DISCOS
«El hermano menor de Avatars of love, en intenciones y resultado, aunque este presente veinte cortes y cien minutos de música»
Sondre Lerche
Avatars of the night
PLZ, 2023
Texto: XAVIER VALIÑO.
Cuando un disco sucede a otro anterior de ese artista con poco tiempo de diferencia, con un título similar o con canciones grabadas en las mismas sesiones, solemos calificarlo inmediatamente de «hermano menor». Los propios músicos son los primeros en desmentirlo, dándoles la misma relevancia.
El año pasado el noruego Sondre Lerche entregó su obra magna, un álbum doble titulado Avatars of love, ochenta y seis minutos ambiciosos con retazos de jazz, bossanova, ambient o del tin pan alley, trabajados con mimo y recogimiento, todo compuesto en una guitarra con cuerdas de nylon y revestido en parte con arreglos de cuerdas espectaculares. Él mismo declaró que se trataba «del disco más grande y complejo que he hecho, pero también el más fácil, natural y liberador. Como artista, es la clase de proyecto que uno siempre sueña hacer».
Por eso, en esta ocasión y sin que sirva de precedente, seguro que él accede a que consideremos Avatars of the night como su hermano pequeño en intenciones y resultado, aunque presente veinte cortes y cien minutos de música. Para empezar, están las remezclas a cargo de otros productores y compañeros que aportan matices interesantes, pero sin superar a los originales. Incluye, además, tres tomas en directo, dos de ellas del espectáculo Live from Avatars of love in the dead of the night, lo que lleva a anhelar que algún día edite todo ese concierto en audio e imágenes.
Por último, y dejando a un lado maquetas, tomas acústicas y pistas que permite que reinterpreten otros, hay cinco cortes inéditos, lo verdaderamente interesante y válido: dos de ellos cantados en noruego, otros más cercanos que nunca a la bossanova (“O amor aínda espera”) y dos temas mayores al inicio y al final (“Sunset tower in the rain”, “The most savage joke”), formando un posible epé o mini álbum que, ahora sí, bien podría equiparse a su obra magna.
–
Anterior crítica de discos: Oh me oh my, de Lonnie Holley,