Ben Folds: «Anhelo dejar atrás todos los complejos»

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«No puedo controlar si un álbum perdura, pero sí puedo controlar si resulta honesto»

 

Tras una ausencia discográfica de ocho años, en los que no ha cesado de realizar otros proyectos, Ben Folds publica su nuevo disco, What matters most. La ocasión perfecta para acercarnos al genio estadounidense. Por Xavier Valiño.

 

Texto: XAVIER VALIÑO.
Fotos: ALYSSE GAFKJEN.

 

Difícil pensar en un músico tan activo y con tantas inquietudes creativas como Ben Folds. En su momento se dio a conocer con Ben Folds Five, un trío —contradiciendo su nombre— que grabó cuatro discos, tres en su primera encarnación (entre 1995 y el 2000) y uno durante su reunión de 2008 a 2013. Además de su carrera en solitario, desde entonces ha grabado un álbum con el escritor Nick Hornby (autor de Alta fidelidad, que lo cita entre sus músicos favoritos), ha trabajado con orquestas sinfónicas, ha escrito sus memorias, ha contado con su propio show televisivo durante cinco temporadas, ha paseado sus fotografías por distintas exposiciones, ha sido actor en distintas series y películas, ha compuesto bandas sonoras, ha conducido dos podcasts —uno de ellos con los candidatos a Presidente norteamericano—…

Ahora publica What matters most, su primer disco en ocho años, un período en el que no ha estado precisamente parado, aunque lo pudiese parecer por la escasez de trabajos discográficos a su nombre. Sin embargo, se encuentra en una de las etapas más prolíficas de su carrera. «Sin duda», reconoce. «No estoy seguro de que sea la más prolífica. Siempre he trabajado duro. Hay una facilidad que estoy sintiendo y que no tenía cuando era más joven», reflexiona.

Desde fuera, se supone que todo forma parte de un mismo proceso, aunque pueda implicar habilidades diferentes por su parte. «¡Dios, ya sabes! Todo es algo que tengo que hacer. Mi «lugar especial» es escribir canciones. No sé por qué, pero es donde puedo ser más yo mismo. No lo cuestiono demasiado. Y eso que es difícil, nada fácil. Pero no lucho con las dudas y la comparación con los demás que sí experimento con todas las otras formas de creatividad. Me gusta todo. Me gustaba actuar, escribir libros, la orquestación, la defensa del arte. Pero en el fondo soy escritor de canciones. En realidad, solo las canto y las toco porque nadie más se ha ofrecido a hacerlo».

 

¿Cuál era tu intención con el nuevo álbum What matters most? ¿Algo que querías lograr, algo que no quisieras repetir?
En primer lugar, quería hacer un álbum que fuera útil. Generoso, esa fue la palabra que usé para mi productor Joe Pisapia. Eso significa recordarme que hay discos más que suficientes en el mundo. No quería hacer un álbum y hacerle perder el tiempo a la gente, y perder el mío, grabando algo que alguien más haría. Sorprendentemente, con miles de millones de personas en la Tierra, cada uno tenemos una cara única. No puedes tratar de ser otra persona, pero sí puedes ser la mejor versión de ti mismo. En segundo lugar, quería asegurarme de que estaba siendo lo mejor posible en lo que hago. El tipo de oficio de composición y producción que había en los setenta está desapareciendo, y yo soy un aprendiz de ese oficio, así que al crear un álbum con todo lo que tenía sentí que estaba ofreciendo algo que no era lo habitual. Incluso aunque no suene extraño, lo cual siempre es interesante. Cuando tratamos de ser únicos sale algo extraño. Pero esa cara que te dieron al nacer, en reposo, sin esfuerzo, ya es única, y probablemente no resulte extraña. No quería dejarme llevar por los prejuicios. Quería hacer un disco que fuera bueno para escuchar; bien elaborado, lo que significa que la mayoría no notará el trabajo detrás, de lo contrario, no es un buen trabajo artesano, y que hablara de algo actual. No puedo controlar si un álbum perdura, pero sí puedo controlar si resulta honesto. Así que esas eran algunas de mis aspiraciones.

 

Dices que la estructura, el arco de las canciones en el álbum, ha sido muy importante. ¿Por qué?
Siempre es importante lograr que alguien se siente a escuchar un disco completo. Tiene que parecerle bien al oyente, fluir y permitirle viajar a alguna parte con él. Cada canción tiene que tener eso también. Por supuesto, un álbum con esa fluidez no es la norma, y no pasa nada. También me gustan las colecciones de canciones. No puedo evitar jugar con las canciones, en caso de que a alguien le guste sentarse y experimentarlo de principio a fin, como me pasa a mí. Aunque no le doy un valor a ello, como digo. Algunos discos de grandes éxitos son asombrosos y también entiendo que, a veces, un álbum razonablemente bueno está ahí solo porque contiene una gran canción. Una gran canción puede valerlo. Pero yo intento cubrir mis ambiciones, conseguir que el álbum funcione como tal y no por una canción destacada.

