DISCOS
“Nueve canciones gloriosas, que demandan a gritos sucesivas escuchas para desvelar todo su encanto y sedimentar adicción”
Okkervil River
“Away”
ATO-PIAS
Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
La proximidad de la muerte, la imposibilidad de prosperar como un ente creativo estable ante el caprichoso vaivén de las tendencias y los inestables enfoques mediáticos, los desengaños y el callo que uno va haciendo conforme la vida le va propinando unos cuantos palos… sí, todo eso suena a tópico cortavenas, pero reconozcamos que son factores que muchas veces acaban por convertirse en fabuloso combustible para obras de gran calado. Por mucho que les pueda pesar a sus artífices. La buena estrella que alumbró a Will Sheff en álbumes tan rotundos como “The Stage Names” (2007) y “The Stand Ins” (2008), los que marcaron su punto álgido en cuanto a reconocimiento, parecía haberse ido apagando en los últimos años, pese a que las continuas idas y venidas que luego experimentó la alineación de Okkervil River no habían mermado su exquisito control de calidad en discos sucesivos.
Con la banda en estado casi comatoso (de ahí títulos como ‘Okkervil River R.I.P.’, la absoluta maravilla que abre este trabajo), Sheff se empeñó en resolver una nueva colección de canciones que práticamente podría ser un disco suyo en solitario, aunque finalmente ha acabado por erigirse en uno de los mejores de la marca que comanda desde 1998. A buen seguro el más hondo, confesional y emocionante de todos, con ese hechizo magnético de las canciones sin apenas cocción ni exceso de manufactura, carnales y vulnerables desde la primera escucha, despachadas con el aliento espontáneo de las primeras tomas. En el camino ha ido perdiendo el filo eléctrico que muchas veces distinguía a sus canciones (justificando su inclusión en la consigna del folk rock exuberante o la americana menos árida, como prefieran: también la colaboración de Marissa Nadler juega en su favor), pero maldita la falta que le hace ante la profusión de arreglos de viento, de cuerdas y la templanza de las guitarras acústicas que brinda un trabajo como este, su “Astral weeks” particular. Nueve canciones gloriosas, que demandan a gritos sucesivas escuchas para desvelar todo su encanto y sedimentar adicción, y en las que el aliento narrativo de Sheff se pone al servicio de la versión más crepuscular de Okkervil River hasta ahora conocida, lindando incluso en ocasiones con los mejores American Music Club (“Frontman In Heaven” es flagrante al respeto). Hagan el favor de no perderle la pista, porque bien puede ser uno de los discos del año.
–
Anterior crítica de discos: “Un día nada más”, de El Drogas.