Brad Jones: El arte de producir

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«Adoro a Quique González. Vamos a grabar juntos otra vez, probablemente en octubre. Vendrá a Nashville y empezaremos su nuevo disco»

El conocido productor estadounidense ha pasado varios días en un estudio de Valencia trabajando en la grabación del nuevo álbum de Josh Rouse. Una ocasión inmejorable para saber más sobre su manera de enfocar un oficio que tiene más importancia de la que se supone en el resultado final de los discos.

 

Texto: EDUARDO GUILLOT.
Fotos: LIBERTO PEIRÓ.

 

Su reputación le precede. Brad Jones ha tocado con Steve Earle, Matthew Sweet o Ron Sexmith, fue ingeniero asistente en ‘Electr-O-Pura’ (Yo La Tengo) y ha firmado producciones para Chuck Prophet, Swan Dive, Jason & The Scorchers o Josh Rouse, con quien lleva años trabajando. Por eso no dudó en aceptar la propuesta de viajar hasta Xirivella (Valencia), donde Rouse ha abierto un estudio de grabación (junto a Xema Fuertes y Cayo Bellveser), para trabajar en su nuevo disco.

 

Estás trabajando con un amigo, pero en un estudio nuevo. ¿Cómo van las cosas?
Estupendamente. Estamos haciendo un disco clásico de Josh Rouse. Los músicos que ha reunido [Xema Fuertes, Cayo Bellveser y Esteban Perlés] son fantásticos, muy buenos. Les gusta tocar con Josh, que finalmente ha encontrado su propio espacio aquí, donde se siente cómodo, no tiene que estar pendiente del reloj ni preocuparse de las facturas del estudio de grabación, y puede ser libre para crear. Me encanta este disco, Josh ha escrito un puñado de hermosas canciones. En este momento, ha hecho discos suficientes, ya no tiene miedo del micrófono y canta con un hombre experimentado. Habla sobre la vida de una manera muy natural.

 

¿En qué parte del proceso estáis actualmente?
Acabamos de editar las pistas básicas y estamos viendo qué añadimos a cada una de ellas en los recordings. Después yo volveré a Estados Unidos y Josh y yo trabajaremos juntos, pero a través del océano. Él grabará sus ideas aquí y me las mandará. Yo las escucharé en Nashville, introduciré cambios o las dejaré como están, y quizá hablemos sobre hacer modificaciones. Grabaré vibráfono y algunos arreglos de cuerda, se los mandaré a Josh y seguiremos la misma rutina. Después, él vendrá a Nashville en octubre y terminaremos el disco juntos.

 

¿Fue idea suya traerte?
Sí. Yo acabo de tener un niño y no quería alejarme de casa, pero Josh es un gran amigo, compartimos una historia juntos, así que acepté el ofrecimiento.

 

Wikipedia te define como un productor de power pop. ¿Es tu estilo musical favorito?
No, pero es un estilo con el que se me identifica por el trabajo que hice cuando empecé mi carrera. Si escuchas los discos que he hecho en los últimos cinco o diez años, no hay demasiado power pop, sino pop adulto. Pop, rock o country para oídos maduros. También grabé un disco a mi nombre que era muy power pop, pero eso fue hace veinte años.

 

Hablas de pop adulto, pero intuyo que lo haces en sentido positivo, y no con las connotaciones negativas que tiene una etiqueta como la de Adult Oriented Rock.
Sí, no me refiero al AOR, sino al pop para gente capaz de pensar. El pop es interesante y musicalmente rico, pero el problema con el power pop es que es un poco limitado. Tiene una paleta muy concreta de colores, mientras que a Josh y a mí nos interesa explorar qué pasa cuando usas el armonium en una parte de la canción, o introduces chelos, o metes una pedal steel guitar en un tema de corte jazzy. Nos gusta cruzar fronteras. El power pop es fantástico, sigo escuchando a The Beatles y me encantan. Y alguna vez he aceptado un trabajo con bandas power pop porque conozco perfectamente los códigos, puedo trabajar rápido, lo entiendo y a la gente le gusta, así que a veces lo hago. Incluso en España, donde trabajé con The Sunday Drivers hace unos años [se refiere a ‘The end of maiden trip’, 2009].

