FONDO DE CATÁLOGO
«Las canciones de Autobiografía siguen manteniéndose en pie con la magnificencia de una vieja catedral del rock español»
Duncan Dhu son protagonistas del número 26 de Cuadernos Efe Eme, donde Arancha Moreno reconstruye la fascinante historia de Crepúsculo con la ayuda de Mikel Erentxun y Diego Vasallo. Ahora, Javier Escorzo se sumerge en otro de sus discos más míticos: el doble Autobiografía, grabado en Londres con la banda de Elvis Costello.
Duncan Dhu
Autobiografía
GASA, 1989
Texto: JAVIER ESCORZO.
En solo cuatro años, sus vidas habían experimentado un cambio radical. En 1984 Duncan Dhu eran tres universitarios anónimos que se juntaban para tocar rockabilly y en 1988 se habían convertido en uno de los grupos más importantes de España. Entre medias, un mini elepé y dos discos que habían vendido centenares de miles de copias, un puñado de canciones que conocía todo el país y una enorme encrucijada en su camino. Juanra Viles, batería de Duncan Dhu, era partidario de preservar el espíritu amateur y combinar una vida de estudiante de lunes a viernes con otra de estrella del rock los fines de semana. Por su parte, Mikel Erentxun y Diego Vasallo consideraban imposible mantener aquella dualidad y preferían apostar sin reservas por la música y disfrutar intensamente del viaje sin mirar atrás. El cisma era inevitable. Como escribió Calamaro varios años después, todo lo que termina, termina mal, y el trío tuvo que dirimir sus disputas en los tribunales. Aparentemente, la salida de Juanra no debería tener mucha repercusión en el devenir artístico del grupo, ya que apenas componía. Sin embargo, su aportación había sido esencial para la creación del concepto de la banda. Y lo más importante: con su salida se resquebrajaba el sueño de los tres amigos que montaban un grupo y evolucionaban juntos, ajenos al éxito y a las presiones del mundo exterior. Este último punto acarrearía consecuencias negativas en el futuro, pero entonces, en 1989, Mikel y Diego se sentían fuertes y muy seguros de sí mismos.
Desde luego, el material en el que estaban trabajando invitaba al optimismo; cada uno componía por su cuenta y tenían muchas y muy buenas canciones entre manos. Tal era su fe en sus nuevas creaciones que se propusieron grabar un disco doble, algo que nunca había hecho ningún otro grupo español. Las influencias que manejaban ya no se ceñían exclusiva e unívocamente al rock and roll más primitivo, como sucedía en sus primeros trabajos. Los Beatles se habían encaramado al primer puesto de su santoral, desbancando al hasta entonces omnipresente Elvis. Y hacia Liverpool miraba el dúo, que pretendía registrar su propio «Disco blanco».
Huyendo del sonido del resto de grupos nacionales, en julio de 1989 Mikel y Diego viajaron a Londres y se pusieron a las órdenes del productor Colin Farley, que tirando de agenda había reclutado a un excelente plantel de músicos en el que destacaban componentes de The Atracttions, la banda de Elvis Costello, así como otras estrellas del pop británico como Nick Lowe o Black. Con semejante equipo, Mikel y Diego registraron los treinta cortes que formaban Autobiografía. Si en un primer momento llamaba la atención la cantidad de temas nuevos que habían editado (Autobiografía tiene el mismo número de canciones que el «Disco blanco» de The Beatles, y no, no parece una simple casualidad), lo verdaderamente impactante era la gran calidad de todos ellos, además de su eclecticismo. No había fisuras ni rellenos en el nuevo repertorio; al contrario, cada pieza tenía su función y su razón de ser, ya que todas mostraban una pequeña parte de sus amplísimos gustos musicales. Había rock and roll descarnado (“El día que fue”, “El ritmo de la calle”), pop (“El nuevo calor”, “Las reglas del juego”), jazz (“En el andén”), punk rock (“El viejo camino de la vía del tren”), folk (“Mi fiel talismán”), rock garajero (“Música ratonera”), canciones acústicas (“Cayendo el cielo”), épicas (“Palabras sin nombre”), pasajes orquestales (“Cuento de la canción en la botella”), baladas (“Dulce aroma”, “Historias tristes”), un acercamiento a la salsa (“Tras la cortina”) o incluso un conato de villancico (“Amarga”).
Pero no terminaban ahí las sorpresas. Mikel ya no era la única voz del grupo y Diego cantaba en seis canciones; en realidad, ya se había estrenado con “Pobre diablo” (publicada unos meses antes en el álbum de rarezas Grabaciones olvidadas, y que formaba parte del repertorio en el que trabajaron para Autobiografía, aunque fue desechada del mismo). También cambió la temática de sus letras, que ya no hablaban de leyendas ni de bucólicos paisajes escoceses, sino de ecologismo, antibelicismo o asuntos tan cotidianos como la ropa tendida en un patio de vecinos (“Camisas limpias”), los paraguas que chocan entre sí en una tarde lluviosa de diciembre o el camino por el que los estudiantes iban a la Universidad. Incluso su estética había mutado: atrás quedaban las botas camperas y las chupas de cuero, pues en las primeras presentaciones de Autobiografía, Mikel y Diego aparecían trajeados y encorbatados. Duncan Dhu quería romper con su pasado, eso era evidente. Y el grupo fue consecuente con ese afán a la hora de escoger “Entre salitre y sudor” como single de presentación, una canción que se alejaba por completo de cualquier cosa que hubiesen hecho anteriormente y que en escasos dos minutos y medio conseguía hermanar la energía de las guitarras eléctricas con la elegancia de los arreglos de cuerda.
A pesar de que los riesgos eran múltiples y variados, la apuesta resultó ser ganadora desde el primer instante. Público y crítica acogieron con entusiasmo Autobiografía, que fue un éxito en España y tuvo su repercusión internacional, gracias a una inteligente política de alianzas de su compañía discográfica (la independiente DRO / GASA) con prestigiosos sellos de otros países (Sire en Estados Unidos, Les disques du Crépuscule en Bélgica, JVC en Japón o Creation en Inglaterra, el sello de Allan McGuee que también publicó a The Jesus and Mary Chain, Oasis, Primal Scream…). Como consecuencia de todo ello, Mikel y Diego se embarcaron en una gira de más de cien conciertos que los llevó por España, Europa y América, con algunas noches memorables, como aquella en la que llenaron el Beacon Theatre de Broadway. No fueron los únicos reconocimientos internacionales que obtuvieron, ya que Autobiografía también fue el primer disco de un grupo español nominado a los premios Grammy; todavía no existían los Grammy Latinos, por lo que Duncan Dhu compartió gala con Bob Dylan, Aerosmith o Lou Reed (quien, por cierto, a punto estuvo de colaborar en Autobiografía, aunque finalmente rehusó la invitación). Incluso la mismísima Madonna les pidió una canción para la película en la que estaba trabajando (Dick Tracy, protagonizada por ella misma y por Warren Beatty).
Pasados casi treinta años de su publicación, esta ensalada de nombres y anécdotas puede ayudarnos a dibujar el contexto y la repercusión que tuvo el disco, pero, como siempre, lo que verdaderamente importa son las canciones, esas que años más tarde perduran en el tiempo como las piedras y que, en el caso de Autobiografía, siguen manteniéndose en pie con la magnificencia de una vieja catedral del rock español.
Anterior entrega de Fondo de catálogo:The ghost of Tom Joad (1995), de Bruce Springsteen.