LIBROS
«Una novela iniciática, una especie de venta cervantina o estampa costumbrista en la que no todo el mundo sobrevive»
Pablo Gallego Boutou
Bar Urgel
GALAXIA GUTENBERG, 2025
Texto: CÉSAR PRIETO.
El Bar Urgel está en Carabanchel Bajo, rodeado de edificios de poca altura y de vecinos variopintos. Su orondo dueño se llama Paco y está ya de vuelta de muchas cosas. Su hijo pasa de tanto en tanto a ayudar, a pesar de que siempre necesitan a alguien. Por eso Paco se trae a su tío, el Risillas, del pueblo, a pesar de que no domina mucho la logística hostelera. Eso sí, en el Bar Urgel se come la mejor tortilla en muchos kilómetros a la redonda, hecho que, a veces, lleva a puntualizaciones sobre el nivel de cuajado que se precisa.
Por esas calles pasea sin nada que hacer el narrador junto con su amigo, Luis el Gordo, que se alimenta de porros y play, lo que conlleva ciertos problemas de salud mental que no son de extrañar. El narrador quiere ser escritor, pero no tiene oficio ni beneficio más que cuidar a su madre, que está de baja por depresión. El alquiler se lo lleva todo y casi no queda nada para cubrir poco a poco los pufos de un padre que era seductor para los amigos, pero un monstruo en casa. Por ello, Luisito gestiona que entre a trabajar con él en El Machete, una franquicia americana de comida basura. Pero su gerente, Edgar, no es muy del gusto del narrador, quien le tira a la cara una caja de bolsas de lechuga.
Nuestro protagonista se lleva folios para escribir en el bar, y ahí tiene bastante ganado con el que trabajar. Por el Bar Urgel pasan padres deslenguados con sus hijos, pastores de la Iglesia Evangelista, editoras locas, musulmanes católicos, votantes de Vox y comunistas de la vieja escuela. A veces hay peleas en broma de borrachos.
Aburrido de todo, el narrador intenta tejer una red en alguna aplicación de citas y queda con algún hombre, pero casi todas son experiencias fallidas, excepto la de un municipal que sube un momento mientras está haciendo una ronda por el barrio, con su uniforme y su porra. En casa de su madre, acostada y sin enterarse, hay escenas de lujuria explosiva que lo salpican todo.
La historia parece precipitarse. Paco ha de cerrar temporalmente el bar por una operación, Luis sufre un ataque de cólera y, al cabo, el Urgel finaliza su vida. El narrador corre a hacer una última foto de su entrada para la novela y la tesis que piensa escribir.
Por el Bar Urgel pasan gentes que creen castigar a la vida, sin darse cuenta de que es ella la que los azota, es por ello que ese microcosmos atrae y repugna a partes iguales al protagonista hasta convertir el texto en una novela iniciática, una especie de venta cervantina o estampa costumbrista en la que no todo el mundo sobrevive.
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