Ariel Rot: «Puede ser que haya dicho ya todo lo que tenía que decir»

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«Volver a juntarme con los chicos después de veinte años fue un reencuentro maravilloso»

 

Recuperando su rock and roll de alto voltaje, Ariel Rot reedita En vivo mucho mejor y sale de gira para celebrarlo. Lo que pasó antes y lo que pasará después, en esta entrevista de Arancha Moreno.

 

Texto: ARANCHA MORENO.
Fotos: JOKIN FERNÁNDEZ / RICKY DÁVILA.

 

A punto de cumplir el cuarto de siglo (en 2026), cualquiera diría que el directo En vivo mucho mejor se grabó anoche. Pero no. A las canciones de Ariel Rot les pasa lo que a su autor: se burlan del tiempo con frescura, como si tuviesen un pacto eterno con el diablo. Solo así se entiende que aquella grabación fuese registrada en un teatro madrileño en 2001 y no hace un par de minutos. ¿Es el repertorio, es el autor, es en el enfoque, es la banda? Quizá todo a la vez. Por eso era indispensable recuperar a aquel Ariel, recién reconciliado con su pasado mientras cogía las riendas de su voz. Un Ariel que, a pesar de su histórica carrera, nunca se reivindica lo suficiente en solitario. Ahora, Warner reedita aquel álbum remasterizado con algún extra y Ariel lo celebra en directo con su antigua banda. Es el momento de desquitarte si, como yo, estuviste a punto de ir a aquel concierto y una maldita gripe te tumbó en la cama. La gira perfecta para reescribir esa parte de su historia. La de un tipo que lo ha escrito casi todo, pero lleva nueve años sin escribir casi nada. Es hora de reencontrarse con Ariel en su luminosa guarida madrileña y pasear por esta historia: la suya y la nuestra.

 

En 2023 reeditaste el disco Hablando solo, y saliste de gira con tu banda de entonces, para celebrar su 25 aniversario. Ahora reeditas En vivo mucho mejor, tu directo de 2001. ¿Qué sentimientos te está provocando mirar esa etapa por el retrovisor?

Hacía veintipico años que no lo escuchaba y me dio la sensación de un trabajo muy bien hecho y de una banda en un estado de mucha conexión, muy fluida, muy efectiva. Se nota que tocábamos mucho en esa época, éramos una banda de rock.

Es verdad: no parece el proyecto de un solista con banda, sino de una banda.
Es que éramos una banda. La reedición de Hablando solo me ha hecho revivir muchas cosas y cambiar el rumbo, porque llevaba varios años sin tocar con banda, salvo cosas muy específicas. En general me había enfocado a formatos más pequeños, más acústicos, más jazzísticos, con Federico Lechner. Así que volver a juntarme con los chicos después de veinte años fue un reencuentro maravilloso. Me dio la sensación de que éramos una banda, y no solo por el funcionamiento musical: los códigos se mantenían intactos. La emoción de volver a subirme con ellos en un primer concierto en Barcelona, el día de mi cumpleaños… El público estaba muy excitado por el reencuentro, fue muy potente. Estoy intentando mantener este formato mientras pueda, porque lo estoy disfrutando mucho.

Al revisar esas grabaciones de finales de los noventa y principios de los dosmil, ¿qué sensación ha tenido el autor al enfrentarse a su obra?
Que estaba muy en forma, sobre todo en el directo. Hablando solo, si pudiese, lo volvería a cantar. Lo noto muy forzado, muy asustado, sin gozarlo. En vivo mucho mejor fue el comienzo de algo, un punto de inflexión, una especie de reconciliación con el pasado, de asumir que tenía un pasado y había que recuperarlo sin complejos. Marcó otro punto de partida. Había hecho dos discos buenos, Hablando solo y Cenizas en el aire, pero este directo recupera más mis etapas anteriores. No hay mucho de esos dos discos en el directo, era muy pronto para sacar un disco basado exclusivamente en esos dos álbumes de mi carrera en solitario. Es cierto que estoy revisando mucho mi pasado en general. Se acerca una fecha muy significativa, cincuenta años desde que entré al local con Tequila. En enero o febrero del 1977 me convertí en músico de verdad: tener una banda, mi guitarra, un amplificador… Es bonito revisar las cosas, ver lo bueno, ser consciente de que lo he pasado muy bien pero que no siempre fue fácil. Hay un cancionero, un material muy poderoso, que me gusta revisar y recuperar.

