«Nos gusta meternos en relativos embolados, aunque sabemos cómo hacerlo digerible. Bosco ha de ser la sustancia que te lleve a una experiencia psicodélica»
Los murcianos Bosco revisan su propio repertorio ecléctico y mestizo en el que el reggae se mezcla con los ritmos bailables mediterráneos y las sonoridades latinas, aderezado todo por una precisa dosis de psicodelia neohippie marca de la casa.
Texto: MIGUEL TÉBAR A.
Fotos: ÁNGEL CASTILLO.
Estamos en el año 2012 después de Jesucristo. Toda la Región de Murcia está ocupada por los indies. ¿Toda? ¡No! Un grupo de rock llamada Bosco, formada por cinco músicos, resistía a la tendencia…
El elixir mágico / Una nueva hoguera vio la luz en 2014, un autoeditado doble epé de debut producido, grabado y editado en flamante vinilo por ellos mismos. Cada uno consta de dos actos e incluye respectivamente tres capítulos.
En su momento, se presentó el original proyecto aunando todas las artes escénicas. Dejaban boquiabierto a cualquier espectador, ajeno a la comuna, que desconociendo la prioritaria intención musical asistiese a aquellos aquelarres sónicos, en los que tanto el fauno, como el hada, el druida o el chamán tuvieron cierta responsabilidad. Un ambicioso espectáculo costoso de hacer girar —y difícil de etiquetar— que biológicamente ha ido derivando en una sincera comunión lisérgica con su parroquia.
La droga que ellos distribuyen no se encuentra fácilmente en plataformas de escucha, pero sí que entra de maravilla si se le pone oído a la curiosa propuesta. Aunque es obvio que lo renacentista no resulta fácil, tampoco está escrito que algo complejo sea inaccesible. «Nos gusta meternos en relativos embolados, aunque sabemos cómo hacerlo digerible. Bosco ha de ser la sustancia que te lleve a una experiencia psicodélica», dicen conversando el letrista David Moratti (juglar, guitarra rítmica, teclista y flautista) y el músico José Perelló (sintes, tzouras y programaciones). Supuestamente, siempre de acuerdo con el resto de talentosos compañeros que conforman el quinteto: Jesús Fictoria a las guitarras y voces, Gonzalo Navarro a la batería y Juande Mestre al bajo. Moratti y Perelló manifiestan la necesidad de llegar a mayor público, ante la dificultad de dar a conocer una marca fuertemente identificada con el seudónimo del pintor y apellido de tantos otros artistas.
Emboscados (Spyro, 2019), el actual punto (seguido), llega un lustro después de aquel brillante trabajo y justo tras haberse detenido en Paradiso (2019), la primera entrega de su particular trilogía inspirada en Dante. Justificado en sí mismo por las colaboraciones con los cercanos Muerdo o Crudo Pimento, así como con Rozalén, Antílopez, O’Funk’illo y Eskorzo. «Ahora que todo el mundo está haciendo duetos nosotros hemos querido darle una identidad a esas canciones que habían mutado o que pensamos necesitaban un giro respecto a la producción técnica original». Se trata por tanto de una premeditada emboscada a una nueva audiencia mediante un vis a vis con otros colegas más famosos.
«Para poder dedicarnos a nuestra música, el público debería estar dispuesto a pagar por algo selecto»
Un vídeo viral
Analizando la obra musical de los Bosco, llama la atención esa justa pero condensada media hora de duración que tiene cada uno de sus cuatro discos. En este último es justo señalar que han añadido la célebre lectura que hicieron como vídeo-recitado del poema que Rafael Alberti dedicó al famoso tríptico (pintado al óleo sobre tabla) del inaccesible pintor neerlandés, un vídeo rebautizado como “El circo de las delicias” que viralizó a la banda murciana. Ahora, a modo de cierre, se ha convertido en un mantra aborigen de veinte minutacos. «Si por nuestra oficina fuese borrarían dicho vídeo, aunque gracias a ello pudimos llegar hasta actuar en México. Piensan que quizás confunda un poco con lo que realmente hacemos, que son canciones. Aquello fue un pedo poético y, como tal, huele mucho. Hoy día el talento no es tan válido como el impacto en las redes sociales».
Admiten que es un recurso estilístico la musicalidad entre líneas que les aporta el uso de las distintas lenguas insertas (italiano, griego, finés, sánscrito, quechua, inglés…), que unido a la sed por beber de distintas fuentes folclóricas, los identifica y los diferencia. Una diversidad de influencias, por tanto, no impostada y sí consciente: «La vida es como una maravillosa ensalada en la que cada color y sabor te puede aportar un bocado distinto. Si algo no te gusta siempre tienes otra cosa donde picar».
Una fascinante carrera, la de Bosco, no exenta de sacrificio: «Para poder dedicarnos a nuestra música, el público debería estar dispuesto a pagar por algo selecto… por ello pensamos que es a la sociedad a quien debería sucederle un cambio, ya que prácticamente toda la gente tiene que estar pluriempleada para sobrevivir, no solamente los músicos. Es un problema global».
Al final de la charla, confiesan que descubrieron hace poco a Inti-Illimani; afirman que no pudieron parar de escuchar en bucle el disco de Alex Serra antes de colaborar con él en Emboscados, disco que presentan estos días en directo —el 5 de marzo en la sala Caracol de Madrid, entre otras fechas—; dicen que les encanta el cruce estilos que practica Califato ¾; rompen una lanza por los paisanos Mala Cotton y reconocen haberse quedado emboscados con la música de Kendrik Lamar o Michel Kiwanuka. Tras «El mosto de la vida» y «El antiquísimo drama» presentan la gira Un concierto más allá del espíritu, en el que seguramente seguirán sin estar solos (ni arriba ni abajo).