Autofiction, de Suede

Autor:

DISCOS

«Brett Anderson y los suyos se han dejado de rollos superficiales y post producciones minuciosas para centrarse en la autenticidad»

 

Suede
Autofiction
BMG, 2022

 

Texto: SARA MORALES.

 

A medida que se cumplen años uno suele tender al reduccionismo. A simplificar los hechos, las situaciones, las conclusiones que se extraen de ellas, las apetencias, los deseos… Con muchas de las lecciones de la vida ya aprendidas, la edad otorga el privilegio de ir detectando lo que sobra, de eliminar lo superfluo, lo que no es tan necesario y vital. De sustraer la morralla que emborrona lo verdaderamente importante o, por lo menos, de querer intentarlo para no perder demasiado el tiempo, que ya no sobra. En definitiva, aprendemos a relativizar, a disfrutar de la sencillez, a valorar las pequeñas cosas… Una vuelta a la esencia —o un acercamiento, quizá— que nos cambia la perspectiva y nos sitúa en un lugar en el que, al menos eso parece, se vive más conforme con uno mismo.

Todo esto es lo que Suede llaman «volver a lo básico». Retomar esa frescura natural con la que comienza la vida consciente, esa impronta que se va perdiendo a medida que el camino avanza y se complica, pero a la que, curiosamente, se termina volviendo con el paso de los años. De ahí que, para este noveno álbum de estudio, Brett Anderson y los suyos se hayan dejado de rollos superficiales y postproducciones minuciosas para centrarse en la autenticidad, en lo que brota con naturalidad cuando un grupo de amigos se junta a tocar en unos locales abandonados de King Cross y asume, con elegancia e incluso sentido del humor, sus errores y sus fallos. Sí, estos son los Suede de 2022. Los mismos que vienen de gobernar durante décadas los reinos del britpop, de apartarse y arrimarse al pódium de los más queridos de la escena británica cuando han querido y que, ahora, desean regresar a sus orígenes porque entienden que ahí está la clave y, además, les apetece.

Y lo han conseguido, han regresado a los Suede de antaño; y lo han hecho con un disco honesto, quizá el más personal de la banda hasta la fecha. Empezando por un repertorio compuesto por Anderson a base de reflexiones personales sobre el funcionamiento del mundo, sobre sí mismo y sobre la propia existencia; continuando por el fichaje del productor Ed Buller, con quien ya trabajaron en sus primeros discos; y terminando por ofrecer una obra de once canciones sin grandes artificios, tan limpias de ornamento, como sucias de ruido y ambiente. Sencillamente auténticas.

«La vida es eso que ocurre mientras nos empeñamos en hace otros planes», decía John Lennon. Y la vida, es eso que le ha ocurrido a Brett Anderson antes de plantarse a concebir este álbum. Por eso, que haya un tema tan intenso e inmenso como “She still leads me on” dedicado a su difunta madre, que en él se encierren todas las posibilidades sonoras del disco y que sea precisamente este el que lo abra, dice mucho de las intenciones de Suede hoy por hoy.

Autofiction es en su mayoría oscurantista, introspectivo, exactamente como ya pudimos intuir tras el segundo adelanto, “15 again”, a pesar de su discurso positivo. Aguarda todo el trabajo buenas dosis de atmósferas de ensueño (“It’s always the quiet ones), con sus pertinentes ademanes dolientes entre ecos y reverbs (“Black ice”) e incluso con estallidos de color y falsetes que resplandecen entre las sombras, como “What am I without you?”.

El planteamiento rock and roll de patrón alternativo dibuja buena parte del repertorio, pero mientras se enclavan en este género temas que entran rápido, aunque más o menos comunes, como “Personality disorder” o “Shadow self”, Suede brillan, como si no hubiera pasado el tiempo —o sí—, con cuatro regalos sorpresa tremendos y sobrecogedores: “That boy on the stage” y ese carácter corrosivo que recorre el ritmo de la canción de principio a fin, a veces inclinándose favorablemente a la escuela de Peter Murphy y su Bauhaus. “The only way I can love” a través de su punteo de bajo y guitarra muy cercano al postpunk melancólico e incluso a Placebo. La lúgubre y, al mismo tiempo, dulce “Drive myself home”. Y, por último, que es además la encargada de cerrar el álbum, “Turn off your brain and yell”, con su conmovedora intro instrumental y sus golpes de luz y oscuridad.

Decía la banda estas semanas atrás cuando nos iban presentando el disco que este era su trabajo más punk. Y, aunque en sonido dista bastante de ese género propiamente dicho, en actitud, desde luego que lo es. Han hecho lo que les ha dado la gana, se han desarmado de corsés y se han dejado llevar a sabiendas de lo que querían contar. Ya en nuestras manos queda cómo lo recibimos, lo comprendemos y lo dejamos ser y estar.

Anterior crítica de discos: Reggae film star, de Damien Jurado.

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