Cenizas en el aire salió después de Hablando solo y antes de En vivo mucho mejor y es, a mi juicio, uno de tus discos más importantes. ¿Por qué no lo has reeditado?

Me imagino que vendrá en algún momento. No creo que sean reediciones cronológicas lo que vamos a hacer, pero el disco en directo tiene mucho que ver con el repertorio que he tocado últimamente. Empezamos tocando Hablando solo y de repente incluimos canciones de este disco sin darnos cuenta, tal vez por el tipo de recinto. Empezamos en salas y después hicimos plazas con un público más heterogéneo, y astutamente empecé a recuperar algunos temas que sé que puede cantar todo el mundo [ríe].

Con el pasado que tienes, estás de aniversario constante. ¿Te siguen llegando ofertas golosas para resucitar Tequila o Los Rodríguez?
[Ríe] Sí, podría tener un aniversario cada día del año. No, últimamente no. Siempre viene más por el lado de los seguidores. Ofertas en firme… Creo que ya se dieron cuenta de que hemos rechazado muchas, sobre todo con Los Rodríguez. Con Tequila hemos hecho el reencuentro y la despedida, y el reencuentro y la despedida [ríe], y no me extrañaría que haya alguna más, y sería divino, porque significaría que los dos estamos en forma, porque para defender ese repertorio el músculo debe estar bien ejercitado. Con Los Rodríguez siempre fue tan complicado… y cada vez más. Pasó mucho tiempo, y cada uno está muy bien como está [sonríe]. Creo que sería mucho estrés, que a estas alturas no apetece nada.

Casi prefieres volver a esas canciones en solitario, ¿no?

Sí, aunque no tiene nada que ver. Pero aunque nos juntemos no sería lo mismo, no somos los mismos. No es un repertorio fácil de defender el de Los Rodríguez. Estábamos muy en forma, muy engrasados, muy en estado de gracia. Todos estábamos en nuestra cúspide, donde se juntaba la juventud con la experiencia. No sé, es muy difícil recuperar esa energía y esa precisión y esa inspiración.

 

«[El reencuentro de Tequila] Sería divino, significaría que los dos estamos en forma»

 

El caso es que En vivo mucho mejor, grabado en Madrid en 2001, recupera algunos de tus hits de Tequila y Los Rodríguez. Es cierto que hay una reconciliación ahí.
Creo que es algo que ocurre en todas las carreras cuando has tenido una banda fuerte y empiezas en solitario. No es que haya enfado ni nada, simplemente que uno necesita reafirmar lo que está haciendo, y a eso me dediqué en esos dos primeros discos. Y aquí, en este directo, me examiné y salí bien parado [ríe].

Y casi sin mirar a tus dos primeros trabajos en solitario (Debajo del puente, 1984, y Vértigo, 1985), que están en el limbo del olvido.
Sí, ese fue un lugar extraño, no adquirí un gran compromiso en esos discos. La manera en la que surgió mi carrera en solitario fue bastante extraña. Surgió a partir de la producción a Pistones, el productor Peter McNamee me lo sugirió. Yo llevaba una temporada componiendo un material oscuro de una manera bastante compulsiva, fue uno de los momentos en los que más me arrebaté con la composición, pero no tuve en cuenta varios factores. No es lo mismo tener un material en casa que salir a defenderlo, tanto dentro como fuera del escenario. Hace falta una actitud, una ambición, y yo en ese momento no la tenía, pero gracias a eso pasaron cosas. Gracias a eso fui a Argentina a presentar Debajo del puente. Aquí no lo presenté, pero en Argentina sí. Raro, porque con Tequila no habíamos ido a Argentina, yo era un total desconocido, la gente me conoció por Debajo del puente. Ahí empezó, sin darme cuenta, una reconciliación con Buenos Aires. Luego me fui a vivir allí, después me fui a tocar con Andrés y todo eso terminó en volver a España con Los Rodríguez.

