Benjamin Biolay: Lo bello y lo triste

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benjamin-biolay-29-10-09

«Hay una tristeza perfecta en este último Biolay. Una melancolía que crea adicción. Música hiperestésica para hiperestésicos. Uno se quiere quedar a vivir en sus canciones. Por la compañía. Por la comodidad. Hay desnudez e indefensión en el que canta. Y ahí estás tú obligado, también, a quedarte desnudo»

Benjamin Biolay, el último genio del pop francés, acaba de publicar «La Superbe», su nuevo disco. Blanca Plastic ha caído rendida ante esta obra maestra, y nos lo cuenta en este texto personal, intenso y entregado.


Texto: BLANCA PLASTIC.


Benjamin Biolay me gusta desde desde el minuto uno. Desde el principio. Su «Rose Kennedy», de un clasicismo tan elegante. «Négatif», maravilloso. El divertimento de «Home» con su ex Chiara Mastrioianni, una delicia. (Saltamos el insulsillo «À l’Origine»). Pero con «Trash Yéyé» algo pasó. Algo más. Algo que me obligó a arrodillarme. BB tenía otra pinta. Su aspecto «cool» de niño bien plantado se había mutado en aire de estar de vuelta, dolorosamente de regreso, tristemente derrotado. Punzante y cegador descreimiento. La pérdida de la inocencia. Ojeras de trasnochador. Mirada perdida. Descuido. Y las letras… BB era otro. Los juegos de palabras de antes, inofensivos y lúdicos, habían dado paso a letras brutales, crudas y sin tregua. «Trash Yéyé» era una radiografía del amor, del desamor, de la ruptura, del dolor, de la rabia, de lo que queda, de lo que se borra, del abandono, del abandonarse. Desolación en estado puro a pesar de los hermosos intentos de esconderla en melodías azucaradas. Lo escuché obsesivamente durante muchos meses. ‘Bien avant’, la primera canción, me sigue pareciendo el texto más implacable que he escuchado jamás sobre cómo y cuánto, a veces, se arruga el amor.

benjamin-biolay-cd-29-10-09Con «La Superbe» este Benicio del Toro a la francesa suma y sigue. Otra vez letras que sacuden. La falta de fe. Las adicciones y las trampas para superarla. Lo inevitable. Disparos certeros. En el centro del corazón. El peso de la soledad. «J’ai cru les gens qui m’entourent qui rêvent de bonheur, mais se foutent éperdument du nôtre». Los días que pasan. El tiempo que se fue. La decepción. «Déçu de vous, déçu de nous, je ne crois plus en rien de tout». La belleza de ciertos instantes. «Et encore, et encore, caresser tes cheveux». Catástrofes anunciadas. «Elle est là, tu la sens et tu sens que tu l’as dans le sang». Rayos de esperanza. Nostalgias que no se curan. Destellos. Fatalismo infeccioso. La vida. «Quelle est courte, hélas, cette vie déguelasse». No quiero dejar de escuchar ’15 aoû’, ‘Padam’, ‘Ton Héritage’, ‘Si tu suis mon regard’, ‘Brandt Rhapsody’, ‘L’espoir fait vivre’, ‘Reviens mon amour’, ni… ni… Obra maestra. 23 canciones que se pasean como quieren por tantos territorios (jazz, pop, chanson, spoken word…). A dosificar. Por aquello del síndrome de Stendhal.

Hay una tristeza perfecta en este último Biolay. Una melancolía que crea adicción. Música hiperestésica para hiperestésicos. Uno se quiere quedar a vivir en sus canciones. Por la compañía. Por la comodidad. Hay desnudez e indefensión en el que canta. Y ahí estás tú obligado, también, a quedarte desnudo. Indefenso. «À poil».

A Biolay no le gusta hablar de sus canciones. Normal. Ya lo dicen todo ellas solitas.
Se explican tan bien. Te explican tan bien.
Se escriben tan bien. Te (d)escriben tan bien.
Para muestra, la letra de la tremenda ‘Ton Héritage’ de «La Superbe».

TU HERENCIA

si te gustan las tardes de lluvia
mi niño/a, mi niño/a
las callejuelas de Italia
y los pasos de los paseantes
la letanía eterna
de las hojas muertas en el viento
que gritan una última vez
grita, mi niño
si te gustan los rayos
mi niño, mi niño
bañarte a medianoche
en el gran océano
si te gusta la mala vida
tu reflejo en el estanque
si quieres a tus amigos
a tu lado todo el rato
si rezas cuando la noche cae
mi niño, mi niño
si no pones flores en las tumbas
pero quieres a los ausentes
si tienes miedo de la boma
y del cielo demasiado grande
si hablas con tu sombra
de cuando en cuando
si te gusta la marea baja
mi niño, mi niño
el sol en la terraza
y la luna bajo el toldo
si se pierde a menudo tu rastro
en cuanto llega la primavera
si la vida te sobrepasa
pasa, mi niño

no es tu culpa
es tu herencia
y será aún peor
cuando tengas mi edad
no es tu culpa
es tu carne, tu sangre
tendrás que tirar con ello
o más bien, sin

si olvidas los nombres
las direcciones y las edades
y casi nunca el sonido
de una voz, un rostro
si amas lo que es bueno
si ves espejismos
si prefieres París
cuando llega la tormenta
si te gustan los sabores amargos
y los inviernos blancos
si te gustan los últimos tragos
y los misterios turbadores
si te gusta sentir la tierra
y surgir el volcán
si tienes miedo del vacío
vacía, mi niño

no es tu culpa
es tu herencia
y será aún peor
cuando tengas mi edad
no es tu culpa
es tu carne, tu sangre
tendrás que tirar con ello
o más bien, sin

si te gusta irte antes
mi niño, mi niño
antes que el otro despìerte
antes de que te deje en la estacada
si te da miedo el sueño
y que pase el tiempo
si te gusta el otoño bermejo
maravilla, rojo sangre
si te da miedo la muchedumbre
pero soportas a la gente
si tus ideales se derrumban
la tarde de tus veinte años
si nada ocurre
como en tus planes
si no eres más que una piedra que rueda
rueda, mi niño

no es tu culpa
es tu herencia
y será aún peor
cuando tengas mi edad
no es tu culpa
es tu carne, tu sangre
tendrás que tirar con ello
o más bien, sin

mi niño
mi niño

Este texto se ha publicado en el muy recomendable blog “Reflexiones de un tapir”.

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