 

Trabajas como ingeniero y como productor. ¿En qué consiste la diferencia?
Solo trabajo como ingeniero cuando produzco. No soy un ingeniero que produce, sino un productor que también hace el trabajo de ingeniero, y siempre al servicio de mi idea de producción, para no tener que describir las cosas a otra persona. A veces he contratado a un ingeniero, pero en realidad hemos hecho el trabajo juntos, porque sé a qué distancia colocar los micros, qué modelo usar, en qué lugar de la habitación ponerlo… También mezclo todos los discos que produzco, es parte del contrato, porque así puedo irme a la cama tranquilo, sabiendo que he hecho las cosas correctamente. Por supuesto, el artista puede llevarse el material después a que se lo remezclen, y pagar por ello, pero siempre será a partir de mi mezcla. Para mí, el trabajo de ingeniero es una herramienta que me permite llegar a mi visión final. Y me gusta hacerlo, porque implica una relación directa con el artista.

 

Es decir, que debes saber tecnología y también ser músico.
Exacto. Soy músico desde la adolescencia. A los treinta años, me preparé para ser ingeniero de sonido con profesores informales como Bill Halverson, Mitch Easter o Joe Baldridge, que se tomaron el tiempo de permitirme asistir a sus sesiones, dejarme observar, darme ideas y asesorame. Entonces, compré los manuales que ellos mismos usaban y los estudié durante tres o cuatro años.

 

¿Cómo enfocas el trabajo con una banda cuando te piden trabajar contigo?
Cuando me pregutan si les quiero producir, les pido que me muestren su música, y me suelen mandar el cedé que grabaron el año pasado. Pero yo lo rechazo, no quiero oírlo porque creo que me influirá en sentido negativo, así que les digo que me dejen escuchar las deficientes grabaciones caseras de sus canciones más recientes, sus nuevas maquetas, aunque sean espantosas, porque lo que quiero es escuchar el material nuevo. Si la escucha me sugiere ideas, puedo ayudarles. Si no puedo hacer nada, les digo que no tengo nada que aportarles. A veces me gusta mucho la música, pero no veo cómo puedo mejorarla. Otras, la música no me gusta tanto, pero encuentro un modo de mejorarla, así que les presento mis ideas, y si les gustan, probamos. Si no, me mandan al carajo diciéndome que les gusta como suenan y que no desean que cambie nada, y no trabajamos juntos. Pero siempre me pregunto si puedo aportar algo.

 

¿Prefieres grabar por pistas o en directo?
Si me lo preguntas dentro de un año, quizá te de una respuesta diferente, porque cambio a menudo de opinión sobre el tema. Me he pasado muchos años grabando por pistas, haciendo discos muy buenos, pero ahora me encanta grabar bandas, porque busco el misterio, esos momentos que solo ocurren de manera especial con todo el grupo tocando a la vez. Cuando vas pista por pista, estás muy centrado y no hay posibilidad de error, pero el misterio desaparece. Solo sucede cuando tienes a los chicos tocando juntos en la habitación. Porque ahora dispones de una herramienta magnífica, el ProTools, que te permite poner a tocar a una banda sin ensayo previo, probar cosas, y luego combinar lo que tienes. Lo mismo pasa con la voz. Hace veinte años, la primera toma del cantante solía tener mucho «feeling», pero estaba un poco desafinada y ligeramente fuera de tiempo. La segunda tenía mejor afinación, pero menos «feeling». Y la tercera, que es la que se terminaba usando, está al ritmo perfecto y la afinación es ideal, pero el «feeling» se ha evaporado. Sin embargo, se utilizaba porque era correcta en términos técnicos. Hoy usamos la primera, que tiene todo el «feeling», y podemos corregir los pequeños desajustes que tenga. Es como grabar a un grupo cuando no se da cuenta de que lo estás haciendo. Se trata de aprovechar esos momentos y ajustarlos después mínimamente.