A lo mejor le debemos a esos discos más de lo que parece…

Sí. Aquí [en el directo] está presente uno de ellos.

Sí, está “Sin saber qué decir”, de Vértigo. Una gran canción, por cierto.
Es una gran canción. Que me haya costado tanto defenderlos no quiere decir que no haya temas de buena factura en el disco. A mí me encanta “Peces” [canción de Debajo del puente], muchas veces la he tocado en alguna cosa pequeña, lo que pasa es que es un tema tan desconocido que tendría que hacer una nueva versión para que la gente entienda de qué va. Pero eran mis primeros discos y textos adultos después de Tequila, estaba dando un gran salto a nivel personal y artístico. Ahí se sientan las bases de lo que luego fue mi manera de escribir.

Escuchar En vivo mucho mejor es como descorchar una botella de champán que conserva intactas todas sus burbujas. ¿Tuviste esa sensación al volver a escucharlo? Los músicos no soléis escuchar vuestra obra pasada…
Es muy raro que uno escuche lo anterior, siempre hay acontecimientos como este que te hacen revisar tu propia obra. Mi sensación fue que pude darme el gusto de armar mi banda ideal. Por los músicos, pero también por el tipo de instrumentación y la manera conceptual: tener dos teclados por separado, tres guitarras… Es muy raro que en mis temas solo haya dos guitarras, generalmente hay tres, hasta con Tequila y Los Rodríguez. A mí me gustaba grabar dos. Para este disco hubo sesenta días de preparación, en esa época los discos no eran tan flexibles, la posproducción era mucho más limitada. Había que ser muy certeros, también en el repertorio.

Hablando del repertorio: en su crónica de la grabación, Juan Puchades cuenta que tocasteis “Nena”, que no apareció en el disco de 2001 y habéis recuperado ahora, y “Dime que me quieres”.
¿En serio? Guau, no lo sabía, ¡no me acordaba! Hay un momento en el que el capitán del barco puede enloquecer [ríe]. También cambié el orden de los temas, tampoco entiendo por qué. Son esas fobias del último momento, esas dudas cuando está todo hecho y vas a masterizar el disco, esas decisiones que tomas. En mi historia hay miles de esas. El otro día escuché un descarte de Los Rodríguez, que luego se editó en algún disco, un tema que se llama “Hablando solo”. Estaba por la calle, lo recordé y me lo puse, creo que porque estaba escuchando Rockpile de Dave Edmunds, y pensé «qué parecido es este tema». Es verdad, hay una parte muy parecida en la melodía, y me sorprendí. Me dio qué pensar, esto es bastante íntimo, pero ¿por qué se quedó fuera ese tema? ¿Por qué fui tan polite y no dije «no, este tema se va a quedar en el disco»? Probablemente eran inseguridades, momentos de dudas. Y que Los Rodríguez era un grupo donde las negociaciones eran muy bravas.

 

«En Los Rodríguez las negociaciones eran muy bravas»

 

Ahora solo tienes que negociar contigo mismo.
¡Eso es peor! [ríe]

¿Pero esas inseguridades han cambiado?
No todo lo que yo quisiera, pero ya hubo suficientes años de terapia y no tengo ganas de retomarlo [ríe]. Prefiero quedarme con algunas dudas, inseguridades, momentos de miedo escénico. Lo curioso es que con el tiempo la lupa o el microscopio se agranda, está más presente, y debería ocurrir al revés. Esa autoexigencia está tan metida en mi configuración que lo mejor es aprender a vivir con ella.

