FONDO DE CATÁLOGO
«Hard rock, himnos, glam, grooves hipnóticos. Billion dollar babies lo tiene todo»
Ignacio Reyo nos conduce hasta 1973 para reivindicar el sexto disco de la banda homónima que lideró Alice Cooper antes de su proyecto solista. Un trabajo crucial de un grupo que influyó, entre otros, al mismísimo David Bowie.
Alice Cooper Group
Billion dollar babies
WARNER BROS, 1973
Texto: IGNACIO REYO.
Con el final de la era hippie y el comienzo de los turbulentos setenta, no había en el mundo mejor banda sonora que Alice Cooper, el grupo. Y conviene especificar esto último, porque, contrariamente a lo que mucha gente piensa, Alice Cooper no empezó siendo un artista en solitario, sino una banda de cinco miembros cuyo cantante eligió el nombre del grupo como su alter ego artístico. De hecho, si entrevistas a Vincent Furnier en la actualidad, te hablará de Alice Cooper en tercera persona.
Explicado esto, entremos en materia. Fichados por la discográfica de un Frank Zappa que no se sabe aún si se los tomaba en serio o no, posteriormente rescatados gracias a un joven aprendiz llamado Bob Ezrin como productor, el quinteto puso banda sonora a los turbulentos Estados Unidos de inicios de los setenta. Humor negro, influencias de pintores surrealistas, además de un concepto del espectáculo como teatro macabro, los convierten en pioneros de muchas corrientes. Sin el Alice Cooper Group, David Bowie no hubiera completado su transformación glam, por citar uno de los mil ejemplos.
Si en “Caught in a dream” vaticinaban un futuro de estrellato, dos años después lo celebraron a lo grande en Billion dollar babies. Su álbum anterior, School’s out, había tenido un gran éxito, y qué mejor manera que celebrarlo que hacer un disco que hable de lo mismo y consiga aún más éxito. Fue número uno en Estados Unidos e Inglaterra. El desaparecido guitarrista Glen Buxton, el guitarra Michael Bruce, el batería Neal Smith, el bajista Dennis Dunaway y Alice Cooper sabían que debían poner todo en contexto y mezclarlo con su batidora particular. Me lo contó el propio Neal Smith: «Antes de la grabación ya habíamos tenido canciones de éxito, el disco School’s out nos había puesto en el mapa. Nuestros sueños se habían convertido en realidad. Escribimos un álbum sobre nosotros mismos. Todos son sobre lo que pensábamos, pero aquí llegamos a otro nivel. La única parte negativa es que Glen no participó mucho en el álbum, fue el principio del fin de Glen como un elemento creativo en la banda. A pesar de eso, todo el mundo hizo un gran trabajo, teníamos electricidad, conexión».
Cogieron una canción compuesta por Rolf Kemp, “Hello horay”, para iniciar el álbum, y el resto correría de su explosiva creatividad. Esa versión es el ejemplo perfecto de cómo coger una canción ajena y convertirla en un clásico. «He estado esperado tanto tiempo para cantar mi canción, he estado esperado tanto tiempo para que llegara este momento » son versos tan icónicos y épicos como los incluidos en “My way” o “We are the champions”. El resto, clásicos como el himno sarcástico “Elected”, la macabra y divertida celebración de la muerte “I love the dead”, el pegadizo single “No more Mr. Nice Guy”….y podríamos citar todas las canciones, porque todas están a un nivel superlativo. ¡Si hasta consiguieron que Donovan pareciera una estrella glam en su dueto con Alice en el tema título!
Hard rock, himnos, glam, grooves hipnóticos. Billion dollar babies lo tiene todo. Finalicemos con la respuesta que nos da Sergio Martos, cantante de los Schizophrenic Spacers y periodista musical, de por qué nunca triunfaron en nuestro país: «Cuando Alice era una estrella a la altura de los Stones, Who y demás en el resto del mundo, aquí era un artista de minorías. Y eso es porque la influencia británica en España era mucho más evidente que la estadounidense».
Es hora de remediarlo. Si no lo has escuchado, hazte con él y que sea el número uno de tu tocadiscos.
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Anterior entrega de Fondo de catálogo: Car wheels on a gravel road (1998), de Lucinda Williams.