 

Es lo que se dice que hizo Guy Stevens con The Clash cuando tocaron ‘Brand new Cadillac’ en las sesiones de ‘London calling’. Les grabó sin que ellos supieran que lo estaba haciendo.
¿En serio? No lo sabía, pero es un corte fantástico.

 

También has tocado en varios y grupos y tienes un par de discos, «Gilt-Flake» (1995) y «Mountain Jack» (grabado con Hans Rotenberry en 2010), pero no te prodigas demasiado como músico. ¿Por qué?
No me gusta grabar muchos discos, porque creo que la gente los escucha y piensa que si me llaman para producirles sonarán igual. Por eso «Mountain Jack» es tan diferente de «Gilt-Flake», para demostrar que no solo hago power pop. De hecho, «Mountain Jack» es lo que me gustaría hacer actualmente. Por un lado, no me seduce la idea de asustar a la gente por el modo como suenan mis propios discos, quiero seguir produciendo. Por otro, estoy muy ocupado, tengo propuestas de producción constantemente y no dispongo de tiempo para componer. Y cuando por fin tengo algo, me doy cuenta de que voy a ir al estudio a enfrentarme a un ordenador, donde he pasado toda la semana haciendo el disco de otro, y lo que realmente quiero no es regresar al estudio, sino irme a casa y jugar con mi hijo.

 

«Mi idea es ir directo a digital y no usar conversiones, porque siempre pierdes algo. Me he rendido. Si la gente escucha mp3, es lo que hay. Y ProTools es genial, puedes usar las tomas que quieras, ha devuelto el ‘feeling’ a las grabaciones, algo que se había perdido»

 

Has trabajado más de una ocasión con músicos como Josh Rouse o Chuck Prophet. ¿Cada disco es diferente del anterior, o resulta más fácil trabajar a partir de la segunda vez?
Normalmente es mejor. Con Chuck lo fue, definitivamente, porque es difícil empatizar con él mientras trabajas en el primer disco. No nos conocíamos, es un poco raro, y muy impredecible, así que costó unos días estar en su onda. Una vez ocurrió, la grabación fue muy bien. Pero cuando, dos años después, volvimos a reunirnos para hacer el siguiente disco, fue como dos viejos amigos que van al mismo río a pescar. Conocen su equipo de pesca y qué tipo de peces les gustan, así que el objetivo es divertirse. El primero es siempre más difícil. Con Josh fue similar. Con cada disco nos conocemos mejor y ha surgido una camaradería. Sabemos lo que nos gusta y cada vez va mejor.

 

En este caso no es como ir a pescar, sino como pasar las vacaciones juntos, ¿no?
Sí, exactamente [risas]. Esta vez, en concreto, ha sido así. He conocido el sol valenciano, esta mañana he desayunado jamón serrano… Y esta noche iremos a la playa a tomarnos unas cervezas… ¡Es fantástico! «El turista» sí que fue un viaje de pesca total, y encontramos peces hermosos. Este disco es más simple, no vamos tan lejos, estamos cerca de la ciudad que nos gusta.

 

También has trabajado con artistas españoles como The Sunday Drivers, Quique González o Els Pets. ¿Han sido experiencias positivas?
Tengo una excelente relación con Els Pets. Son unos tipos maravillosos, y en cada disco nos hemos sentido felices de vernos de nuevo y volver a trabajar juntos. Somos buenos amigos. En caso contrario, hubiéramos dejado de hacer discos juntos. Y adoro a Quique. Vamos a grabar juntos otra vez, probablemente en octubre. Vendrá a Nashville y empezaremos su nuevo disco. Es encantador trabajar con él, es un tipo muy entusiasta y tiene mucho «feeling».

 

Els Pets cantan en catalán. ¿Es importante para ti entender las letras de las canciones que estás grabando?
Cuando trabajo con ellos, me siento con Lluís Gavaldà y él me explica cada frase de cada canción, y yo las traduzco al inglés. Entiendo lo que canta en catalán y eso me permite encontrar el sentido a cada línea. Es importante para ambos, porque ellos ven que me preocupo por lo que hacen, y eso afecta a todo el mundo.