 

¿Compusiste las canciones para que fueran así o diste cuenta de ello cuando todo estuvo escrito o le diste una secuencia al disco?
Es bueno admitir que, cuando hacemos algo, tal vez haya un pequeño plan maestro, pero en su mayor parte resulta un desastre. Sé cuál es mi camino y, cuando llega el momento de hablar de ello, por supuesto, tengo cierta perspectiva y puede parecer que tengo un plan. Dudo que muchos de nosotros tengamos algún plan mientras hacemos algo. Es un lío: un día apesta y al día siguiente te parece genial. Un día se entiende como un viaje hacia el este, al día siguiente se ha desviado hacia el norte. Desechar, descubrir. Siempre resulta un poco aterrador y un poco irresponsable. Pero sí, compuse, ajusté, consideré, me balanceé en la oscuridad. Y al final siento que tuve suerte, porque todo parece inevitable… Yo estaba allí, lo sé mejor que nadie [risas]. Por cierto, la obra de arte de la portada es del artista español Sensetus. Encontré a este artista en Instagram y, cuando trabajé la portada, me di cuenta de que el título debería ser What matters most (Lo que más importa). Originalmente pensé en llamarlo But wait, there’s more (Pero espera, hay más). El cambio se debió a que la imagen llegó al meollo del álbum y me mostró que mi título no era del todo correcto. Lo que más importa es el título perfecto, y es gracias a la obra de arte.

 

«El dolor puede estar dentro de la belleza del sonido»

 

Parece que has trabajado mucho en los arreglos y los colores orquestales de este álbum. ¿Era algo que buscabas conscientemente?
Me encantan las orquestaciones. Pero la orquestación puede ser unas voces o una banda de rock… Para mí, el arreglo es parte de la orquestación. La orquestación tiene en cuenta los colores, el tono de cada instrumento, mientras que los arreglos tienen más que ver con las notas. Así es como yo lo veo. Me encanta trabajar con orquestas y lo he hecho durante la mayor parte de mi carrera. Mi primera experiencia musical fue tocar en una orquesta juvenil cuando era niño. En este caso quería hacer un álbum que fuera sumando tonalmente, que dejara espacio y, si se volvía denso, quería hacerlo bien. No puedo decir que siempre haya sido así. A veces fuerzas las cosas: si quieres que el oyente sienta dolor, lo haces doloroso. Pero hay otro enfoque, probablemente más clásico. El dolor puede estar dentro de la belleza del sonido. No está de más escucharlo, es seductor. Pero el mensaje que se transmite con las notas es claro, y te llega a través de cualquier otra emoción que estés sintiendo. No tiene que ser literal, y no quiero sentir que no estoy siguiendo lo que está de moda por hacer algo bonito en lugar de algo doloroso. Parte de lo que anhelo es dejar atrás todos los complejos, ya que un músico puede fácilmente sentirse fuera de onda al hacer algo que puede parecer insípido y bonito, o demasiado sonoro.

 

¿Sobre qué querías escribir en este álbum? ¿Algún cambio en tu motivación para las letras? Me gusta especialmente el retrato de “Kristine from the 7th grade”. ¿Es una canción que no podías haber escrito antes, o donde ves tú más clara esa evolución?
“Kristine from the 7th grade” es un ejemplo de una canción escrita como un ejercicio. Hay algunas más en el disco. Estaba dando clases de composición de canciones para mi grupo de Patreon, sobre todo durante la pandemia. Esta canción salió de una serie que llamé Canciones a partir de titulares, cuando le pedí al grupo que repasaran los titulares del día para encontrar una historia que pudiera convertirse en una canción. El ejercicio fue para hacerlos pensar en historias y cómo la canción se relaciona con esa historia. La historia es esto y lo otro, pero esa no es la canción. Por lo general, no solo haces rimas y listo. Esta historia en concreto estaba en un periódico estadounidense, y era un artículo de opinión hablando de por qué una escritora se negaría a quitarse los zapatos en la casa de alguien que conmina a sus invitados a descalzarse. Es esencialmente lo que llamamos un tema de brecha, sobre la división cultural, que generalmente coincide con las líneas de los partidos políticos. Consigue clics para los periódicos. De todos modos, no me importaba la historia, estaba interesado en la escritora, cuyo nombre era Kris. La imaginé como alguien que conocía desde la infancia, que ahora enviaba terribles correos electrónicos de contenido político y, en última instancia, eso conducía al fin nuestra amistad. Ese tipo de diferencias son demasiado habituales en estos días, así que escribí la canción rápidamente. La naturaleza de esta canción, y alguna otra, es probablemente más nueva para mí.

