DISCOS
«Ahondan en la psicodelia bendita, potenciando los coros de ensueño y mostrándose más sofisticados a la hora de complicar estructuras»
The Grannies Band
B side
INFINITO DISCOS, 2024
Texto: CÉSAR CAMPOY.
Dos años después de A side ven la luz, por fin, las otras ocho composiciones que acabarían conformando una magnífica colección de perlas pop con alma rockera. Nada sorprendente, por otra parte, viniendo del señorial cuarteto integrado por David Campillos, José Montoro, Ramón Manzaneda y, por supuesto, el jefe José García del Real. En esto de la música desde los tiempos de combos con tanta solera como Scooters, Cangrejos, Los Canadienses o Inhibidos Quizás?, el germen de The Grannies Band comenzó a florecer con el ocaso de los excelsos Tent, una de las formaciones más energéticas que parieron los noventa valencianos, capaces de impactar en el respetable con regalos sonoros como “I don’t want to change”, “Didn’t she love me” o la atronadora “Talkin’ about”. Ya bajo la nueva marca, el combo persistió en la sana obsesión de fabricar preciosas armonías capaces de convivir con himnos inmortales. Todas ellas florecieron en 01 (2014), Sayonara tapes vol. 1 (2017), o el disco de sorprendentes revisiones, Quarantine covers(2020).
Si en su hermano predecesor, la banda se debatía entre agridulces baladas (“Seasons lovers”), números de perfecto pop (“All the love”) o piezas de evidente contundencia (“Fact checking”, “Unsocial media”), en B side no solo se mantiene el tipo, sino que The Grannies Band redoblan la apuesta ahondando en la psicodelia bendita, potenciando los coros de ensueño y mostrándose un tanto más sofisticados a la hora de complicar estructuras, mientras siguen reafirmándose en presentar unos textos repletos de denuncia social frente a la hipocresía imperante.
Eso les lleva a idear dramáticas plegarias contra el racismo, como una “As it was” de emocionante progresión inicial; medios tiempos que rezuman ironía (“Simple as you are”); luminosas odas antimilitaristas (“Daydream #1”) que acaban emocionando a base de efectivas combinaciones de acordes mayores y menores, una fabulosa sección rítmica, unas brillantes guitarras y unos celestiales juegos vocales; bofetadas lisérgicas contra el sensacionalismo barato (“My favourite sin”); refinados riffs que cuestionan religiones (“Prints of saints”); polvorientos alegatos a favor de la emancipación (“Believe in you”); atormentados acordes que huelen a pesadilla, como los de “Mr. souls dancer”, o frenéticos ritmos que rezuman surrealismo (“This is another stupid song (or not)”). Inteligente y provechosa combinación, sin duda.
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Anterior crítica de discos: Sorbos de electricidad, de Los Radiadores.