Blackgrass: from West Virginia to 125th St, de Swamp Dogg

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DISCOS

«El resultado es una entrega tan reverente como obscena, una colección que desafía las nociones convencionales de género y raza»

 

Swamp Dogg
Blackgrass: from West Virginia to 125th St
OH BOY RECORDS/ POPSTOCK!, 2024

 

Texto: XAVIER VALIÑO.

 

Este año será recordado musicalmente, entre otras cosas, por el acercamiento de Beyoncé al country. Y, aunque Swamp Dogg hace algo similar con el bluegrass en su nuevo álbum, no recibirá desgraciadamente ni el 0,1% de atención que la exitosa cantante. Aquí Dogg reivindica los verdaderos orígenes de la música bluegrass que, en sus palabras, «vino de los negros. El banjo, la tina de lavar, todo eso comenzó con los afroamericanos. Lo estábamos tocando incluso antes de que tuviera nombre».

A lo largo de sus siete décadas de carrera, Swamp Dogg, nacido en Virginia y radicado en Los Ángeles, se ha asentado como una de las figuras de culto más excéntricas e influyentes de la música estadounidense, especialmente en el mundo del soul. Pero él siempre sintió devoción por artistas como George Jones o Flatt & Scruggs, y una de sus canciones (“She’s all I got”) llegó incluso a lo más alto de las listas country cuando la grabó Johnny Paycheck. En los setenta ya versionaba temas como “Sam stone”, de John Prine. Y Prine, que lo estimaba, apareció en el disco de 2020 de Swamp Dogg Sorry you, que resultaron ser las últimas grabaciones de Prine antes de su muerte.

Resulta pues, de justicia, que el nuevo disco de Dogg aparezca en el sello Oh Boy de Prine. La lista de canciones es ecléctica, con temas originales y clásicos antiguos de Swamp Dogg que se combinan con revisiones de éxitos del soul de los setenta y melodías pop atemporales de los cincuenta, solo que, en esta ocasión, filtrado todo a través de una lente progresiva de los Apalaches que hace un guiño a la tradición sin que resulten un caso metido por ella.

En el álbum, Dogg desdibuja las líneas entre folk, country, blues y soul, con invitados especiales como Margo Price, Vernon Reid, Jenny Lewis, Justin Vernon o The Cactus Blossoms, aunque es en última instancia la entrega de Swamp Dogg a sus 81 años, mostrando alegría y dolor genuinos, lo que eleva el disco por encima de intentos similares. El resultado es una entrega tan reverente como obscena, una colección que desafía las nociones convencionales de género y raza y, al mismo tiempo, celebra la música que ayudó a hacer de Swamp Dogg el querido iconoclasta que hoy conocemos.

Anterior crítica de discos: Banzai, de Pastore.

 

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