«Somos un grupo abierto que busca su personalidad. No somos replicantes ni nostálgicos; y tampoco somos un ejercicio de estilo sin más»
Arizona Baby es una de las formaciones más originales del rock español, de las que tienen un sonido propio, pero lejos de anclarse, buscan nuevas vías en su nuevo álbum «Secret fires».
Texto: WILMA LORENZO.
«Secret fires» (Subterfuge) es el álbum con el que Arizona Baby espera consolidarse. Un tercer trabajo que supone dar un paso más hacia un sonido propio cuya búsqueda ha de ser constante. El resultado de observarse a sí mismos y mirar hacia el horizonte. Grabado en formato analógico en los estudios Brazil (Madrid) y masterizado en los históricos Golden Mastering en California (Soninc Youth, Calexico o Devendra Banhart entre otros han pasado por allí), «Secret fires» es lo contrario a un disco predecible. Encontramos canciones que van desde el rock más orgánico hasta la psicodelia más experimental con referencias que nos sitúan en paisajes completamente diferentes a aquellos lugares que anteriormente habíamos visitado con la banda. Arizona Baby han decidido desprenderse de todo artificio y dejar que la música hable por ellos. Forjar su personalidad y dejar de ser «los de las acústicas o los del sombrero» para ser solo eso: Arizona Baby.
«Secret fires» es vuestro tercer trabajo pero también el nombre de una de las canciones de The Gun Club. ¿Por qué decidís dedicarles el título de vuestro nuevo álbum?
Javier: Cuando estábamos pensando títulos yo me encontraba bastante inmerso en el disco de Las Vegas History. Me vino a la cabeza «Secret fires» como si se me hubiese ocurrido a mí. Me parecía algo muy evocador. Luego dije: «me suena de algo, me tiene que estar traicionando el subconsciente». Y comprobé que era de The Gun Club… Así que bendito subconsciente porque esa canción es preciosa, una de mis favoritas del grupo. Además a Rubén le gustaba el título y yo quería que el título tuviese algo de «fire». Tenía que haber algo de fuego ahí.
¿Por qué?
J: Porque la portada iba a ser una fotografía de un fuego.
¿La portada estaba decidida antes que el título?. Qué curioso.
J: Antes que el título del disco, sí. Tenía una foto que hice de un fuego y quería usarla de portada sí o sí. El fuego tenía que estar. Ahí está ‘Gather round the fire’ que habla de fuego también. Todo cuadraba. Ha sido un cúmulo de circunstancias entre casualidades y cosas un poco más intencionadas, que ha acabado desembocando en ese guiño a los Gun Club y al tema del fuego como representante máximo del disco.
El fuego se convierte en el icono del disco pero, ¿en cuál de sus facetas o metáforas?
J: Vamos a pensar en un fuego purificador, un fuego que ilumine, ¿no? Por mi parte prefiero centrarme en connotaciones positivas mejor que en las negativas. Quizás incluso también en las connotaciones rituales que pueda tener: el volver un poco a lo primordial en esta época de tanta mecanización y deshumanización. Me gusta volver a todos esos elementos tan básicos y a la vez tan ligados a la humanidad. Y también a su lado espiritual.
Habéis afirmado que «Secret fires» en cierto modo es vuestro álbum de consolidación, ¿qué significa para vosotros consolidarse?
J: En nuestro caso se trata de consolidar una formación; el trío actual. A Rubén y a mí se suma Guillermo Aragón a la batería y percusiones. También con este nuevo largo queremos consolidar que no estábamos de paso.
Rubén: Se trata más de una consolidación de cara al público. Para mucha gente este es el disco posterior a «Second to none», que salió en 2009 y que fue el que nos hizo más conocidos. Desde el 2009 hasta ahora no hemos estado parados, hemos estado haciendo muchas cosas; nosotros lo vivimos día a día pero la gente a lo mejor no lo sabe.
