OPERACIÓN RESCATE
“Las críticas por parte de ciertos sectores operísticos y rockeros fueron casi unánimes. ¡Sacrilegio! Juntar dos géneros supuestamente antitéticos”
Casi coincidiendo con el fallecimiento de Montserrat Caballé, estos días se cumplen treinta años de la publicación de “Barcelona”. Buen momento para rescatar este histórico puente entre la ópera y el rock. Se encarga Ignacio Reyo.
Freddie Mercury y Montserrat Caballé
“Barcelona”
POLYDOR, 1988
Texto: IGNACIO REYO.
En 1983 Freddie Mercury acudió, a instancias de su ayudante personal Peter Freestone, a ver a Pavarotti en el Royal Opera House interpretar la ópera de Verdi “Un ballo in maschera”. Al escuchar a Montserrat Caballé en el segundo acto se enamoró de su voz, romance que culminó en un álbum conjunto. Este mes de octubre se cumple el treinta aniversario de un disco que cambió el rumbo del pop.
Ahora mismo es un tópico. Gente de la ópera y el rock o el pop uniendo sus voces. Me vienen a la cabeza, en primera instancia, Pavarotti y Bono con “Miss Sarajevo”. Entonces, era terreno inexplorado. Ni siquiera se habría llamado anatema… era inimaginable. Solo alguien tan osado y valiente como Freddie Mercury se atrevería a crear ese puente. A pesar de las más que obvias referencias clásicas que realizó a lo largo de su carrera en Queen, “Barcelona” pilló por sorpresa a todos. Un disco que hibridaba la música clásica operística con algunos tintes de góspel y pop. En su momento, las críticas por parte de ciertos sectores operísticos y rockeros fueron casi unánimes. ¡Sacrilegio! Juntar dos géneros supuestamente antitéticos. Sí, el mismo sacrilegio que prácticamente todas esas voces realizarían más tarde. Es el riesgo de los innovadores. A pesar de todo, esas voces discordantes, si hubieran sabido escuchar bien la reinterpretación de ‘O sole mio’ como ‘It’s now or never’ de Elvis podían haber vislumbrado algo. Pero no, tuvo que ser “Barcelona”, tanto el disco como la canción, los que marcaran esa tendencia. Y aquí no había reinterpretaciones, sino piezas originales.
Todo comenzó curiosamente en Madrid. Pino Sagliocco, el famoso promotor italiano, trajo la última gira de Queen a España en 1986, el “Magic Tour”. Entonces no se sabía que sería la última vez que Freddie Mercury actuaría en directo con John Deacon, Roger Taylor y Brian May. Terminaron la gira en suelo inglés, pero las penúltimas actuaciones fueron en tres ciudades de España: Barcelona, Madrid y Marbella. Así nos lo revela el propio Pino Sagliocco: “Conseguí el trámite de la entrevista con Freddie. Llamé a Ramón Colom de ‘Informe Semanal’. Me la consiguió allí, la hicimos en Madrid en el Hotel Palace. En cierto punto, en la entrevista le preguntaron a Freddie que con quién le gustaría trabajar en España, y habló de Montserrat Caballé, que le gustaba mucho su música, se levantaba escuchándola, y que le haría mucha ilusión trabajar con ella”. De ahí que Pino hiciera de intermediario entre la diva y el rockero, para un encuentro en el Hotel Ritz de Barcelona. Aquí es importante destacar la figura de Mike Moran, uno de los últimos amigos y colaboradores en los que podía confiar Freddie Mercury, que le ayudó a componer toda la música del álbum. Y le enseñaron una muestra a la cantante, como recuerda el propio Moran: “Queríamos mostrarle algo. Compusimos ‘Exercise in free love’, con Freddie cantando la melodía sin letra como un soprano. En Barcelona se la tocamos a Montserrat, solo como muestra. Le encantó, nos dio las gracias por componerla para ella, cuando en realidad no fue para ella, sino pensando en ella. Nos preguntó si se había tocado en directo, le contestamos que no. Anunció que la estrenaría en tres semanas en la Opera House, conmigo tocando el piano. Me quedé de piedra”.
En el segundo encuentro, en la casa de Mercury en Kensington, la maravillosa unión terminó de forjarse. Lo cuenta Mike Moran: “Pasamos una noche entera improvisando al piano, Montsy (así la llamaba Mercury) se fue de casa de Freddie a las seis de la mañana. Se divirtió cantando canciones pop, rock, lo que fuera. Expresó su deseo de grabar algo. Días después Freddie y yo empezamos una idea, que terminó siendo el tema ‘Barcelona’, explicando la historia del encuentro entre Montsy y Fred. A ella la encantó. Vino a Londres un par de días e hizo las voces. Las personas que lo oyeron nos animaron a grabar más. Así surgió la idea de grabar un álbum completo. El álbum nos tomó ese año entero. Una colaboración que sucedió de repente, cambió un montón de ideas. Nadie había hecho semejante mezcla. Una estrella del rock con una diva de la ópera”.