Desde aquel 2001 tu directo ha crecido una barbaridad. ¿Te planteas editar un directo más actual?
Sí, a veces lo pienso. Tengo conciertos grabados en estéreo que sí se podrían editar. Siempre es mejor no saber que estás grabando, o no darle la trascendencia de que estás grabando un disco en directo. Son conciertos más inspirados que un concierto oficial, que suele ser más correcto porque vas con la guardia alerta, y eres más conservador. Grabo mis conciertos como un trabajo, para ver cómo evolucionamos la banda y yo, pero también me lo paso muy bien escuchándolos.

Me imagino que tendrás muchos otros proyectos pendientes. ¿Quizá un disco instrumental, dado lo bien que te entiendes con la guitarra?
Para expresar, mi herramienta es la guitarra, siempre lo fue. Tal vez tener que fabricar una carrera individual dejó la guitarra un poco de lado, ese trabajo ya estaba hecho y puse mucha energía en la composición, en la voz, en hacerme autosuficiente; y tal vez la guitarra no ocupó el lugar que debería haber ocupado en mi carrera, salvo en un concierto, que hay más improvisación. No es tan fácil componer instrumentales. Podría, pero tendría que haber una misión, un por qué. Hice cosas en programas de televisión nocturnos, instrumentales que están muy bien. Hay material inédito, creo que en Telecinco, cuando la gente metía canciones por las noches…

¿Te refieres a la rueda?
Había un tipo que hacía las cosas bien, que tenía un espacio y no llamaba a sus amigos, sino a buenos artistas. Gaby Sarlo, productor, músico… estaba en el grupo Guerrilla Gorila. Me preguntó si lo quería hacer y yo me lo tomé muy en serio, estaba en un momento de mucha fluidez compositiva, venía de La manada y compuse cinco o seis temas rápidos, espontáneos, están muy bien.

Recuerdo verte en la sala Galileo de Madrid allá por 2011, cuando dabas el concierto tú solo e ibas alternando instrumentos. Girar solo, ¿desgasta más que alimenta, o alimenta más de lo que desgasta?
Fue un trabajo muy interesante y otro momento que resaltaría, de estar apasionado y arrebatado por algo nuevo. Empecé a darle la vuelta a las canciones, a buscar maneras de tocarlas con el piano, a investigar y escuchar repertorio, a probar distintas guitarras, distintos instrumentos… De ahí salió La huesuda, que está muy influenciado por eso. Fue mucho más lo que me dio, pero tenía un inconveniente: llegas a tocar en sitios donde las sensaciones son desfavorables, en clubs, la gente hablando… Esa fue la parte más…

¿Ingrata?
Ingrata, exacto. Pero fue un aprendizaje importantísimo, encontré otra manera de comunicarme con el público, empecé a sentirme más comunicador que músico, me vino muy bien, y trabajé mucho con la voz. Hice ciento y pico conciertos, fue muy divertido. Íbamos tres: el road manager que ahora está con Leiva, Federico Sussi; el backliner y yo, y armamos un micromundo sin horarios, todo se decidía un poco en el momento. Tenía algo de road movie, fue un momento muy romántico y de más intimidad, abandonar esa cosa loca de las giras, la excitación, donde hay poco momento para la reflexión y la charla. Fue bajar las marchas, relacionarme con otro público, otros organizadores… Había más poesía en el rock and roll.

 

«Mi capacidad de concentración se ha vuelto mínima, todo se queda en bocetos»

 

¿Cómo es el público que va a verte ahora?
Depende mucho del recinto, en los conciertos en salas no venía mucha gente de mi generación, ir a un polígono o a una sala tiene ese inconveniente, lo cual es una pena, pero yo quería hacer un concierto de rock, con la gente de pie y con energía. Siempre viene gente joven, músicos de rock, se les distingue rápidamente por las pintas que llevan y por cómo miran los pedales, las manos… Cuando voy a salas pequeñas viene gente muy fanática, que muestra una emoción… Son tipos que se acuerdan de todo, que te traen una foto que se hicieron hace veinte años contigo, donde él estaba joven, yo estaba joven [ríe], y lo guardan como un tesoro. El otro día hicimos un acústico superbonito con Tito Dávila y Laura Solla para los primeros compradores del disco. Eran veinte personas y fue un momento tan mágico… Estoy disfrutando mucho de esas cosas, son muy valiosas. No está mal llenar recintos enormes, pero lo que se produce en esos encuentros tiene mucho valor. Me encantó hacerles un regalo muy especial. Trabajamos un par de días para eso, lo hicimos muy fino, y ese día se dieron las cosas para que estuviésemos relajados, inspirados, con la gente a medio metro de nosotros.

