“Fueron de menos a más, pero a mucho más, para acabar estrujándonos las entrañas”
La gira conjunta de Ben Harper y el veterano armonicista Charlie Musselwhite hizo doblete el pasado fin de semana en Barcelona. A su primer concierto en la sala Barts acudió Eduardo Izquierdo.
Ben Harper & Charlie Musselwhite
Sala Barts, Barcelona
27 de abril de 2018
Texto: EDUARDO IZQUIERDO. Foto: CARLES PORTELL.
No suelo criticar los discos de Ben Harper y Charlie Musselwhite. De hecho, mi última reseña publicada en esta página sobre “No mercy in this land” es más que positiva. Creo firmemente que son buenos discos, pero también doy la razón a aquellos que me cuentan que esperaban más de esa unión. Ese plus que algunos buscan, sin duda, es el torbellino que se nos vino encima a los que asistimos a su concierto del pasado viernes en la sala Barts, el primero de sus dos veladas en Barcelona. Y en especial durante su segunda parte.
Porque la cosa empezó al tran tran. Trotona, diría. Un poco como esos discos. Harper y Musselwhite encararon el ‘When I go’ de apertura sentados tranquilamente, como si estuvieran pasando la tarde en el porche de sus casas. Con aparente facilidad, pero también cierta frialdad. Que recurrieran al repertorio en solitario del espléndido armonicista con ‘The blues overtook me’ tampoco pareció despertarlos del semi letargo. Era un concierto serio. Notable. Pero nada más. Poco podíamos pensar en ese momento que íbamos a acabar saliendo de la sala con ganas de subrayar en rojo esa noche como una de las citas musicales del año.
El cambio llegó con ‘Nothing at all’ y Harper sentado al piano. Algo hizo click. No solo en los músicos sino también en el público, y a partir de ahí todo fue sublime. Volviendo al repertorio de Charlie en, esta vez sí, una aplastante ‘I’m going home’ o yéndose a los clásicos, en este caso a Memphis Minnie para cerrar el concierto, previo bis, con ese ‘When the levee breaks’, de la que Led Zeppelin se apropiaron en su cuarto disco.
Después tocamos el cielo. La última parte del concierto, porque quizá ha sido precipitado llamar simplemente bis a los siguientes cinco temas, no tuvo desperdicio. ‘No mercy in this land’ sonó mucho más cruenta que en el disco, ‘The bottle wins again’ fue magistral, ‘Long legged woman’, otra del repertorio de Musselwhite, magnífica, y la versión del ‘Yer blues’ de The Beatles inmejorable. Quedaba cerrar bien, y para eso, un Harper despojado de su sombrero, entonó a cappella ‘All matters now’ para que nuestras almas se estremecieran. Fueron de menos a más, pero a mucho más, para acabar estrujándonos las entrañas.