 

 

¿Alguna vez has descubierto qué es lo que hace que una canción pop sea perfecta? “What matters most” es un buen ejemplo en este álbum.
¡No lo he conseguido! Y no me imagino que ninguna lo sea. ¡Creo que la palabra «perfecto» probablemente sería mi fin! Seguramente, la canción pop más cercana a la perfección sea una melodía con letra sobre algo culturalmente relevante de la actualidad, o una letra de alguien para otra persona, algo que no podemos decir nosotros mismos, que solo puede suceder en una canción. Lo ideal sería que el oyente no se quedase absorto con la complejidad, incluir algunas perlas, ganchos y un tercer estribillo que le haga parecer como una persona nueva en el mismo lugar físico.

 

A pesar del estado de ánimo reflexivo de canciones como esta, dices que este es un álbum alegre. ¿Querías transmitir ese sentimiento al oyente? Si es así, ¿por qué ahora?
La música es alegre incluso cuando transmite algo triste. Optimista sería una palabra más adecuada. Ya sabes, ya está en la primera canción con la línea «¿Todavía crees en el bien de la humanidad? Lo hago, lo hago, lo hago». Eso a pesar del resto de la canción. Es la forma en que sobrevivimos. Y al final quería señalar algo que dijo un fontanero que arregló nuestro fregadero: «Solo tienes un momento especial en el día… Tal vez dos, y eso sería un extra». Eso hace que todos los golpes en el estómago y el aburrimiento valgan la pena. Es increíble, y quería que el álbum terminara con ese pensamiento.

 

¿Qué sonaba en tu equipo mientras escribías y grababas el álbum?
Curiosamente, durante la pandemia, cuando se compuso este disco, vivíamos en un apartamento muy pequeño, algo así como varados en Sídney, Australia. No tenía nada parecido a un tocadiscos o a un equipo estéreo. Normalmente pincho música clásica o jazz en el tocadiscos, pero no tenía esa posibilidad mientras escribía este álbum. Me avergüenza decirlo, pero no estaba escuchando mucha música.

 

¿Cuánto hay de aprendizaje musical en tu día a día? ¿Trabajas para mejorar tus habilidades existentes y tu voz o buscas sonidos que te resulten originales y que puedas llegar a probar y dominar?
Lo hago. Tengo que hacerlo. Por un lado, adquieres hábitos terribles en las giras. Dejas de tocar el piano y cantar porque una gran parte de las giras es simplemente seguir adelante. Si estás agotado físicamente, y digamos que tu voz no es tan saludable como de costumbre, el instinto es tirar de algunos músculos y métodos malvados para lograr un sonido saludable. Descubrí que eso te perjudica a largo plazo, así que hay que recordarse a uno mismo que la técnica requiere algo de atención. Las voces de los cantantes cambian y tienes que aprender a utilizar tu nuevo instrumento. El tono es diferente; en mi caso, aunque es más grueso, en realidad no es más grave. Puedo tocar notas más altas con un poco más de solidez ahora, pero no suenan tan altas porque son más completas y tal vez menos brillantes. Si trato de revivir la magia de los 30 años, lo hago asumiendo el riesgo. Lo mismo con el piano. Además, me gusta estudiar la orquestación, escuchar con partituras. No intensamente, solo escuchando y notando lo que sucede en la página. Cuando toco con orquestas, a menudo creo algo nuevo en el escenario en tiempo real y dicto la orquestación que me llega en el acto. Es divertido para la audiencia, pero egoístamente la base está más en la destreza gracias al trabajo.

 

«Burt Bacharach me dijo: “La música debe ser agradable, hay un oficio en ella, estás construyendo algo de la nada que es un regalo”»

 

Con una carrera tan larga, ¿cómo logras mantener la ilusión y, al mismo tiempo, seguir progresando en tu música?
Ahora estoy realmente centrado en la grabación. Me metí más en ello cuando me di cuenta de que podía grabar digitalmente durante la pandemia. Así, por ejemplo, al estar más obsesionado con la grabación, me encuentro ejecutando escalas o probando arreglos. Sinceramente, estoy centrado en el mundo del insípido equipo de grabación, pero sigo practicando y creando. Aunque parezca un poco estúpido, eso me funciona.

 

¿El proceso de composición de las canciones es algo que te resulta fácil?
En una palabra: no. En dos: infierno, no. No me resulta fácil. Aun así, me está siendo más fácil últimamente, y no estoy seguro de por qué. Pero no creo que sea nada fácil.

