«Verlos sobre el escenario es saber que su música estaba hecha para compartirse»
La gira Un país para escucharlo, que une sobre los escenarios a Ariel Rot y a Kiko Veneno, hizo parada el pasado 4 de febrero en el Teatro Circo Price de Madrid. Una cita enmarcada en el festival Inverfest, en la que sonaron canciones históricas de la carrera de ambos artistas que, esta vez, contaron además con invitados muy especiales. Allí estuvo Marta Sanz.
TEXTO: MARTA SANZ.
Fotos cedidas por Inverfest.
Existen frases manidas en las crónicas de conciertos que, a pesar de cumplirse con literalidad, no son suficientes para describir lo que sucedió el pasado viernes en el Circo Price de Madrid. En cartel dos nombres que por sí solos son garantía de talento: Ariel Rot y Kiko Veneno. En ciernes un proyecto musical trabajado, Un país para escucharlo, que pisaba por segunda vez un escenario. En frente, un público que los recibió con una atronadora ovación que daba más al abrazo de un esperado reencuentro que a una bienvenida. Y, a partir de ahí, decenas de paisajes musicales que se fueron tejiendo con vitalidad, oficio y una celebrada veteranía. Un recorrido en el largo tiempo de dos artistas que, echando de alguna manera la vista atrás, reivindicaron no estar hechos de nostalgia, sino de futuro.
Junto a ellos en el escenario, un selecto grupo de músicos a los que se les vio divertirse cada minuto de las dos horas largas que duró el concierto, y que representaban a la perfección un eclecticismo sin fisuras: Toni Jurado a la batería, Marcelo Fuentes al bajo, la guitarra de Diego Pozo y Anabel Pérez al teclado. A pesar de ser el segundo directo que comparten, parecen una banda histórica aupada en acordes milimétricos y un repertorio que no acusa el vaivén de sus autores, y que es recitado por el público de carrerilla como una oración.
Calientan cuerdas con «Memphis Blues», cantada casi íntegramente por Veneno, pero con la entonación constante de la eléctrica de Ariel Rot que tiene voz propia. Es un auténtico privilegio ver al argentino de nuevo abrigando una canción, con las torsiones imposibles a la guitarra que dibujaban el perfil de Tequila y Los Rodríguez. A esta última banda vuelve tras un alarde de instrumentalidad, con «Dulce Condena». El tú la llevas de los protagonistas no falla en ninguna elección, y cada canción imprevista es celebrada por los asistentes con desbordante alegría.
En esta gira de nueva cuna se han propuesto Ariel y Kiko hacer de maestros de ceremonias, y el primer invitado a la fiesta es Coque Malla, que repite tras ser parte del debut de la banda en Logroño. Despojado de la batuta que le mantiene alerta en sus propios conciertos, sale al encuentro desbocado y disfrutón, haciendo como siempre de lo mejor que se puede ver sobre un escenario. Canta con Kiko «Joselito», desgarra con elegancia «Me estás atrapando otra vez» y, aunque asegura que le da «mucho pudor cantar sus canciones al lado de esas catedrales», le regala a Veneno parte de «Berlín», para terminar «agarrando la Telecaster» y celebrando un «Baile de ilusiones».
Aún suenan los aplausos para Coque cuando la luz de Christina Rosenvinge aparece tras los músicos y su indisimulada alegría al compartir escenario con «dos fundadores de la música nacional». Apuestan en el entreacto que la canción elegida sorprenderá y lo hace sin duda una letra de muchos años, «La gata bajo la lluvia», que popularizó Rocío Dúrcal hace décadas, pero que no parece traje prestado para el buen hacer de los que la entonan esta noche; como una inimaginable con antelación pero infaltable a posterior versión de «Lobo López». En este alarde de veteranía, en su rincón de cosecha, anuncia Rosenvinge que este mes de febrero se cumple treinta años de su debut como cantautora, y celebra Que me parta un rayo (1992) con «Tú por mí», primer single del disco, prometedor prefacio de una carrera brillante.
«El tú la llevas de los protagonistas no falla en ninguna elección, y cada canción imprevista es celebrada por los asistentes con desbordante alegría»
El escenario se hace revolución cuando el torrente de Tomasito se asoma y se hace con todo el espacio para cantar y bailarse “En Torrotrón” y “Oh Mare”, gigantes entre guitarras eléctricas, solo pausadas por el parloteo del músico andaluz que asegura, con asentimiento unánime de los presentes, «estar agustisimísimo» acompañando a Kiko Veneno y Ariel Rot en una noche que al filo de su mitad ya es un éxito irrefutable.
El vertiginoso ritmo se ralentiza por primera vez, teñido de rojo el tiempo, para los versos más recientes de la noche, que forman parte del último trabajo de Veneno: Hambre. La calma se alarga con la crudeza de “Bar Soledad”, «una canción que habla sobre los bares como el lugar solitario donde la soledad se multiplica. Mira el silencio que provoco…», dice Rot ante, sin duda, el primero de la jornada. Aprovechando la tregua, entona la bellísima “Obvio” Kiko Veneno, aunque acelera inmediatamente después sus dedos “En un Mercedes blanco”, que mueve los pies del público y de Tomasito, que brinca un ratito los versos y la voz en cuerda de Ariel sobre las tablas. Y en este impulso imposible de domar, con todo asistente entregado, desde la fotógrafa hasta el acomodador, no se intuye bajo cada mascarilla una voz que no se preste al desgañite con la “Milonga del marinero y el capitán” y “Echo de menos”.
Entre el ruido inextinguible agradece Rot todo lo que hizo posible una noche muy difícil de olvidar: «nos vamos a despedir, pero queremos llamar a nuestros amigos para armar la fiesta final…». Una fiesta que empieza con “Salta”, canción impuesta en el repertorio por Veneno. «Si no la hacíamos, Kiko no hacía la gira», asegura. Aún con la guitarra en las manos, la cara de gozo de Coque Malla con los primeros acordes de “Volando voy” es el reflejo de los cientos de personas que, ya de pie, enfervorizada, corea, baila y se despide de un proyecto que ha devuelto la ilusión a sus protagonistas, que la comparten a raudales con los que tuvimos la suerte de admirarlo.
Si fue el azar o el buen tino el que unió a Kiko Veneno y a Ariel Rot en este camino que emprenden, poco importa en su andadura. Verlos sobre el escenario es saber que su música estaba hecha para compartirse. Este relato que termina es el de una noche única, porque Un país para escucharlo es una gira viva, que cambiará en cada ciudad, con cada acompañante. Y en cada parada tendrán, lo afirmo sin ninguna duda, espectadores muy afortunados de poder disfrutarlos.
Repertorio
1.- Memphis Blues
2.- Dulce Condena
3.- Mi abanico de cristal
4.- Bruma en la Castellana
5.- Joselito (con Coque Malla)
6.- Me estás atrapando otra vez (con Coque Malla)
7.- Berlín (con Coque Malla)
8.- Baile de ilusiones (con Coque Malla)
9.- La gata bajo la lluvia (con Christina Rosenvinge)
10.- Lobo López (con Christina Ronsenvinge)
11.- Tú por mí (con Christina Rosenvinge)
12.- En Torrotrón (con Tomasito)
13.- Oh mare (con Tomasito)
14.- Hambre
15.- Bar Soledad
16.- Obvio
17.- En un Mercedes blanco
18.- Milonga del marinero y el capitán
19.- Echo de menos
20.- Salta (con Coque Malla)
21.- Volando voy (con Coque Malla, Christina Rosenvinge y Tomasito)