En los últimos años has tenido mucha agitación escénica y televisiva, y las dos cosas al mismo tiempo en tu gira con Kiko Veneno. ¿Cómo viviste esa alianza y qué poso te dejó?
A Kiko se lo propuse de otra manera, que no voy a desvelar ahora, pero me propuso que lo hiciésemos él y yo solos. Fue muy excitante entrar en su mundo, dormir en su casa, conocer a su familia, a sus amigos, sus músicos… Entré en una frecuencia más flamenca, como modo de vida también. Mucho humor, mucho arte, mucho ingenio y mucho background intelectual, muy interesante. Un momento de disfrute absoluto. Fue un trabajo muy duro. Yo ensayo fuerte, ensayamos dos semanas antes del primer show y Kiko me dijo: «Nunca ensayé así en mi vida» [ríe], ensayábamos ocho horas por día. Y fue jodido, porque hubo un pico de Covid, empezó a vaciarse el edificio de los locales de ensayo y los únicos que quedábamos éramos nosotros con mascarillas. Hay fotos, tristes. Pero fue maravilloso. Había tres o cuatro canciones nuevas en cada concierto, los preparábamos bien. Vino mucha gente: Rozalén, Coque Malla, los Fetén… Hice una de las cosas que más me gusta hacer: encontrar un repertorio, buscar un lugar común con Kiko y crear algo nuevo. Sus canciones y las mías se transformaron. Tocando flamenca en “Dulce condena”, en “El mundo de ayer”… Fue muy chulo, me divertí mucho. Kiko me dio mucho, fue muy generoso. Lo extraño.

La única canción que has editado recientemente es “Nada es perfecto para siempre”, incluida en la película El mundo es suyo Vol. 2 de Alfonso Sánchez. ¿Cómo surgió?
Me llamó el que hacía el sonido para Un país para escucharlo, y la hice. Ahora tengo otra canción para una gente que se llama Antropoceno, la gente de Gotan Project, un proyecto de militancia climática, son amigos. Compuse un tema y está muy bien. Necesito estímulos, estoy en un momento de poca concentración.

Por eso te iba a preguntar: han pasado nueve años desde La manada. Con el oficio que tienes, y la de canciones que nos has regalado, ¿por qué llevas tanto tiempo sin grabar un disco nuevo?
Puede ser que haya dicho ya todo lo que tenía que decir. Otro tema es algo tan difícil como concentrarse. Algo pasó que mi capacidad de concentración se ha vuelto mínima, todo se queda en bocetos.

¿No llegas a rematarlos?
No tengo la paciencia ni la obligación ni la presión. Se juntan varias cosas. Estoy disfrutando mucho como estoy, con mis libros, mi guitarra, mi música, buscando proyectos para procrastinar el papel en blanco, y siempre van apareciendo cosas. Tal vez es que no puedo. Ya veremos, ojalá. Si viniese algo tendría que ser un momento de arrebato, que algo pase y surja esa necesidad. No se dio, no es fácil. La música siempre me resulta fácil, ya se lo dijo Dylan a Hendrix: «Cuida la letra, la música se cuida sola». Ese es el tema: ¿de qué escribir? No sé.

¿Antes te resultaba complicado escribir?
Bueno, pero llevaba una vida donde había más acontecimientos, más acción… Me cuesta encontrar algo que despierte un momento realmente apasionado, de vibración fuerte. Si no, no me merece la pena.