 

¿Quiénes son tus productores favoritos?
Pues me gusta Guy Stevens, era estupendo. En la misma época, Chris Thomas trabajó en un montón de grandes discos. Pero nunca llegué a conocerles. Otro con el que nunca he coincidido pero cuyo trabajo admiro es T-Bone Burnett, precisamente por lo que hablábamos antes: Siempre busca el misterio, a veces solo pone un micro y captura el sonido en mono. Quiere ver qué pasa en términos visuales, pero también lo que se esconde detrás, ese misterio. Es realmente bueno. Y hay un tipo que también admiro, y con quien además he trabajado, que es Mitchel Froom. Hace hermosos discos íntimos, trabaja a una escala pequeña, delicada. He tenido la suerte de tocar el bajo para él en dos de sus producciones para Ron Sexmith y fue una gran experiencia.

 

También fuiste ingeniero en «Electr-O-Pura» (1995), uno de los discos clave de Yo La Tengo.
Toqué y fui el ingeniero, porque grabaron en mi estudio. De hecho, hicieron allí tres álbumes, pero el productor siempre fue Roger Moutenot. Y, a veces, como yo estaba por allí, Roger me llamaba para tocar un piano o ponerme a la mesa un rato. Son gente maravillosa, y una gran banda. Ira tuvo un ataque al corazón el mes pasado.

 

¿Ira? Parece extraño, se diría que James McNew parece más propenso…
Sí, claro, porque es más obeso. Pero Ira ronda ya los cincuenta años, y creo que tiene la presión sanguínea alta, es muy nervioso. Pero ahora está muy bien.

 

¿Con qué artista te gustaría trabajar?
Hay muchos. A veces he pensado que me gustaría producir a artistas clásicos como Joni Mitchell o Bo Diddley, pero me doy cuenta de que no funcionaría, porque no podría cambiarlos demasiado, y lo que hiciera sería usar el truco de Rick Rubin, y para eso ya está él. Pero hay gente que me gusta mucho. Brendan Benson, por ejemplo, que se ha mudado a Nashville. Le he dicho varias veces que debería trabajar conmigo, pero no le gustan mis ideas. Es lo que te decía antes. Hay que ser honesto, y si no te gusta lo que te propongo, lo mejor es dejarlo estar. Yo creo que Brendan debería hacer un disco pop, pero el quiere seguir haciendo rock. Ha probado los frutos del «gran rock» y quiere seguir haciendo lo mismo. Y es muy bueno en lo suyo. Yo quiero que haga algo más melódico conmigo, pero no le convenzo. Hay muchos más, pero citar a unos sería olvidar a otros.

 

Finalmente, ¿grabación digital o analógica?
La respuesta es digital. Soy un tipo práctico. Uso cinta a veces, y puede sonar realmente bien. Grabé un disco en Nueva Orleans con Richard Julian, el cuarto que grabamos juntos, y lo editamos en formato digital: Es más rápido y fácil. Además, sale más barato, y no teníamos un gran presupuesto. Pero cuando volví a Nashville con las canciones, me dio la sensación de que la voz necesitaba sonido analógico, porque sonaría más parecida a las de los viejos discos de rock and roll, así que la volvimos a grabar y la pasamos a digital. Al final, el formato siempre acaba siendo digital, acaba en un cedé. Si haces un disco para editar en vinilo, puedes grabar en cinta y mandar la mezcla a prensar en vinilo. Entonces tendrás un disco analógico. Pero eso no pasa a menudo, así que mi idea es ir directo a digital y no usar conversiones, porque siempre pierdes algo con ellas. Me he rendido. Si la gente escucha mp3, es lo que hay. Y ProTools es genial, puedes usar las tomas que quieras, ha devuelto el «feeling» a las grabaciones, algo que se había perdido en los ochenta y los noventa. No tengo miedo de decirlo: Me gusta el formato digital. Y cuando suelo preguntar a los artistas cómo pefieren grabar, la respuesta siempre es la misma: digital.

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