DISCOS
“Unas canciones brillantes, con atisbos de clásicos, irregulares en ocasiones, pero muy bien pulidas y con referentes que sorprendieron entonces”
Niza
“Canciones de temporada”
ELEFANT
Texto: CÉSAR PRIETO.
Los años que rondaron el 2000 fueron especialmente fértiles en la música española. Tras la explosión del indie la situación había quedado un tanto estancada y se abría la posibilidad de que grupos nuevos aterrizasen. El hecho de que los ordenadores pudiesen funcionar como pequeños estudios de grabación y que se pudiesen fácilmente hacer copias en cedé con el producto final hizo que surgiesen grupos de todo tipo, sin estéticas claramente definidas más allá del pop, el tono menor y el deliberado regusto amateur. Así, aparecieron multitud de bienintencionados pero desastrosos artistas, algunas personalidades que aprendieron bien y después buscaron otros caminos y no más de media docena de grupos de valía. Todavía no se han ganado su puesto en enciclopedias y mitologías –ni creo que lo hagan, es otro de esos periodos malditos–, pero cuando lo hagan Niza debería estar entre los escogidos.
El dúo madrileño ve editado ahora su único elepé completa con el añadido de alguna rareza y de un concierto en Japón –destino natural de muchos de estos grupos– con motivo de las celebraciones del 25 aniversario de Elefant, su casa madre. Y repasadas más de diez años después de su separación se nos presentan unas canciones brillantes, con atisbos de clásicos, irregulares en ocasiones, pero muy bien pulidas y con referentes que sorprendieron entonces.
Quizá la que ofrezca mayores muestras de todo su espíritu sea ‘A contraluz’, letras de desamor e intimidad cotidiana, la voz de Silvia –susurrante– que flota entre aires de bossa y flauta, blancos, negros y penumbras, colores apagados. También ‘Jamás te he olvidado’, lo más parecido del mundo a Jeanette, incluso con arreglos que emulan los del maestro Trabucchelli y con ello rescatan una esencia hispana entonces olvidada. No es casual que en el concierto citado haya una versión de ‘El muchacho de los ojos tristes’ acompañada por un ‘Bizarre Love Triangle’ que convierten en una canción de Claudine Longet.
Cercana toda esta generación al Donosti Sound, ‘No me digas que estoy sola’ es un buen ejemplo, a veces se vuelven saltarines y bailables como en ‘Amor cúbico’, que cierran trompetas medio soul sofisticado medio ye–yé, o ‘Parasol’, una cajita de sensaciones y paisajes templados, o la sedosa ‘Universo’. A veces, por el contrario, son hondamente melancólicos como en ‘Isolée’, una miniatura de delicadeza calmada, ‘Septiembre’, un cuarteto de cuerda que aprieta el corazón, o la delicia instrumental barroca que es ‘Solisticio de verano’.
Seguramente no podrán colocarlo en la estantería de clásicos imborrables del pop español, pero háganle un sitio en esa otra que dice: canciones de esas que siempre apetecen, que nunca se olvidan.