“Barcelona”, la canción, fue publicada como single en 1987. La idea de que fuera tema oficial de los Juegos Olímpicos en la ciudad condal ni se lo habían imaginado. “Para ser honesto la conexión olímpica nunca se nos pasó por la cabeza, ni lo consideramos por un momento. Si Freddie no hubiera fallecido, hubiera sido sensacional en la apertura de las Olimpiadas. Hicimos el concierto en La Nit en Barcelona, cuando llegó la llama olímpica del Sur de Corea”, apunta Moran. Y aclara la génesis de la famosa canción: “Nos sentamos en el piano, hablamos de la idea del encuentro. Podíamos empezar con algo como la introducción a ‘Aida’, algo triunfal. A Freddie le pareció bien. Y toqué esto (suenan los primeros acordes de Barcelona al piano en el otro lado del teléfono). Luego teníamos que escribir la canción. Toqué una clave Sí bemol. Sonó bien. Y seguimos la canción (continúa tocando). Él cantó sobre la pieza en el piano, luego añadimos las letras. Todo lo que hicimos empezó con el piano y después añadimos los demás instrumentos encima. Freddie dijo: ‘Después debemos incluir un coro impactante’. Lógicamente desde el principio, la introducción, el verso, la historia de cómo se conocieron, la parte coral… Freddie sugirió añadir algo en español. Todo fluyó muy rápido, muy natural. Cuando llegábamos al final, Freddie exclamó que debíamos tener un ‘momento diva’. Era un homenaje operático. Lo pusimos en una demo, Freddie puso la voz. Le comenté una cosa con la que debíamos tener mucho cuidado: tú siempre has sido un rockero y ella una cantante de ópera. No debéis cambiar el rol, porque si no sonará idiota. No salirse de su círculo. Esa fue la gran fuerza en que se construyó. Nada forzado, que surgiera fácil. Fuimos muy cuidadosos con sus contribuciones. Se las enviamos a ella. Le encantó. Estuvo unos días y ya teníamos la canción”.
“Barcelona” tardó un año en realizarse. Tuvieron que desecharse otros deseos, como el segundo álbum solista del cantante o un ballet. Había multitud de terrenos por explorar que el deterioro físico de Mercury frenó, centrándose en el proyecto de “Barcelona”. Que luego sacara dos discos con Queen se podría casi tildar de milagro. Mientras el cantante lidiaba con el SIDA, cambiando de hábitos, continúo trabajando. El show debía continuar. En dos canciones, contaron con el oscarizado letrista Sir Tim Rice: “Quise escribir historias morales. La música me hizo pensar en dramas. ‘The fallen priest’ es sobre alguien que no puede practicar la abstinencia. Hace promesas que no puede cumplir, y las rompe. Quiere ser libre. ‘The golden boy’ cuenta la historia de gente que triunfa y luego cae. Algo muy en común en el arte”.
Estructurado en siete canciones más una obertura, exceptuando tres temas en los que contaron con músicos de apoyo (entre ellos, el bajista de Queen John Deacon y el amigo íntimo de Mercury Peter Straker, en el acompañamiento góspel de ‘The golden boy’), todo lo grabaron entre Mercury, Moran y Montserrat. ‘Exercise in free love’ pasó a llamarse ‘Ensueño’, con letra en español de la soprano y cantada a dúo. Peter Straker recuerda que “fue maravilloso, ella estuvo genial. Sabía lo que hacía y luego preguntaba: ‘No estoy segura de que esto lo haya hecho bien, tú me indicas’, y Freddie respondía que estaba bien, porque era perfecta. Fue un momento experimental muy bueno para todos y en especial para ellos dos”.
“Su mejor álbum”
Cuando vio la luz el diez de octubre de 1988, Freddie cumplió algo más que un sueño, había creado el que consideraba su mejor álbum. Preludiaba, a pesar de las canciones posteriores de “Innuendo” en Queen, su adiós a la vida en la canción “Guide me home”. También fue el año de la separación de amigos personales, como Mack, el productor de la mayoría de discos de Queen en los ochenta, cuyo tercer hijo estaba apadrinado por Freddie. Así lo recuerda Mack: “Jugaba al ping pong con los niños, les echaba una mano en las tareas, cosas normales. Mi suposición, en retrospectiva, es que Freddie no quería que mi familia, que había sido parte de su familia en Munich, especialmente los críos, viera cómo se desintegraba. Prefería que lo recordaran en toda su gloria”. La parca no sabe de ricos ni pobres, y el seguro azar ha hecho que este mismo año las dos cantantes favoritas de Mercury, en dos ámbitos distintos, hayan fallecido. Aretha Franklin, sin cuya inspiración no hubiera surgido el tema predilecto de Mercury, ‘Somebody to love’, y su querida Montserrat Caballé.
Hubo un tema, en “Barcelona”, en el que se atisbaba el último adiós de Mercury. Lo cuenta Mike Moran: “‘Guide me home’ es muy especial. Grabamos la demo en los estudios de Queen en Montreux. Todo fue muy melancólico, la letra era como un lamento de despedida”. Decía un filósofo que los hombres tenían dos formas de alcanzar la inmortalidad: a través de sus vástagos o de sus obras. Mercury y Caballé ya habían alcanzado la eternidad antes de encontrarse. Este disco nos remarca aún más la atemporalidad de ambos artistas.
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Anterior Operación rescate: “Compañeros de viaje” (1997), de Loquillo y Trogloditas.