“Ahí estaban dos dinosaurios del punk rock inglés cuatro décadas después; con los mismos himnos, provocando el mismo fervor entre el público y los primeros pogos de la noche con ‘I don’t mind’”
Con casi cuatro décadas de trayectoria –y alguna interrupción–, la banda inglesa liderada por el cantante Pete Shelley y el guitarrista Steve Diggle aterrizó el pasado jueves en Madrid para repasar viejos hits y presentar su último trabajo, “The way”. Allí estuvo Sara Morales.
Buzzcocks
26 de marzo de 2015
Sala But, Madrid
Texto y fotos: SARA MORALES.
Parece que el tiempo ha jugado a favor de Pete Shelley y Steve Diggle, almas mater de los Buzzcocks desde su formación en 1976. Solo a modo de anécdota queda ya aquella rivalidad con Joy Division por encabezar los carteles de las salas, en el Manchester gris de finales de los años setenta. Es obvio que han ganado la batalla de la actualidad y, todavía hoy con conciertos como el del pasado jueves en Madrid, continúan dando pasos hacia una posteridad que, de momento esta sí, le corresponde a Ian Curtis.
A manos de su nuevo y noveno disco – “The way”– y un repertorio de veinte canciones entre clásicos y novedades, se plantaron en la malasañera sala But. Segunda fecha de una minigira por nuestro país que los ha llevado también por Barcelona, Santander y San Sebastián.
‘Boredom’, de su histórico EP debut “Spiral stratch” (1977), y ‘Fast Cars’, de su primer álbum, “Another music in a different kitchen” (1978), fueron los temas elegidos para abrir su cita con los madrileños. Ahí estaban dos dinosaurios del punk rock inglés cuatro décadas después; con los mismos himnos, provocando el mismo fervor entre el público y los primeros pogos de la noche con ‘I don’t mind’. Las arrugas no han menguado su actitud canalla. Ni siquiera la voz de Shelley parece haber cambiado, tal y como demostró con ‘Autonomy’ o ‘Nothing left’. El paso de los años les ha situado en un grado de sensatez rebelde que ahora derrochan maduros y sabios desde el escenario, acompañados por Chris Remmington (bajo) y Danny Farrant (batería), últimos fichajes de la banda en 2008 y 2006 respectivamente.
Tras el calentamiento de rigor, nos adentraron en su último álbum con canciones como ‘Keep on believing’, ‘People are strange machines’, ‘Third dimension’ y la homónima ‘The way’. Publicado el verano pasado, tras ocho años sin material nuevo, este disco mantiene el espíritu frenético de sus canciones de tres minutos, de aceleración punk y cierto gusto pop asequible desde la primera escucha. Sin embargo, y como era de esperar, fueron emblemas como ‘You say you don’t love me’, ‘Promises’ y una psicótica ‘What do I get?’ los que provocaron la explosión de una sala abarrotada de crestas, mods y un público semiadulto criado a las faldas del rock clásico, entre los que se encontraba Ana Curra, la musa del post punk patrio.
El bis vino de la mano de la mítica e imprescindible ‘Ever fallen in love’, elegida como una de las quinientas mejores canciones del rock, y por la que los Buzzcocks se han ganado un sitio en la historia de la música. Pero fue ‘Orgasm addict’ la encargada de poner el sello a un concierto memorable, en el que merece especial mención la actitud y entrega de Diggle. Su guitarra, su bandera inglesa, su complicidad con las primeras filas y varios momentos de gloria micrófono en alto le convirtieron indiscutiblemente en el dueño de una noche incombustible.