«A medida que hago más discos y descubro nuevos vinos, estoy entendiendo que con la palabra y una instrumentación básica es más que suficiente para conseguir transmitir emociones y sensaciones»
Carlos Ann, en continua búsqueda musical que le hace dejar atrás los caminos ya andados, siempre sorprende. Ahora lo hace con «El tigre del Congrés», grabado en México y tratando de quedarse con lo mínimo. En Barcelona, César Prieto conversó con él.
Texto: CÉSAR PRIETO.
Foto: PEINGA RAYO.
Carlos Ann parece el tipo más tranquilo del mundo. Se para por la calle a saludarme y parece disfrutar de las pequeñas charlas, se interesa, va calmo y nada apunta a ese mundo interior que tan bien hace explotar en cada una de sus canciones. Cada vez más sordamente. Lo declara: «A medida que hago más discos y descubro nuevos vinos, estoy entendiendo que con la palabra y una instrumentación básica es más que suficiente para conseguir transmitir emociones y sensaciones», y él mismo es consciente de su evolución, «en mis últimos tres discos, se ha acentuado el mundo de los sentimientos, es debido a que he estado al otro lado de la cuerda y me gusta plasmar en mis canciones el momento actual de mi vida». Así que están aquí los sentimientos del otro lado expuestos de forma mucho más transparente que en sus anteriores discos: «De alguna manera concreta busqué mostrar el desespero y el llanto lo más nítido posible, sobre todo a nivel instrumental y coral».
Y esta búsqueda de pureza lo ha remitido hasta las calles de nuestra infancia, nuestra porque sepan ustedes que Carlos Ann y este servidor somos vecinos de escalera y nos conocemos desde siempre. Por eso interpreté de golpe el título del disco y no hizo falta preguntar más: «El tigre del Congrés». El Congrés, nuestro barrio de Barcelona, un barrio al que le faltaba una entidad literaria, que él también advierte: «Sin ser un barrio especialmente bonito, puedo encontrar mucha belleza en él. En el Congrés hay hasta un marqués y cuenta la leyenda que antiguamente en sus aposentos llegó a dormir hasta el mismo Napoleón. Armó su cuartel general en estas tierras. También había un canódromo, el último que hubo en Barcelona y un club de tenis». Y por eso mismo se ofrece como cronista: el primer single, ‘Calle Matanzas’, una calle con casas de indianos y el mítico cine Río al que nombra para un disco hecho de letras, con la desmesura costumbrista de retratos duros, el de ‘El Patata’, gritado con desasosiego y con unas palabras que se ajustan a cada desespero, a cada susurro.
Es, sin embargo, y eso lo marca, un disco grabado en México. «Era imposible grabarlo en otro lugar. Lo hemos hecho en un estudio de corte clásico, donde han grabado los grandes de la canción latinoamericana y para ello hemos utilizado maquinaria muy antigua, todo analógico. Los más jóvenes, éramos Mariona Aupí, el tequila reposado añejo y yo». Mariona, del antiguo dúo Fang y compañera de Ann en Santa N, que aporta voces de ángel a canciones que son ya dulces a pesar de la aparente desolación y que en coros como el de ‘El olvido’ supura la esencia de los también barceloneses Claustrofobia. El propio Carlos la destaca: «Mariona ha sido una parte muy importante en la grabación del disco, creo que hemos encontrado el equilibrio vocal entre la voz de una mujer y la de un hombre. Su aportación en los coros es excepcional y desde mi punto de vista ha elevado mucho las canciones».
Desde luego el amor de Carlos por México es proverbial. La gira se inicia en ese país, tras ello Guatemala y Colombia, USA y Argentina. «He de reconocer que durante muchos años, no era la cosa que más me apetecía, me llenaba más componer y grabar, pero en este momento me llena totalmente el directo. Me lo tomo como un gran acto litúrgico». El destino final es España, donde ya soñaba desde la infancia con el país del Río Grande, con su estética: «Amo a México y a sus gentes. Es un país muy emocional, vivo y entendido musicalmente. Ya de pequeño, cuando vivía en casa de mis padres, escuchaba a los clásicos y me quedaba fascinado mirando la imagen que tenían, esos pantalones estrechos con las botas y esas expresiones de póquer y desafío».
Evolución que se apuntala también en las referencias con las que cuenta. Su devoción por Leopoldo María Panero sigue intacta, pero la oscuridad que éste le ofrecía se va sustituyendo por autores como Jaime Sabines y sobre todo Juan Gelman: «Acabamos de musicalizar un montón de poemas del poeta Juan Gelman. Lo mejor de todo, es que el mismo Juan colabora en el disco recitando algunos de sus versos. Será lo próximo que editaremos». Proyectos de los que enseguida nos hablará, porque hemos de seguir con sus influencias. Se ve a Javier Corcobado –imágenes de destrucción, el grito de ‘Llora’ pero también el acercamiento a las raíces hispanoamericanas– y Carlos destaca su amistad: «Me gusta ‘A nadie’, el último disco de Javier Corcobado, aparte de ser un buen amigo, tengo una gran admiración hacia su persona y hacia su obra». Y con él nos descubre más referencias: «Con Javier lo pasamos en grande cantando canciones que ya están algo olvidadas, como las de Antonio Machín. Nos gusta mucho el tango, el bolero y también canciones algo perversas».
La instrumentación aborda a Los Panchos, pero Carlos va más allá de esa prospección: «Sinceramente me ha inspirado mucho más Agustín Lara o el italiano Fabrizio d’Andrè que Los Panchos». Aunque deja en la duda los aires que en ese estudio mexicano se respiraban: «En el estudio donde grabamos el álbum, el director era el nieto del fundador de Los Panchos y quien sabe si se nos pegó algo». Pero sobre todo es impresionante el trabajo de Juan Carlos Allende, que ha llevado más allá de lo posible toda esa tradición. Destaquemos aún una última influencia, el tango: «Me encanta el tango, y además me parece mucho más actual y desgarrador que la mayoría de los grupos noveles que surgen en la escena. Musicalmente es muy complejo y profundizar en él sirve para descubrir, tanto palabras en español que están en desuso, hasta formas musicales que pueden viajar desde el anarquismo armónico hasta el perfeccionamiento global musical».
Y acabemos con proyectos. Desde luego Santa N –»ya tenemos algunas canciones compuestas y grabadas y te puedo adelantar que no tendrá nada que ver con el primer disco»– y el llevar adelante un primer libro de poemas que Carlos Ann se ha tomado con especial cariño: «También acabo de publicar ‘Líneas perdidas’, con la editorial andaluza El Cangrejo Pistolero. Son de Sevilla y unos auténticos enamorados de la poesía y de los proyectos imposibles. Antonio G. Villarán ha hecho unas ilustraciones muy buenas y ha captado perfectamente la esencia de los poemas. El libro recoge los dos lados opuestos de la vida, el día y la noche, el amor y el desamor».
Un nuevo Carlos Ann que va a ir reinventándose: «En este momento estoy metamorfoseándome hacia un mundo nuevo, donde hay más luz, donde las sombras se han ido a dormir». Reinventándose hacia la evanescencia y la pasión porque poco a poco Carlos Ann hace canciones más económicas en lo accesorio, pero más emocionantes en lo básico.
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Desde aquí puedes acceder a la web de Carlos Ann.