LIBROS
«Un cuadro poliédrico lleno de facsímiles, colaboradores externos, documentos, entorno, la historia de DRO…»
Patricia Godes (ed.)
Aviador Dro. Anarquía científica
EDITORIAL LA FELGUERA, 2019
Texto: CÉSAR PRIETO.
Parece tan extraño que un grupo tan impactante e innovador como Aviador Dro y sus Obreros Especializados tuviese su germen en un espacio tan poco creativo —entonces— como las aulas de un instituto de bachillerato… Casi parece un juego de rol, de esos que con tanto afán jugaban. Leyendo la voluminosa monografía que ha llevado a puerto la periodista Patricia Godes se empiezan a entender las cosas. Servando Carvallar es hijo de actores, con lo cual vive en un ambiente de bohemia cultural y amistades ingeniosas. Con pocos años lo llevaban con ellos de gira y a los quince, cuando se mudan de piso, permiten a su hijo que viva solo en el que dejan. Estamos hablando de 1976 en Madrid, un hervidero. Ese piso se convierte en una fiesta continua: todo el mundo tenía la llave.
En segundo lugar, Servando es aficionado a la literatura de ciencia ficción. Asimov, Clarke, Bradbury… forman su pequeña biblioteca. Inquietudes culturales que se alían con las sociopolíticas: en su instituto no solo son los inquietos que montan fanzines y octavillas, sino también los rebeldes que llegan casi a ser expulsados por conflictos diplomáticos. Cerrando el círculo, esa inquietud y curiosidad por todo —mismamente, como los adolescentes de hoy en día, claro— les lleva a activar unas ideas que darán como fruto cuarenta años de Aviador Dro.
Todo esto se desarrolla ampliado, con anexos, ilustraciones y entrevistas en las bastantes más de 500 páginas del volumen que, como se comprenderá, no es una biografía al uso, sino un cuadro poliédrico lleno de facsímiles, colaboradores externos, documentos, entorno, la historia de DRO…. Todo empieza con el Ateneo Mantuano —alguien debería escribir un breviario sobre esa semilla de la música— y un grupo descargando sintetizadores, novedosos entonces —los conseguían en cualquier sitio— y subiéndolos a un segundo piso sin ascensor. Igual que las cajas de discos más adelante.
A partir de aquí hay cronologías, anécdotas, fichas con preguntas a cada uno de los miembros que han sido, cómics de diversos autores, asuntos turbios o giras por Alemania —qué mejor sitio para ellos—, México —los grupos españoles siempre son bienvenidos— y Estados Unidos. Hay curiosidades: gentes tan alejadas como Fernando Arbex o Micky colaboraron con ellos. También hay sesudos artículos, como sus conexiones con las teorías de la ciencia comentados por afamados científicos, el vestuario o un completo análisis del Dadaísmo y el Futurismo y su papel e influencia en el tecnopop —expresión que uso por primera vez Servando, todo sea dicho—. Este último está escrito por Victoria Hurtado, prestigiosa antropóloga y a la par la Vicky de la canción de Alaska y los Pegamoides.
Al acabar la lectura, uno se da cuenta de que ha tenido en sus manos, ni más ni menos, que una biografía del siglo XX en su aspecto transgresor y futurista. Uno de los pocos aspectos buenos que van a quedar de él: la lucha contra un sistema estancado y un cierto humanismo tecnológico.
—
Anterior crítica de libros: Música disco, de Carlos Pérez de Ziriza.