Bola Ocho integral, de Daniel Clowes

Autor:

LIBROS

«Daniel Clowes cambió del todo la historia del cómic en el nuevo milenio»

 

Daniel Clowes
Bola Ocho integral
FULGENCIO PIMENTEL, 2024

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Allá muy a principios del nuevo siglo, hablaba con mi tocayo César Sánchez, de la bonita ciudad de Logroño, de nuestros proyectos y deseos, de lo que nos gustaría llevar adelante en nuestras vidas. Sus aspiraciones las tenía muy claras: quería gestionar una editorial de cómics. Tiempo después, en 2006 concretamente, lo llevó a cabo fundando Fulgencio Pimentel —nombre tomado de una canción de nuestras adoradas Vainica Doble—, una editorial atenta a la cultura popular, pero de una manera elegante, cuidada, que toma el arte de la calle y le da más prestancia. Mis aspiraciones… bueno, dejémoslo estar.

Una década antes, en los Estados Unidos de Norteamérica, florecía una nueva juventud, que en este caso ya no era la de la joven América. Al contrario, retroalimentándose con el grunge, ocupaban posiciones nihilistas y parecían llevar el peso del mundo en sus espaldas. Su medio de expresión eran maquetas y pequeñas compañías y fanzines de música y de cómic. Uno de estos —el icono de la época junto al Odio de Peter Bagge— se llamaba Eightball y publicó su primer número en octubre de 1989.

Su autor era Daniel Clowes, nacido en Chicago, que había trampeado con diversas series —de estética bastante europea— y que con este primer número pensaba quemar su última oportunidad de ser alguien en el mundo del cómic, pero no con una serie inscrita en las corrientes habituales en esos años, sino con unas páginas en las que volcase todo su mundo personal, su peculiar humor, su querencia por el absurdo. Decidió poner en ello todo lo que le pasaba por la cabeza, sin ningún tipo de barrera o impedimento. El formato sería de contenedor: algunas historias sueltas, pero también alguna serie que tuviera continuidad. Y se volcó, a ver qué pasaba, si podía tener salida. Y vaya si la tuvo, la tuvo hasta lograr que su autor sea reconocido en nuestros días como uno de los más influyentes de este nuevo milenio.

Ese primer número ya iniciaba la seria que le iba a dar fama: Como un guante de seda forjado en hierro, que se abre en la primera página con una viñeta que ocupa todo el espacio posible con el retrato de uno de los protagonistas. El título de la serie proviene de un diálogo de la película de Russ Meyer Faster, Pussycat! Kill! Kill!, lo cual nos permite entender de dónde viene el sorprendente decorado ambiental de sus páginas.

Y a partir de aquí, un viaje inclasificable en ninguno de los géneros conocidos en que su protagonista deambula por los suburbios de una ciudad americana cualquiera, se cruza con los personajes más extraños que uno pueda imaginar, se ve envuelto en episodios absurdos y maneja unos condicionantes que podrían aparecer perfectamente en cualquier película del recientemente fallecido David Lynch. La segunda serie, ya en la segunda mitad de la historia de la revista, es totalmente diferente. Ghost world es una historia costumbrista en el que dos amigas, Enid y Rebecca, adolescentes que acaban de graduarse en secundaria a principios de los noventa, pasan su día a día en una ciudad americana, enfrentándose a su familia, a sus amigos, a las gentes que les rodean y a la propia amistad.

Aparte de estas dos series, cada número cuenta con historias sueltas que trabajan la parodia del mundo de los cómics o historias delirantes de pueblos del medio oeste. El estilo es variadísimo, y tanto puede depender de Corben, de Crumb, del cartoon o de la línea clara europea. La edición de Fulgencio Pimentel abarca los dieciocho números de la publicación —aunque hay posteriores no tienen mucho que ver con el espíritu original—, en los que se puede ver la evolución y la amplitud de estéticas. Hay extraños hombres que emergen de lagos, lenguaje de teletienda, dibujos falsamente naífs, personajes estrafalarios, historias de Halloween o tiendas de discos.

En España, editó estas historias la editorial La Cúpula en once números bajo el título de Bola Ocho, pero los contenidos no se corresponden con el original, puesto que no contenían las historias serializadas y mezclaron las historias cortas, con presencia incluso de otros autores. Yo recuerdo comprar ahora esos ejemplares, que no tienen sentido porque felizmente Fulgencio Pimentel los ha englobado de manera correcta. Daniel Clowes dudaba a la hora de encarar estas historias y las llevó adelante a ver si cambiaba su suerte. Y lo que consiguió fue cambiar del todo la historia del cómic en el nuevo milenio.

Anterior crítica de libros: Canciones que te salvaron la vida. The Smiths 1982-1987, de Simon Goddard.

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