J: Para mucha gente la carrera de Arizona Baby es eso: un disco hace cinco años y luego un miniálbum y un single suelto por ahí… Estamos liados con Corizonas y otras cosas; y hay que decir a la gente: «Oye que seguimos aquí, que Arizona Baby tiene un nuevo largo». Dejar claro que no somos la flor de un día ni el sabor de un mes concreto, sino que estamos aquí, somos una banda con vocación de durar.
¿Y qué supone para vosotros consolidarse artísticamente?
J: Es una cuestión de apertura musical porque en todos los discos siempre se te quedan cosas fuera y además, por temas de tiempo, lo grabas todo de forma muy homogénea. Aquí hemos tenido más tiempo de preproducción con lo cual hemos preparado más todo y hemos podido dar más a cada canción. Así es como consolidas tu sonido. Se trata de decir: «oye que no somos solo este rollo». Somos un grupo abierto que busca su personalidad. No somos replicantes ni nostálgicos; y tampoco somos un ejercicio de estilo sin más.
Parece que os hayáis estudiado mucho a vosotros mismos para llegar a la conclusión de que tenéis que mostrar otra cosa. ¿Quizás queréis huir de clichés?
J: Sí, huir de clichés es algo que hemos intentado. Si te fijas, eso está presente incluso en la portada. Siempre habían consistido en cosas muy «nuestras», muy rebuscadas que le gustan a uno y ya. Siempre queríamos que fueran iconos lo suficientemente ambiguos como para poder darle nuestra interpretación y filtrar nuestra personalidad a través suyo, pero esta vez hemos ido por otro lado: «Mira, esto es Arizona Baby. ‘Secret fires’, una foto de un fuego y ya está». Y todo en negro con una foto nuestra dentro. Queríamos que no hubiese tanto artificio extramusical y que fuera la música la que hablara. El objetivo era huir de referencias en las que escudarnos. Que sí, que nos encanta Ennio Morricone, pero no queremos refugiarnos más ahí. Ya no nos hacen falta ciertas máscaras. No tenemos tanta necesidad de dar referencias externas para que se nos entienda. Creo que ahora ya nos podemos hacer entender por nosotros mismos.
Eso es un síntoma de que tenéis una mayor seguridad en vosotros mismos.
J: Sí, el grupo está más seguro y se puede desprender de esos complementos que nos ayudaban.
R: La idea es que te valga solo con decir «Arizona Baby». Que no sea: «Arizona Baby, los de las acústicas» o «Arizona Baby los del desierto o los del sombrero».
Bueno, eso el público siempre lo va a buscar, ¿no creéis? Forma parte de vuestra identidad.
J: Sí, sí. No está mal, siempre ha estado ahí y nos parece muy bien; pero, bueno, que se vean más partes del cuadro. Y si el cuadro es así de grande y antes estaba solo el zoom, vamos a intentar expandir ese zoom.
Al escuchar «Secret fires» sí es cierto que eso ocurre. Inmediatamente la escena en la que se os ubica es diferente a la que evocaba vuestro anterior trabajo. Un poco arriesgado, ¿no?
J: Hombre, claro. Yo creo que hemos asumido algo de riesgo en este disco pero tampoco ha sido un salto mortal ni nada parecido. Hemos arriesgado razonablemente sin abandonar nuestras señas de identidad que siguen presentes en algunas canciones. La voluntad continuista también queda reflejada en cómo termina el disco anterior y cómo empieza este. La idea era dejar claro que retomamos desde donde lo dejamos para mirar al horizonte.
«Nadie nace aprendido y todos vamos aprendiendo de los demás»
Siempre habéis tenido y seguís teniendo un sonido inconfundible. Y si lo comparamos con bandas contemporáneas se hace más evidente, ¿qué de bueno y qué de malo puede tener un sonido muy característico y diferente a lo que se está haciendo?
