Camping del hastío, de Ciclonautas

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DISCOS

«Su sonido tan moderno no proviene necesariamente de las teclas, sino de los tonos del trío, de su forma de atacar su instrumento y escribir»

 

Ciclonautas
Camping del hastío
EL DROMEDARIO, 2021

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

Está muy bien no saberlo todo, porque a veces te llevas sorpresas. No tenía ni idea de quiénes eran Ciclonautas, no sabía ni que existían, cero nociones. Pero llega un día mi compañera Arancha Moreno, y me dice: “Hey, ¿conoces a Ciclonautas?”. Y ahí es cuando sé que algo bueno viene de camino, porque últimamente me tiene muy bien cogido el pulso. Le respondo que no y me dice que los escuche. Mientras lo hago, echo un vistazo a la información que me manda y flipo. Flipo por haber ignorado su trabajo y flipo porque molan muchísimo. ¿Cómo los había podido pasar por alto? Da igual, no pasa nada, mejor así. Una grata sorpresa, como os decía.

Tienen ya tres discos en el mercado, el primero de ellos de 2014. He llegado a ellos con cierto retraso, desde luego, pero me tiro de cabeza a devorar el que acaban de sacar, titulado Camping del hastío. Es un trío formado por Mai Medina, Alén Ayerdi y Javier «Dr. Txo» Pintor, quien formó parte de La Venganza de la Abuela, aquel interesantísimo proyecto que en su día puso en marcha El Drogas. Juntos hacen un rock muy actual para el que cuentan con Carlos Colina a los sintetizadores, pero lo curioso es que su sonido tan moderno no proviene necesariamente de las teclas, sino de los tonos del trío nuclear, de su forma de atacar su instrumento y escribir.

Ciclonautas han pasado bastante tiempo sin sacar álbum, por lo que Camping del hastío llega con lo mejor de lo mejor, con la cosecha recogida y depurada de los últimos años. Se nota un cariño absoluto en la producción y huesos de las canciones. Parecen trabajar como unidad de élite que sacan adelante sus misiones (¡sus canciones!) con mucha intuición. Me encanta la voz de Mai, muy especial, con autoridad, sin copiar a nadie. Aparte de todo esto, los tres Ciclonautas molan mucho en general, buena imagen y actitud, sin pedir perdón.

“El sol”, ya lanzada como sencillo, abre el disco y explica bien de qué va a ir todo: guitarras gruesas que entran tirando puertas, voces descarnadas que te hacen la tres catorce y te sorprenden con ganchos melódicos que no ves venir y se te estampan en medio de la cara cual puñetazo de púgil. En esa línea va el grueso, y temazos como “El ombligo” y “Bombo sicario”.

Hay mucha seriedad, pero también humor ácido, es inevitable no esbozar una sonrisa durante “Abrazado a un misil” mientras uno no deja de sacudir la cabeza. ¡Qué bien se entienden estos tres! ¡Y vaya fuerza tienen! Antes hablábamos de boxeo y la cosa no va desencaminada, aunque con “¡Agua va!” y “Camping del hastío” demuestran que saben jugar muy bien con el peso, y en otras canciones como “Deseo” y “Matando al suicida” cuelan un poquito de introspección, detalles que ayudan a cerrar un disco de diez, que viene presentado con un libreto gordo lleno de ilustraciones y digipack de tapa dura. Como Dios manda.

Anterior crítica de discos: Exit times, de Ramirez Exposure.

 

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