Ariel Rot, Leiva y Loquillo: Y el rock se hizo carne

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«Loquillo presenta a Leiva como ‘la gran esperanza blanca’, y después ‘al maestro Ariel Rot’, recordando que corría el 78 cuando le vio tocar con Tequila»

 

Ariel Rot, Leiva y Loquillo
Gira «Uno de los nuestros»
6 de junio de 2013
La Riviera, Madrid

 

 

Texto y fotos:  ARANCHA MORENO.

 

 

Se hacen llamar «Uno de los nuestros», y se enfundan en el rock and roll. Con ese traje salieron anoche Ariel Rot, Leiva y Loquillo a levantar el espíritu del público de La Riviera, dispuesto a dedicar su noche a tres de las figuras más significativas del rock nacional.

Se identifican con ‘El ritmo del garaje’, y con ‘Rock de Europa’, y las eligieron para abrir fuego con sus guitarras. Fueron el temple de lo que estaba por venir: rock que levanta, rock que recuerda, himnos de más de una generación. Tras esos dos temas, se quedó “solo Rot”, Ariel, que recordó que más de veinte músicos desfilaban esa noche por el escenario madrileño. Llevaba una banda de veteranos, con algún cambio en las filas, pero todos “perros viejos”: Osvi Grecco a la guitarra, Candy Caramelo al bajo, Toni Jurado a la batería y Mauro Mietta a los teclados. Optaron por un rock elegante, con un inicio de medios tiempos: ‘Hoja de ruta’, ‘Hasta perder la cuenta’ y ‘Lo siento, Frank’, esta última con una triple dedicatoria: “Larga vida a Lou Reed, larga vida a Keith Richards, larga vida al rock and roll”. Después, un momento para relajar los tempos y degustar una de las grandes composiciones de Ariel, ‘Me estás atrapando otra vez’, con grandes solos de guitarra. Y después, ‘Dos de corazones’, y una declaración de intenciones, tras el cambio de recinto madrileño, por una preventa más lenta de lo esperado: “Sea en Vistalegre, La Riviera o Siroco, hoy vamos a darlo todo en el escenario”, prometió.

En la tralla de Ariel, una única canción de su recién estrenada “La Huesuda”, el tema ‘Para escribir otro final’, como si fuera otro gran clásico suyo, como si fuera un tema llegado para quedarse. Después, otro guiño al pasado, ‘Dulce condena’, tema de Los Rodríguez inevitablemente festejado por la sala. Y para despedir la primera parte, dos fogonazos: reaparece Leiva, y se sube al escenario Coque Malla, artista invitado de la noche, que se arranca a cantar ‘No puedo vivir sin ti’ arrancando casi a pelo, guitarra y voz, ayudado por un público que se entrega por completo. Sobre el escenario, desfilan cuatro grandes guitarras –las de Coque, Leiva, Ariel y Osvi–, y apetece pedirle a Coque Malla que se quede a la fiesta, que se una a una noche de rock donde también tiene mucho que ver. Pero Coque se va, y tras él también se marchan los últimos cartuchos de Ariel, bien tirados: ‘Baile de ilusiones’ y la inolvidable ‘Milonga del marinero y el capitán’.

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El cambio de tercio lo marca una música étnica, un clima de luces y sombras que pronto nos desvela una de las siluetas más reconocibles del rock. Leiva arranca con ‘Nunca nadie’, y desde el minuto uno despliega todas sus armas: su cancionero, un rock muy arriba y una banda que tiene muy cogida la medida al rock. Si lo de Ariel es un rock elegante, y a ratos contenido, Leiva no baja el ritmo, respira rock sin pausa. Muy arropado por su numerosa banda: su hermano Juancho a la guitarra, César Pop entre teclados y guitarras, Tuli al saxo, Gato Charro a la trompeta, Manuel Mejías al bajo y una batería y una percusión que funcionan sin dar tregua: Luismi Romero a la percusión y Roberto Aracil a la batería. La banda suena, y además, empuja hasta en los coros, donde arriman el hombro casi todos. Leiva apuesta por gran parte de su repertorio en solitario, como ‘Todo lo que tú quieras’ y ‘Supervivientes’, y algunos guiños a Pereza en ‘Cómo lo tienes tú’, con un final enredado con el ‘Hey Jude’ de los Beatles. El madrileño tiene un recuerdo para Guille Martín, “que tocó con todos nosotros”, y le dedica ‘Miedo’. Después, reconoce que se siente “muy afortunado” por poder tocar con sus ídolos, y tira algún dardo por las trabas que sufren los músicos para tocar. Tras el dardo, arranca desde abajo con ‘Aproximación’, que nace en un continuo in crescendo. Tras ‘Superhermanas’, otra traca compartida con Ariel: ‘Lady Madrid’ y ‘Mucho mejor’: la sala vuelve a tronar por duplicado.

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La noche está llena de hits, y aún falta el Loco, que se hace esperar antes de pisar con fuerza el escenario, arrancando con ‘La nave de los locos’. La noche va de bandas, y la del Loco suena sin fisuras, con tres guitarras poderosas: la de Jaime Stinus, Igor Paskual y Josu García. Tras ellos, Alfonso Alcalá al bajo, Laurent Castagnet a la batería y Santi Comet a los teclados. ‘Memoria de jóvenes airados’ crece hasta el climax con los solos de Stinus; y ‘Hombre de negro’ asienta las reglas del juego del Loco, capaz de recitar, cantar y desgarrarse cuando la ocasión lo exige. Es el momento de dar las buenas noches, y de recordar que están celebrando “la ceremonia del rock”, justo antes de acordarse de Johnny Hallyday, con quien grabó una versión del siguiente tema, ‘Cruzando el paraíso’. Su banda suple su ausencia, con una parte vocal muy lograda, que paraliza la música antes de volver a rockear sin medida y despedir el tema con un beso que el Loco tira a su público. Un gesto de los muchos que tiene el Loco con la audiencia: un concierto del catalán no se entiende sin su constante comunicación gestual, sin sus ademanes, sin su actitud.

Llega ‘Rompeolas’, y el Loco no duda en encenderse un cigarro, que se consume entre sus dedos, mientras apoya el codo en la otra mano, mirando al público con curiosidad, mientras Josu García se acerca al centro del escenario con otra guitarra memorable. El rock sube decibelios con ‘Carne para Linda’, donde el Loco canta con más agresividad y su eterno compañero Igor Paskual se sube al altavoz completamente entregado. Poco después, el guitarrista lucirá una boa al cuello para afrontar ‘Rock and roll actitud’, con los teclados de Comet echando humo, en plena ebullición. Otro de los himnos de la noche será ‘Feo, fuerte y formal’, antes de rematar su asalto con ‘La mataré’.

La noche está llegando a su fin, y es el momento de cerrar el círculo de nuevo a tres bandas. Loquillo presenta a Leiva como “la gran esperanza blanca”, y después “al maestro Ariel Rot”, recordando que corría el 78 cuando le vio tocar con Tequila. “He tenido suerte de llegarles a conocer”, asegura el Loco, y así afrontan los últimos dos disparos de la noche: ‘Rock and roll star’ y un himno ajeno en el que los tres se ponen de acuerdo: ‘Qué hace una chica como tú en un sitio como este’, de los históricos Burning. Un cierre perfecto, justo y preciso, para una noche en la que se demostró que el rock patrio está mucho más que vivo.

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