 

«Si viniese algo tendría que ser un momento de arrebato, que algo pase y surja esa necesidad»

 

El otro día, al ver El eternauta, la nueva serie que protagoniza Ricardo Darín, escuché a Manal, uno de tus grupos favoritos. ¿Componer para una serie o una película podría ser un estímulo para ti?
Podría ser, para una música más instrumental. Me hubiese encantado tener destreza en las nuevas tecnologías, porque me parece apasionante. Empecé a hacerlo, a grabar cosas, versiones… Tengo mucho que aprender en eso: los nuevos métodos de grabación, los nuevos sonidos… No es mi mundo, yo soy un músico del siglo veinte, y soy adicto a la música del siglo veinte.

Hablando de música argentina, no sé si leíste que Charly García le dio a Luis García Montero algunos de sus tesoros para que los guarde en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes. Recibió esa invitación para conservarlos allí, a modo de cápsula del tiempo, como otras personalidades de la alta cultura. Si te invitasen a participar, ¿qué te gustaría guardar?
Uy, eso es muy importante… Si eso lo hacen Charly García, Serrat… No lo sé. Imagino que son manuscritos de canciones, ¿no?

Sí, y primeras ediciones. No sé si eres buen custodio de tus cosas.
No, soy un desastre, pero hay por ahí algunas cajas con primeros intentos. Está todo mal organizado, en un trastero, pero… No sé, es una pregunta que me hace sentir un poco incómodo, ya me conoces. No me considero tan trascendental. Ahí hay que guardar cosas que hayan sido un gran paso para la humanidad, todo lo que te puedo dejar son pequeños pasos, pero para mí [ríe].

En los escenarios estás más cómodo. En esta gira, que arranca este 29 de mayo en Málaga en la sala La Trinchera y pasa por Granada (30 de mayo, Teatro CajaGranada) Barcelona (18 de junio, Apolo 2) o Madrid (21 de junio, Noches del Botánico), combinas salas, teatros y festivales. ¿Muta el show de uno a otro?
Muta el show según vamos tocando, desde que empezamos hasta que terminamos. Tengo cuatro ensayos, ahora se ensaya muy poco para mi manera de trabajar, que nos gustaba ensayar mucho, ir al local a hacer lo que fuese, de eso se trataba ser músico y tener una banda. Llevo siete u ocho temas nuevos, versiones transformadas. Voy a mantener el espíritu de este disco, no estrictamente lo que se grabó sino el concepto, retomar canciones que por algún motivo no había tocado, darles una vuelta, una nueva vida. Entre ellas, canciones que nunca había tocado que me encantan, mi favorita ahora es “Todavía es tarde”. Como empiezo en salas voy a incluir temas más inesperados, en festivales me imagino que lo iré transformando, o no. Tengo una idea del show en la cabeza, luego hay que ver cómo funciona. Cuando haya un público más heterogéneo, de los que van más al evento que al concierto, a lo mejor los temas que suelo tocar al final pasan adelante. Pero en nuestros conciertos gratuitos, con mucha gente, nunca se va nadie, a pesar de no tener todo el tiempo un repertorio conocido. ¿Quién tiene ya un repertorio conocido realmente?

Si no eres tú…
¡Está muy bien eso! [ríe].

«Soy un tipo intenso. Siempre trato de que haya un proyecto en el horizonte”, le dijiste a nuestro compañero Fernando Neira el año pasado en el ciclo Así nacen las canciones. ¿Tienes alguno después de esta gira? 

Ahora viene un largo camino, esto generará otras cosas. ¿Lo que más me gustaría? Armar una banda para un recinto más íntimo, con instrumentos más variados, y recuperar el lado menos rock and roll de mi repertorio. Tengo muchas canciones así. Incluso canciones que no son así, llevarlas a una bossa nova, juguetear un poco con las caras B. Me imagino un espectáculo para estar sentado, de mucha elegancia, con algún multinstrumentista o algunos instrumentistas. Es muy ambicioso, no es fácil. ¿Cuántos conciertos podría hacer así? No lo sé. Ese sería un lindo plan y un buen contraste. Llevo tres o cuatro años de rock and roll de alto voltaje y me gustaría retomar el Solo Rot, pero acompañado.

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