«Un disco mágico que demuestra que los grades genios siempre tienen ases en la manga, aunque haya hitos como este ‘Brian Wilson reimagines Gershwin’ difíciles de superar»
Àlex Oró no lo ha podido evitar y, como cualquiera que escucha «Brian Wilson reimagines Gershwin», ha quedado absolutamente atrapado por un disco que se sitúa fuera del tiempo y del espacio. Una obra magistral en la que el ex Beach Boys despliega todo su saber para reinterpretar a George Gershwin.
Texto: ÀLEX ORÓ.
Para empezar, entono un sonoro mea culpa. Confieso que este artículo sobre el lanzamiento de «Brian Wilson reimagines Gershwin» llega a la redacción de EFE EME con días de retraso. Desde que recibí el disco en mi domicilio leridano, no ha dejado de sonar en el reproductor de CD. En un primer momento, pensé que me sería fácil escribir sobre la lectura que el ex Beach Boys hace de la obra de George Gershwin (1898-1937), el primer gran compositor pop de la historia de la música norteamericana del siglo XX. Conozco la obra de Wilson y las circunstancias vitales que la han rodeado y por si se me había olvidado algún detalle, tenía a mano «Bendita locura» (Milenio, 2001), el imprescindible libro de José Ángel Rodríguez Balsa sobre la trayectoria de Brian Wilson y los Beach Boys. Creía, ingenuo de mí, que me sería fácil escribir este texto, pero estaba equivocado. Muy equivocado.
Los catorce temas de «Brian Wilson reimagines Gershwin» me atraparon y al mismo me tiempo me bloquearon. He padecido una especie de breve Síndrome de Stendhal. No podía dejar de escuchar el disco, no podía dejar de pensar en él pero era incapaz de escribir una sola línea sobre todo lo que me sugería la tremenda mezcla de lounge y surf sinfónico-psicodélico que propone Wilson para redescubrir las composiciones de George Gershwin.
¿LA FAMILIA QUE TRABAJA UNIDA PERMANECE UNIDA?
Mientras escucho ‘Rhapsody in blue’, el tema que abre el disco, pienso en las vidas de Gershwin y Wilson. Tienen puntos convergentes que, salvando las obvias diferencias espacio-tiempo, les acercan. George Gershwin murió a los 38 años víctima de un tumor cerebral. Brian Wilson, por su parte, se desenchufó del mundo real cuando todavía no había cumplido la treintena. Una incontrolable politoxicomanía acrecentó los problemas psíquicos que padecía y dejó en suspenso su carrera durante años. Ambos son dos de los creadores musicales más importantes de la Norteamérica del siglo XX. Gershwin y Wilson (en sus momentos de mayor lucidez artística) fueron capaces de conseguir el favor del público combinando melodía y armonía de manera magistral. Los dos artistas tienen más cosas en común. Tanto Wilson como Gershwin, conocieron la fama trabajando con sus hermanos. En el caso del talentoso compositor de origen ruso-judio, la colaboración con su hermano Ira fue totalmente fructífera. El mayor de los Gershwin fue el letrista de canciones como ‘I got rhythm’, ‘S wonderful’, ‘Some watch over me’ y de la opera «Porgy and Bess”. Fueron los reyes de Brodway y el talento de George era admirado hasta por los compositores de música clásica. Stravinsky y Ravel se negaron a darle clases por considerar que bien poca cosa le podían enseñar.
Para Wilson, en cambio, la relación con su familia fue tortuosa. Primero con su padre, que siempre envidió el talento de Brian. Posteriormente, con sus propios hermanos y especialmente con su primo Mike Love, que no digirieron bien los cambios estilísticos que el mayor de los Wilson impuso durante las agitadas sesiones de grabación de «Pet sounds» (1966), en las que los signos de desequilibrio mental de Brian empezaron a ser evidentes. El líder de los Beach Boys se obsesionó con la perfección y obligó a sus compañeros, que sólo aspiraban a grabar temas como ‘Surfin USA’ o ‘Help me Ronda’, a repetir tomas una y otra vez hasta la saciedad. «Pet sounds» fue un fracaso comercial y Wilson decidió apostar todo su capital creativo en la grabación de «Smile». En ese período, el cerebro del líder de los Beach Boys dijo basta. Brian estuvo ausente mentalmente durante años, aunque aportó composiciones a los discos que los chicos de la playa grabaron en el tramo final de los sesenta y durante los setenta. En 2004 aparece «Brian Wilson presents Smile», en el que Brian recupera el viejo material de «Smile», su disco maldito y, arropado por un grupo de músicos soberbios, renace como artista. Es la resurrección del genio y el punto de partida para analizar su disco de versiones de Gershwin.
