Autoficción, de Las Odio

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DISCOS

«Se desvisten por completo, huyen de la metáfora y abrazan la epopeya urbana»

 

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Las Odio
Autoficción
DESVELO/LAS ODIO, 2019

 

Texto: SARA MORALES.

 

Ya lo advirtieron hace dos años cuando lanzaron Futuras esposas, su ópera prima: venían para quedarse. Y han cumplido, aquí siguen, preparadas para que las odies o las ames, lo que quieras, porque a decir verdad a ellas les importa poco. Concentran sus esfuerzos en poner palabras a la vida de aquí abajo, la de la calle, la del barro. La de una generación implicada y sobradamente preparada, que ni es x ni es millenial, pero que sufre los daños colaterales como siempre que las balas pillan por medio y pagan los desapercibidos.

Si en su día ya no conocían las medias tintas, con Autoficción Las Odio se imponen definitivamente en el combate. Se desvisten por completo, huyen de la metáfora, abrazan la epopeya urbana y, a golpe de realidad, dejan a otros los artificios y los adornos para comerse a mordiscos los pocos corsés que quedaban, si es que alguna vez los tuvieron. Se han quedado en los huesos con estas canciones y ahora sus esqueletos andan danzando por ahí al son de la irreverencia y lo políticamente incorrecto que, esta vez, vienen marcados por el peso de la instrumentación y el sonido de sangre post punk con residuos industriales.

Las melodías de buena parte de estos nuevos temas nos conducen inevitablemente al cortante filo de obras como la de Joy Division y el misterio sonoro de pasajes manchestrianos como «Exercise one», «Heart and soul» y «Leaders of men». Basta escuchar las bases de ese cántico feminista que encabeza el disco, «Lo quiero todo», o el lecho sobre el que descansa el discurso intermitente y sin rodeos de Paula en «Fieras», para dar cuenta de dónde ha bebido esta vez el cuarteto madrileño. Un halo mitad creepy, mitad hipnótico, que no deja títere con cabeza en disparos como la minimalista «Impresora 3D» o ese «Cuenta hasta diez» que concluyen al más puro estilo riot grrrl, en un hooliganismo femme con coreo final que también repiten en «Ansiedad».

Pero no todo va a ser oscuridad en este Autoficción. Que también hay destellos de una luz francotiradora al final del túnel aportando volumen y dimensión al conjunto de este disco grabado en los estudios sevillanos de La Mina, junto a Fiera (Darío del Moral y Pablo Peña) y Rául Pérez. El poso tropicalista y exótico que puntualizan algunas pistas como «Meritocracia», con la que critican la falta de oportunidades de la juventud, y el guiño electroclash que circunda el álbum haciéndose irrebatible en canciones como «El derecho a la pereza», que tanto nos recuerda a aquel «Supervaga» de Chico y Chica, terminan de bordar los detalles con los que Las Odio han trabajado en su afán por experimentar.

Porque en ningún momento dejan de hacerlo y evidencian una evolución musical que denota riesgo, compromiso y valentía. A la mítica fórmula punk de bajo (tremenda Sonsoles), guitarra (Ágata) y batería (Alicia) que las chicas practican de forma congénita, de repente atinan sumando a la melodía un teclado con alma de órgano («Ya que preguntas»), envolviéndonos en unas distorsiones adictas al ruido con «El final de la fiesta», invitándonos a un aquelarre eléctrico en ese bonus track llamado «Regalo de Reyes» o arañándonos en una cruenta proclama («¡Las Odio!») que dice así: «Estás muy rabioso, no entiendes por qué me hacen tanto caso, crees que es porque soy mujer».

Autoficción es ese buen puñado de canciones sencillas —que no simples—, con letras concisas y despiertas —que no superfluas—, en un evocador retrato de géneros underground y un espíritu de crítica social capaz de mirar también hacia uno mismo, que falta nos hace.

Anterior crítica de discos: Niños para siempre, de Niños del Brasil.

 

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