Big sigh, de Marika Hackman

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DISCOS

«Varias de las canciones están construidas a partir del contraste, comenzando de forma serena y explotando después con crudeza»

 

Marika Hackman
Big Sigh

CHRYSALIS, 2024

 

Texto: XAVIER VALIÑO.

 

La británica Marika Hackman lleva diez años publicando tanto canciones de folk íntimo como robustas piezas de rock que rezuman valentía. En los últimos años, su vida se ha visto truncada por el confinamiento, pero también por una dolorosa ruptura sentimental. En su sexto disco, a los 31 años, Hackman utiliza sus tristeza como combustible para reflexionar sobre esas experiencias oscuras e incómodas, mientras que musicalmente vuelve la vista atrás hacia el estilo más crudo de los primeros días.

De ahí que, en esta ocasión, varias de las canciones estén construidas a partir del contraste, comenzando de forma serena y explotando después con crudeza. Es el caso del single “No caffeine”, en el que Hackman esboza una brillante lista de consejos sobre cómo controlar un ataque de pánico. «Prepara una infusión de hierbas, no vomites / Recuerda cómo respirar, intenta tal vez follar».

Hackman trabaja hábilmente su paleta de sonidos, revistiéndola con acordes menores al piano o suaves rasgueos de guitarra, con arreglos de cuerda cinematográficos, apuntes ocasionales de la sección de viento o su dulce voz, enfatizando esporádicamente sus letras. Sigue siendo dueña de un sonido melancólico perfectamente pulido, que en Big sigh captura el dolor de los recuerdos, su ira o simplemente una tristeza desbordante. Lo expone todo claramente desde el principio, en una primera línea que resume ya estos últimos años: «El oro está sobre el suelo / Fui feliz durante un tiempo».

Anterior crítica de discos: Trópico, de Pony Bravo.

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