LIBROS
“Merece la pena revisitar a Borges. No solo los paisajes conocidos nos seguirán llenando de encanto: nos sorprenderán otros a los que no habíamos prestado atención”
Jorge Luis Borges
“Borges esencial”
ALFAGUARA/REAL ACADEMIA ESPAÑOLA
Texto: CÉSAR PRIETO.
Iniciada la celebración con el “Quijote”, la Real Academia sigue en el empeño de ofrecer cuidadas ediciones de autores canónicos coincidiendo con aniversarios. En esta ocasión, para celebrar el trigésimo de la muerte del escritor argentino, le dedican un “Borges esencial” que aspira a ser introducción a su obra y establecer lo más llamativo que salió de su pluma. Así recoge los dos volúmenes de cuentos que pasan por modélicos –“Ficciones” y “El Aleph”– y una buena recopilación de ensayos y poemas. Como en otras ocasiones, se acompaña el volumen de introducciones y prólogos variados en el que destacados especialistas intentan abordar aspectos de su obra. Se trata, pues, de un volumen de mesilla de noche o de primera consulta. No va más allá, puesto que incluso faltan textos no solo fascinantes, sino necesarios para comprender el universo del autor. Sí, algunos cuentos como “El informe de Brodie”, pero también obras que darían cuenta de lo versátil de su producción: ¿dónde aparecen esas maravillas criptozoológicas de “El libro de los seres imaginarios”? ¿Dónde esas divertidas historias del Holmes porteño que fue Bustos Domecq?
Con lo que aporta la antología se nos ofrece, eso sí, una primera idea cabal de qué representó Borges como escritor. En sus ensayos, se ve dominado por monotemas y autoplagios. El tiempo desde una visión filosófica y la existencia de una literatura argentina parecen ocupar el grueso de sus meditaciones en breves artículos en los que las sentencias brillan –Borges es esencialmente genial en la frase certera–, pero que en su conjunto resultan fárragos de erudición. El siglo XXI, a pesar de que también maneja la brevedad, se ha alejado con mucho del autor de “Inquisiciones”.
Sus cuentos también parecen haberse desinflado un tanto. Cierto que hay relatos excepcionales, en el ámbito costumbrista “El sur” y en el de fantasía metafísica “La biblioteca de Babel”. Muchos otros, pero estos treinta años que han pasado desde su muerte quizás nos han malacostumbrado en lo fantástico a tramas mucho más sorprendentes en las que la reflexión y el ingenio necesitan de efectos especiales para notarse, así que muchas de sus tramas nos resultan escasas. Desde luego, esto es incapacidad nuestra.
¿Se ha enfriado la admiración que en los setenta y ochenta se sentía por Borges? Pues quizás un tanto, pero como si de una balanza equilibrada se tratara, ha aumentado el peso de su poesía. Revisado ahora, se nos revela que Borges dominó excepcionalmente el arte de la lírica y que se fue creciendo en ella. Cuando un año antes de morir publica “Los conjurados”, ese anciano ciego de ochenta y seis años quizás no perciba que está escribiendo uno de los libros más preciosos del siglo XX. No le tiembla la mano al tratar el tema social de una forma modernísima, pero a la vez es un impresionante epígono que recoge toda la tradición occidental. Imágenes, retórica y lenguaje coloquial son tratados por Borges con una soberbia maestría hasta lograr artefactos perfectos, impecables. Así pues, merece la pena revisitar a Borges; no solo los paisajes conocidos nos seguirán llenando de encanto, sino que a la par nos sorprenderán otros a los que no habíamos prestado atención.
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Anterior crítica de libros: “Resort”, de Juan Carlos Márquez.