«A nivel interno, las tensiones dentro del grupo han sido más habituales de lo que se han encargado de mostrar de cara al exterior, lavando sus trapos sucios de puertas para adentro con gran discreción»
Los legendarios Barricada vuelven con nuevo disco, pero sin El Drogas, su mítico bajista, cantante e ideólogo. Una fuerte crisis que la banda debe capear en un momento en el que el temporal musical es inclemente. El disco ya está en la calle, pero en esta ocasión decidimos contemplar con perspectiva una carrera llena de obstáculos que no ha hecho más que encontrar uno nuevo. Por Juanjo Ordás.
Texto: JUANJO ORDÁS.
Foto: MIGUEL GONZÁLEZ.
Barricada comienza una nueva etapa en su carrera, un nuevo tramo cuya duración es imposible de concretar y en el que continuarán trabajando sin El Drogas, su mítico bajista e ideólogo. Un paso complicado de dar, valiente, pero que coloca al grupo en un momento realmente extraño. Nadie ha explicado oficialmente la razón de la salida de El Drogas, los comunicados por ambas partes son crípticos y lo único claro que es que Barricada pierde a su teórico fundamental pero también a una de sus voces. Con Boni y Alfredo Piedrafita como últimos miembros originales, la misión debería ser legitimar su uso del nombre, demostrar que el espíritu continúa ahí.
Sin embargo, las crisis no son ajenas a la mítica formación. Barricada son expertos en lidiar con problemáticas variadas que les han asediado a lo largo de toda su carrera, haciendo de su nombre casi una filosofía de vida, incluso cuando la contienda acontecía dentro de sus propias filas. Solo hay que trasladarse a sus inicios para comenzar a hacer recuento. Sirva como punto de partida que la primera formación de la banda, la que grabó su debut, “Noche de rock & roll”, apenas duró, produciéndose una escisión casi instantánea en la que Sergio Osés presentaba la baja, algo sorprendente teniendo en cuenta que el guitarrista ponía voz a gran parte de ese repertorio. El cisma sirvió para soldar el núcleo duro que formarían El Drogas, Boni y Alfredo Piedrafita, el mismo que se mantendría hasta la actual ruptura. Obviamente, tanto Boni como Piedrafita serían fundamentales para construir y determinar el sonido de la banda, pero también es indudable que sobre la mano de El Drogas caía la articulación del discurso. Un discurso certero, inteligente y combativo pero también romántico, siendo este último componente el que hizo de Barricada un animal muy especial, a años luz del rock panfletario de usar y tirar. También es cierto que a nivel político nunca acabaron por definirse, nadaron en aguas turbulentas, sumergiendo conceptos, emergiendo ideas, pero siempre en una zona grisácea de la que era difícil discernir un mensaje claro. Una canción como ‘No hay tregua’ es un buen ejemplo de ello, ahí existe una alusión clara al terrorismo desde un punto de vista violentamente neutral, aunque El Drogas siempre se declarara contrario a la respuesta armada. Extraña zona grisácea que permitió a Barricada mantenerse como una banda consciente de la actualidad de su tiempo –algo básico para ser tomado en serio–, que atemperaba letras más o menos basadas en la violencia callejera con otras de índole universal como eran las más sentimentales. Existe una línea que une títulos (y conceptos) como ‘Barrio conflictivo’, ‘No sé qué hacer contigo’ y ‘Deja que esto no acabe nunca’, distintos pero atados por un punto de vista siempre similar, el de la sinceridad.
Otro de los elementos que hicieron de Barricada una banda que partía de la misma calle que muchos pero que se proyectaba mucho más lejos era su apertura de miras, un deseo por el horizonte lejano. Musicalmente y geográficamente. Escuchar rock alternativo en sus inicios (The Jesus and Mary Chain) y ser conscientes de la actualidad musical (“La araña”, álbum de 1994 influido por el grunge) les permitió beber de una fuente que para muchos era un simple chorro. Hacer de los Ramones y The Clash solo una parte de su formación permitió a Barricada abrir hueco a esas influencias que otros grupos españoles de índole más o menos callejera ni siquiera habrían sido capaces de conciliar. Ese fue uno de los movimientos maestros de los navarros, bañando a muchos de sus álbumes míticos, como “Por instinto”, de una melancolía que encajaba con su sonido de asfalto y hormigón. Y todo desde la naturalidad, aunque “La araña” fuera castigado con unas ventas bastante menores que anteriores discos menos rupturistas. Y es que ese conflicto con su público tampoco era nada nuevo en sus inicios Navarra y alrededores miraron de reojo su acercamiento a Madrid y Barcelona, en un momento dado decidieron prescindir de un tema clave de su repertorio como era ‘Okupación’ para no caer en clichés e incluso llegó a darse un cara a cara con su audiencia cuando decidieron que los «MTV Unplugged» era algo exportable al rock español. El tiempo les dio la razón, pero entonces supuso un encontronazo con compañía discográfica y público. Polygram no les dio la suficiente confianza como para grabar un desenchufado con sus clásicos, mientras que sus seguidores se alzaron en armas cuando en mitad de un concierto decidieron marcarse unos temas en acústico. Eran mediados de los años noventa, aún existían guetos musicales, el público no estaba tan entremezclado como hoy día y la militancia podía llegar ser excesivamente rígida. Irónico que en la actualidad la audiencia de los conciertos haya pasado a parecerse más a un ente sin identidad. ¿Qué es peor, un público sin dirección más allá del marketing o uno de integristas? Difícil saberlo.
A nivel interno, las tensiones dentro del grupo han sido más habituales de lo que se han encargado de mostrar de cara al exterior, lavando sus trapos sucios de puertas para adentro con gran discreción, quizá hasta demasiada para tratarse de una banda inteligentemente visceral. La expulsión del batería Fernando Coronado se alargó durante seis años en los que todo parecía funcionar correctamente en el seno de Barricada, ni siquiera los proyectos paralelos de sus componentes habían hecho pensar nunca en una separación. Tampoco se aireó la desconexión que Boni tuvo respecto al grupo durante la preparación de “Bésame”, su disco de 2002, aunque el guitarrista-vocalista pronto volvería a ponerse al pie del cañón.
Pero hoy Barricada afrontan el momento más complejo de su carrera y, una vez más, los detalles solo los conocen ellos. Desde sus comienzos el grupo no perdía un miembro clave, ahora hay que mantener un buque insignia del rock español sobre dos únicos apoyos como son Boni y Alfredo Piedrafita, hay que demostrar una coherencia que sobre El Drogas no pesa al encontrarse concentrado en Txarrena, su hasta hace poco grupo paralelo y actualmente único frente abierto. Y el peso de Barricada es demasiado, tanto que de no reflotar el barco podría hundirse hasta la segunda división musical, especialmente en una época en la que el negocio no perdona.