LIBROS
“Enormemente intrigante, revela cuestiones adultas con sostenida e implacable fuerza”
Lois Duncan
“Blackwood”
NOCTURNA EDICIONES, 2018
Texto: CÉSAR PRIETO.
Si algo se le reconoce al director español Rodrigo Cortés es escoger bien sus historias, tramas de contenido mínimo que él dota de una arquitectura densa y profunda. Eso es lo que ha conseguido con “Blackwood”, una novela de la norteamericana Lois Duncan, especialista en novelas de suspense para adolescentes. Suya es, para que vayan haciéndose una idea, “Sé lo que hicisteis el último verano”. Sí, “Blackwood” es una novela juvenil, hecha con todos sus mimbres temáticos y estructurales, pero que, desde su sencillez, transmite una poderosa visión de cuestiones casi filosóficas. Como en las maravillosas “Picnic en Hanging Rock” o “Los chicos del maíz”, unas jóvenes se enfrentan a sucesos que no pueden explicar del todo.
Tiene que haber una alguna sugerencia misteriosa inicial que magnetice. Y la hay. Tiene que haber un internado, con una institutriz ambivalente. Y lo hay. Ciertas gotas de enamoramiento. No faltan. Todo ello son los condicionantes de las novelas para estas edades. También tiene sus hándicaps. El estilo no potencia el uso del lenguaje como instrumento de refuerzo del tema y los personajes están trabajados con escasa hondura. Pero “Blackwood” tiene algo que la aleja de estas tramas que exigen sencillez: es una novela que trata del misterio de la creación.
Las cuatro adolescentes que están internas —solo cuatro, es una institución más que elitista, de cuidado prurito académico— trabajan especialmente materias artísticas que crecen sobre el desasosiego que les produce la casa, son capaces de mejorar infinitamente sus habilidades en la creación de obras de estética potente y delicada. Cada una a su estilo, se enfrentan a las mismas preguntas: ¿de dónde viene este poder que lleva a construir pedazos de mundos desde la nada? ¿Por qué la pintura, más allá de la técnica, es capaz de producir sensaciones? ¿Cómo es posible estremecer con la música, con unos sonidos que extraídos de la naturaleza, la mente del artista encaja en una combinación perfecta?
Son cuestiones nada pueriles que se combinan aquí con una lucha entre la maldad y la inocencia. Y entonces encajan las piezas, los sueños misteriosos, una casa que parece maligna —no destripamos nada: en las primeras páginas se expone a las claras—, los sueños, el poder de lo que no se ve. Así, Lois Duncan, reivindicable sin ningún problema, consigue hacer florecer la magia que tienen las buenas novelas juveniles: por un lado es enormemente intrigante, pero por el otro nos revela cuestiones adultas con sostenida e implacable fuerza.
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Anterior crítica de libros: “La hermandad de los celtas”, de Carlos Núñez.