 

¿Cuánto esfuerzo necesitas para traducir lo que está en tu cabeza antes de grabar un álbum y que eso se traslade al producto final?
Es mucho esfuerzo, pero lo importante es esforzarse en las cosas correctas. No me gusta cuando escucho a alguien decir que alguien está esforzándose demasiado; tal vez lo que quiere decir es que se está esforzando demasiado en la parte equivocada. El secreto es saber en qué partes relajarte y luego trabajar muy duro las partes importantes. Preocuparte por lo que otros piensen, por ejemplo, no es algo en lo que gastar energía. Tal vez cuando estás cantando podrías esforzarte por alcanzar una nota. Eso puede ser bueno… o podría ser mejor tratar de visualizar y sentir la letra, y ver si dejas de lado las tonterías y abrazas el esfuerzo importante. Sí, es mucho esfuerzo, y se trata de saber en qué gastar tu energía y en qué no. Está bien hacer setenta y cinco tomas de algo y darte cuenta de que a la segunda toma lo consiguiste. Solo tienes que aceptar que te costó setenta y cuatro tomas salir del viaje. Del mismo modo, si tienes complejos y te preocupa, y necesitas hacerlo en la segunda toma para estar bien… es posible que estés concentrado en lo incorrecto. No es sencillo hacer las cosas fáciles ni, como dije al principio, llevar a cabo lo que está en tu cabeza, el plan maestro. Es probable que tenas una imagen completa cuando mires hacia atrás. Se trata de saber cómo lidiar con las curvas que se presenten y colaborar con el azar.

 

¿Cuál de tus discos crees que es el que más se acercó a ello?
[Risas] No tengo la más mínima idea. Creo que con este nuevo disco he conseguido un mayor equilibrio. Pero cada álbum debería ser, por su diseño, algo irrepetible. He seguido adelante, así que no soy un buen juez.

 

¿Qué es lo que aprendiste de tu podcast Lightning Bugs, en el que hablas con otras personas sobre el proceso creativo, y cómo te ayudó hacerlo?
Al principio, creo que me disuadió un poco a la hora de crear, porque se trataba de hablar mucho del tema. Pero ha pasado lo mismo con todo lo demás que he aprendido. Tienes que empaparte y tiene que convertirse en parte de ti. Lo más importante que saqué de ello es que no hay dos personas que lo hagan igual. Todos tenemos teorías, pero lo mejor de nosotros siguen siendo nuestros trucos.

 

Tocaste con Burt Bacharach una vez, haciendo “Raindrops keep falling on my head”, y puedo sentir su eco en “Back to anonymous”, una canción del nuevo disco. Bacharach falleció este año. ¿Cómo fue trabajar con él, y qué es lo que te gustaría destacar de su música y sus canciones?
¡Burt fue muy generoso! Conseguía una obra de arte cuidadosamente envuelta cada vez que terminaba una canción. Si necesitaba agregar algunos compases de compás irregular, lo hacía. Costase lo que costase. Cuando escuchas su música de los sesenta estás escuchando una gran parte de esa época, aunque seguramente señalaríamos antes a The Beatles. Nuestra primera conversación telefónica plantó una semilla que está creciendo hoy en día: la música debe ser agradable, hay un oficio en ella, estás construyendo algo de la nada que es un regalo. Honestamente, esa charla dejó poso. Tuve suerte de tenerla.

 

En cuanto a tu carrera, ¿cuál es tu mayor motivo de orgullo?
Que he ido avanzando la mayor parte del tiempo, y que quienes me rodean en cada rincón de mi trabajo y mi vida son personas increíblemente amables. No siempre fue el caso; hubo personas bastante difíciles alrededor.

 

Por último, ¿cuál ha sido la mejor anécdota que te ha sucedido en todos estos años en el mundo de la música?
Hay algo que me sucedió, aunque no se trate tanto de una anécdota. Cuando me advirtieron que plantear una gira solo con piano terminaría con mi carrera, que no iba bien en ese momento, les tomé la palabra, pero hice la gira de todos modos porque sentí que tenía que hacerla. Fue una decisión accidentalmente fantástica. No lo hice por ser un inconsciente, sino porque sentí que tenía que hacerlo. Lo mismo ocurre con mi interés en la música a capela, que no algo demasiado atractivo para la gente que trabajaba conmigo, pero muy pronto me llevó a un programa de televisión que hice durante cinco temporadas en los EE.UU. Tengo muchas historias de esas. No hay una forma correcta de hacer las cosas, se trata de cómo quieres invertir tu tiempo. Si algo acaba con tu carrera, ¿qué puedes hacer? Pues trabajar de camarero nuevamente. Y aún estoy preparado para el momento en que eso suceda.

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