J: Realmente no veo nada malo. Obviamente un club no tiene por qué ser para todo el mundo. La gente es bienvenida a unirse a la familia Arizona pero no tienen por qué ser para todos. Es más, a lo mejor hay gente que no me gustaría que formase parte de la familia Arizona, a lo mejor habría que empezar a hacer examen, pruebas de aptitud o algo [risas]. Yo creo que lo interesante es tener personalidad y en este disco hemos intentado seguir afianzándonos en esa búsqueda de nuestra personalidad y ser lo más espontáneos y lo más naturales posible. A lo largo de nuestra trayectoria eso se ha conseguido unas veces mejor y otras veces peor; pero ahora sí creo que lo conseguimos. Estamos todos muy contentos. Es cierto que en otros discos quizás cuando terminamos dijimos: «esto podía quedar un poco mejor… esto no entona del todo… o esta canción igual está un poco verde». Pero en este caso no. Ha quedado todo más redondo, estamos muy satisfechos y es un buen retrato de la personalidad del grupo en este momento. ¿Que no coincide con lo que se está haciendo? No pasa nada. Si sirviera para crear corriente, que hubiese grupos que siguiesen nuestro sonido o les inspirase e hiciesen su música teniendo en cuenta nuestra influencia, sería un honor.
R: Bueno, sí que ves en Youtube gente que hace versiones nuestras. Y joder, te hace una ilusión increíble. Anda y que no hay canciones en el mundo para versionar y tocan una nuestra. La última ha sido alucinante. Un grupo de México ha cogido una canción del primer disco de Arizona Baby y la están tocando en directo. Es una pasada.
Eso pensarían The Gun Club sobre vosotros que además sois muy amigos de hacer referencia siempre a otros artistas.
J: Claro. Mola ese rollo comunitario de la música y a nosotros como grupo nos gusta ser vehículo de otras músicas. Aunque en este disco hayamos intentado ser muy personales y huir de referencias, es cierto que siempre nos gusta hacer alguna versión, hacer algún guiño musical… Y si gente que no conoce nada de The Gun Club los conoce a través nuestro, para nosotros será un honor. Hay que mantener viva esa ilusión del fan de la música que le gusta compartir canciones y discos. Y eso como grupo también lo podemos hacer. Además está ligado a lo que hablábamos antes. Hoy en día también hay gente que versiona a grupos coetáneos y eso me parece cojonudo. Creo que ahora hay muy buen rollo entre las bandas gracias a que los festivales y el circuito de salas fomentan que las bandas se encuentren y se crucen, y haya un sentimiento de apoyo entre todos. No nos sentimos solos en absoluto.
No compartir sonido no significa que no compartáis influencias, gustos y emociones.
J: Claro. Además, ¿quién hay que suene a El Columpio Asesino o a Pony Bravo? Hay grupos muy interesantes en el panorama y cada uno tiene su sonido. Y luego hay gente muy personal y única como puede ser Nacho Vegas, que crea escuela como Bunbury, Quique González… Nadie nace aprendido y todos vamos aprendiendo de los demás.
Antes habéis mencionado que queríais huir de la nostalgia pero yo sigo viendo la presencia de los setenta en este disco.
J: Aunque te lo plantees hay cosas de las que no llegas a despegarte. Es la música que has escuchado toda tu vida y por algún sitio tiene que salir. Nacimos en los setenta, crecimos en los ochenta y fuimos adolescentes en los noventa. Todo eso esta ahí mezclado con lo que hemos vivido ya de forma más consciente siendo mayores, pero las primeras músicas que te invaden son las que al final te dejan huella y marcan un poco el molde sobre el que se constituye todo lo demás. Ese poso setentero y todo ese rollo de la psicodelia y los power tríos nos ha marcado.
Sí, queda patente hasta en la duración de ‘Create your own God’, que nos recuerda al rock progresivo de principio de los setenta.
J: Sí, sí, sí. Por supuesto. Además estamos viviendo una época en la que se está volviendo a recuperar la expansión musical y el rollo más psicodélico. Incluso el rock progresivo vuelve a estar de moda. Al final la música es música y cualquier momento es bueno. No importan las tendencias aunque nosotros tampoco somos ajenos al momento que vivimos y es cierto que oyes en la radio a Tame Impala o ves que están de oferta los discos de Yes, los revisitas y al final estas cosas te impregnan. Pero la psicodelia siempre ha estado en Arizona Baby independientemente de que estuviéramos tocando un tema más country, más pop o más rock. Ese rollo un poco fumadillos siempre lo hemos tenido.