UN PUNTO Y APARTE
La primera impresión tras escuchar «Brian Wilson reimagines Gershwin» es que el ex Beach Boys ha vuelto al punto donde lo dejó. Un punto y aparte de una historia apasionante. Este nuevo trabajo del ex Beach Boys enlaza en lo estilístico con «Pet sounds» y «Smile». Evidentemente hay que tener en cuenta que han pasado casi de cuarenta y cinco años de la grabación del primero y de la tortuosa gestación del segundo. No hay que olvidar tampoco los años de vegetación cerebral del genio, pero los arreglos que Wilson ha creado para las composiciones de George Gershwin son deudoras del pop y el surf sinfónico-psicodélico que estaba creando durante la segunda mirad de los sesenta.
El disco se abre con ‘Rhapsody in blue/Intro’, una breve introducción en la que los coros nos anuncian que algo grande va ocurrir. Sigue ‘The like in love with you’, que se inicia también con una bellas armonías vocales que dan paso a un Wilson con una buena forma vocal. Este es uno de los dos temas que Wilson ha grabado basándose en material inédito de Gershwin, cedido por los herederos del compositor. El otro es ‘Nothing but love’, una lectura absolutamente pop para un material originalmente pensado para triunfar en los musicales de Broadway.
Pero tras esta pequeña concesión a lo novedoso, Wilson y los músicos que forman su banda en los últimos años se enfrentan en forma de medley a lo más granado de la opera «Porgy and Bess» (1935). Comienzan, como no podía ser de otra manera, con ‘Summertime’, una de las canciones más versioneadas del catálogo de Gershwin. Esta es una lectura tranquila, de corte sinfónico, con bonitos arreglos de cuerda y alejada de los alardes vocales de la de, por ejemplo, el soulman Billy Stewart. Poco a poco, la melosa voz de Wilson nos lleva hasta ‘I loves you Porgy’. Las armonías vocales nos empachan de belleza con un ligero crescendo en el que el piano va teniendo cada vez más protagonismo y un saxo nos conduce hasta la próxima estación sonora de «Porgy and Bess». ‘I got plenty o’ Nuttin’’ es un alegre y optimista instrumental con una armónica omnipresente. Wilson vuelve a relajar el ambiente con ‘It ain’t necessarly so”, el último de los temas de esta ópera incluido en el disco. Son necesarias muchas escuchas para captar todos los detalles que la preciosista producción de Wilson y los arreglos orquestales que el propio Brian y Paul Van Mertens han creado para este disco.
»S wonderful’ es un tema del musical «Funny face», que formó parte del repertorio de la película «Un americano en París». Aquí Brian se suelta y está algo más brioso. Nos anuncia que va acelerar el ritmo. En ‘They can’t take that away from me’, de la película «Shall we dance», Wilson rememora su época dorada de compositor surf, con unos arreglos y unas armonías vocales que recuerdan a sus grandes éxitos de la primera mitad de los sesenta. Continúa con ‘Our love is here to stay’, que fue incluida en la ya citada «Un americano en París» y ‘The goldwin follies’ en la que Wilson seduce con una elegantísima revisión de este tema de aires jazzies a medio camino entre el lounge y el pop. En ‘I’ve got a crush on you’, de Treasure Girl, sigue en esta línea para pisar de nuevo el acelerador con uno de los temas más conocidos de Gershwin, ‘I got rhythm’, de «Girl crazy», canción que transforma también en un hit surf cargado de optimismo, falsetes y, de nuevo, portentosos arreglos. Un autentico viaje en el tiempo, hasta 1965. En la recta final de «Brian Wilson reimagines Gershwin», el ex Beach Boys levanta el pie del acelerador y nos ofrece ‘Someone to watch over me’, de «Oh Kay!», otra canción versioneada hasta la saciedad por multitud de artistas de los más diferentes pelajes, como Nikka Costa.
La ya citada, inédita y algo más rockera ‘Nothing but love’ da paso a ‘Rhapsody in blue/Reprise’. Es la manera que tiene Wilson de cerrar un círculo virtuoso, el de un disco mágico que demuestra que los grades genios siempre tienen ases en la manga, aunque haya hitos como este «Brian Wilson reimagines Gershwin» difíciles de superar.
–