Burt Bacharach (1928-2023): El encanto del pop estilizado y cool

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«Junto a Hal David formó un tándem imbatible en su género, autores de decenas de piezas inmortales del pop, el soul y el jazz»

 

Imponente recorrido el que firma Luis Lapuente, tras las huellas del compositor, productor y cantante estadounidense, fallecido el pasado miércoles en su domicilio de Los Ángeles.

 

Texto: LUIS LAPUENTE.

 

Neoyorquino de origen judío, Hal David (1921-2012) perteneció a una especie en extinción, la de los poetas del pop, parejas indisolubles de músicos de fuste que preferían embellecer sus canciones con textos de una lírica exquisita, capaces de emular emociones paralelas a las de la propia música. Una tradición que se remonta a los años del jazz clásico (Fats Waller y Andy Razaf, Johnny Mercer y sus varios compinches), tocó el cielo en Tin Pan Alley durante la edad de oro del musical americano (Oscar Hammersein II con Jerome Kern o Richard Rodgers) y continuó en el Brill Bruilding, ya en los albores del rock and roll. En 1957, David unió su nombre y su talento para el resto de su vida a los del compositor musical Burt Bacharach, con quien formó un tándem imbatible en su género, autores de decenas de piezas inmortales del pop, el soul y el jazz, entre ellas: “Walkonby”, “I say a little prayer”, “I’ll never fall in love again”, “What the world need snow is love” y “Don’t make me over”, inmortalizadas por Dionne Warwick, Aretha Franklin, Dusty Springfield o Jackie DeShannon. Bacharach y David firmaron una de las cimas del soul sentimental, “Any day now”, glorificada por Chuck Jackson, pero lo más inspirado, incandescente y elegante de su legado hay que buscarlo en las grabaciones facturadas por Lou Johnson y Dionne Warwick en los años sesenta.

Lou Johnson había firmado contrato en 1962 con el sello Big Top, propiedad de la poderosa editora del Brill Building Hill & Range Songs, que tenía en nómina a compositores de postín como Doc Pomus y Morth Shuman, Leiber & Stoller, Phil Spector o Burt Bacharach y Hal David. Allí se puso bajo el manto protector de Bacharach y David, con algunas de cuyas canciones logró cierto éxito en las listas de Billboard, a pesar de la pobre promoción que obtuvo por parte de su discográfica. Fue Lou Johnson quien grabó primero el formidable material de Burt Bacharach, que luego triunfaría en la garganta de Dionne Warwick. De hecho, Bacharach escribió aquellas hermosas canciones (“Reach out for me”, “Magic potion”, “(There’s) Always something there to remind me”) pensando en la voz de ébano pulido de Dionne, pero esta no se mostró en principio demasiado entusiasta al respecto; así que Burt se las regaló a su amigo Lou Johnson, que recuerda sus encuentros con el compositor: «Burt Bacharach era un extraordinario pianista, pero cuando me cantaba sus canciones yo imaginaba cómo sonarían con mi propia voz. Él cantaba igual que Bob Dylan en un mal día».

En cuanto a Dionne Warwick, la genuina diosa de ébano es una de las más gloriosas estilistas de la historia del soul, pero lo imprescindible de su legado se encuentra en las grabaciones publicadas en los años sesenta en el sello Scepter, bajo el padrinazgo del compositor y productor Burt Bacharach y el letrista Hal David, que supieron encontrar un filón en su garganta elegante y profunda. Parte del éxito de aquel equipo legendario formado por Bacharach, David y Warwick hay que apuntarlo en el haber de Florence Greenberg (1913-1995), una joven ama de casa blanca de Nueva Jersey, que se las apañó para escapar de los suburbios cuando fundó la discográfica Scepter Records y acertó a fichar como socio y productor al compositor negro Luther Dixon, que situó a Scepter en lo más alto del emporio del rhythm and blues de los años sesenta, con históricas grabaciones de The Shirelles, Chuck Jackson, Tammi Terrell, Maxine Brown, The Independents o The Isley Brothers (allí, en el subsidiario Wand de Scepter, grabaron “Twist & shout”). Cuando Bacharach y David le enseñaron a Greenberg la maqueta de uno de los temas (“Make it easy on yourself”) que habían grabado con Dionne Warwick, la empresaria quedó absolutamente pasmada y decidió ficharla. A finales de 1962, Dionne debutó en Scepter con el single “Don’t make me over”, una grabación sobrenatural que, treinta años después, «aun me hace llorar», según reconoció Florence Greenberg.

Burt Freeman Bacharach, el genuino protagonista de todas las historias precedentes, nació en Kansas City, Misuri, el 12 de mayo de 1928, en el seno de una familia de origen judío que pronto se trasladó al distrito neoyorquino de Queens, donde el joven Burt aprendió a tocar el piano y a amar el jazz y la música clásica. En 1956, se convirtió en el arreglista y director musical de la artista alemana Marlene Dietricht y, un año después, conoció a su alma gemela, el letrista Hal David, en los pasillos del legendario Bill Bruilding. Lo demás ya es historia viva del pop y el jazz easy listening del siglo veinte. Bacharach escribió piezas orquestales y canciones para muchas películas (Dos hombres y un destino, Alfie, Casino Royale, etc) y sus composiciones han sido interpretadas por los grandes de todos los géneros de la música popular, desde Isaac Hayes hasta Manfred Mann, pasando por los Beach Boys, Stan Getz, Wes Montgomery, Luther Vandross, Barbra Streisand, Bill Frisell, Patti Labelle, Roberta Flacko, Elvis Costello y Ronald Isley, con quienes grabó sendos espléndidos álbumes en los últimos años (Painted for memory, en 1998; Here I am: Isley meets Bacharach, en 2003).

Entre 1965 y 1980, Bacharach estuvo casado con la actriz Angie Dickinson; tuvieron una hija, Nikky, diagnosticada de síndrome de Asperger, que se suicidó en 2007 ahogada con helio, a los 41 años de edad. Burt Bacharach murió en su domicilio de Los Ángeles el 8 de febrero de 2023, tres años después de haber firmado su último trabajo, el epé Blue umbrella, con el compositor y productor Daniel Tashian.

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