Volviendo a «Secret fires», habéis tenido más tiempo de preproducción pero el disco fue grabado relativamente rápido, ¿por qué trabajáis de esta manera?
J: Ha sido un proceso intermitente por las circunstancias. En los últimos tres años yo iba haciendo mis grupitos de canciones que tenía en el cajón, las iba maquetando y muchas han acabado en el disco… Otras han nacido de forma más conjunta con un proceso bastante coral ahora que tenemos consolidada una formación más estable y que llevamos dos años desarrollando una química de grupo muy buena. Y esa será nuestra forma de componer en el futuro en vez de esta manera más individual que había hasta ahora. Pero sí, ha habido mucho trabajo previo en casa que ha facilitado que al entrar en el estudio fuéramos muy rápido. Ha sido algo así como «sin prisa pero sin pausa».
Ya que esta forma de trabajar ha venido dada por las circunstancias, ¿cuál sería para vosotros la manera ideal?
J: No creo que haya ninguna forma ideal. A mí me gusta dejarme llevar y ver a dónde llegamos. Nunca es bueno tener una idea inamovible de cómo hacer las cosas. Hay que coger el ideal de Bruce Lee e intentar fluir. Lo importante es hacer canciones buenas, grabarlas bien y que suene a Arizona Baby. Y eso se puede conseguir de diferentes formas.
R: A mí me encantaría probar eso de estar dos o tres meses en una casa todos componiendo y grabando. Por ver qué pasaba. Dejarnos sorprender.
J: Grabar un disco en directo, eso sí que me gustaría probarlo.
Quizás sea el momento idóneo ahora que ya tenéis una trayectoria sobre el escenario y experiencia de sobra.
J: Sí. Aunque muchas veces salen cosas muy interesantes cuando estás empezando y no tienes ningún prejuicio en la cabeza; pero sí es verdad que ahora no estamos pendientes de afinar, seguir el tempo y todas esas cosas que al principio te tienen en tensión y hacen que no puedas disfrutar como debes.
Habéis grabado por primera vez en analógico, ¿creéis que sigue siendo la forma de obtener un sonido más natural?
J: Eso es algo que nos han metido a fuego desde pequeños junto con otro montón de tópicos y yo no me atrevería a afirmarlo rotundamente. Además puedo hablar a nivel artístico, de sonido ya saben los técnicos mejor que nosotros. Lo que sí puedo decir es que nos apetecía mucho grabar en analógico porque nunca lo habíamos hecho. Nunca habíamos grabado en cinta analógica más allá de las maquetas en el local al principio. Queríamos ver qué tal el resultado y conocer el proceso. Más que nada era aprender y ver cómo respiraba nuestra música así. Y ha sido una muy buena experiencia. Te obliga a tomar decisiones en el momento y tener todo muy pensado desde el principio.
«Secret fires» aparece definido como «El Grito de Munch frente a un mundo enfermo». ¿Cuál es ese mundo enfermo que os hace gritar?,
J: Nos preocupa mucho la salud cultural del mundo y la sociedad en la que vivimos. Nos importa porque nos dedicamos a ello. Nos toca de cerca. A mí como ciudadano de Valladolid me preocupa que haya salas en las que hacer conciertos, que haya un ambiente musical vivo, que surjan bandas… E igual que por la música por otras disciplinas. Queremos ciudades vivas y humanas. Incluso espirituales.
¿Y cuál es vuestra mayor preocupación como banda?
J: Perseverar y poder seguir adelante. Por eso nos preocupa la situación, porque no es lo mismo ir por una carretera asfaltada que por una llena de piedras. Pero bueno cuando las condiciones no son las mejores también se agudiza el ingenio. Aunque yo creo que lo mejor es que la música hable por nosotros y ella se abra camino.