unas palabras a su inquietud por el entorno. Y no solo a base de reivindicar la vuelta del ser humano a la naturaleza, sino también sopesando una crítica a la deshumanización y alienación de las grandes ciudades. Madrid era la suya y, aunque la adoraba y la convertía en escenario de sus canciones como podemos observar en varios de sus videoclips, así fue como la describió:
“Mi ciudad la hicieron de cristal y cemento,
arrancan flores y plantan faroles,
ensanchan calles,
asfaltan valles.
Mi ciudad la hicieron de ruidos y olores.
son horizontes de rascacielos,
nubes de humo negro,
anuncios de colores”