“’Solamente adiós’, encaja en las instantáneas que nos ocupan, y con el tiempo será una de las mejores. Eso sí, su dulzura inicial desemboca en un sonido potente y duro”
De sobra es conocida la vertiente rock and roll de Ariel Rot, pero su lado baladista no tiene desperdicio. Ahí están ‘Me estás atrapando otra vez’, ‘Sin saber qué decir’, ‘Después de brindar’ o tantísimas otras composiciones de las que nos habla hoy Chema Domínguez.
Texto: CHEMA DOMÍNGUEZ.
Conocerle en directo es disfrutarlo. Todas sus facetas musicales mejoran extraordinariamente sobre el escenario, ¡como si no fueran ya de matrícula de honor en el estudio! «En vivo mucho mejor» (DRO, 2001), su corriente más íntima, de tiempo sosegado y palabras ardientes, también amplía su poder de atracción. Y es que Ariel resuelve con solvencia todas las dudas de la teoría de supercuerdas al agrupar desde su guitarra las diferentes escuelas del rock, y recoger todo tipo de efectos complejos y sencillos para lograr vibraciones únicas y originales.
Repasando su discografía, encontramos que las vibraciones de «En vivo mucho mejor» alcanzan plenamente el alma cuando llegan los minutos más desnudos. Ese disco nos sirve como punto de partida en este artículo, para rebobinar y adelantar en el lado baladista de su carrera. Arranca con ‘Sin saber qué decir’, un tema que se publicó en el segundo disco en solitario de Ariel Rot, «Vértigo» (Serdisco, 1985), entre «tequilas» y «rodríguez», mejorando la producción desorientada del primero, «Debajo del puente» (Serdisco, 1984). ‘Sin saber qué decir’ descubría el gran corazón de Ariel, el descaro rockanrolero ya lo conocíamos. Y a pesar de ser un gran esbozo, ese tema ha ido mejorando con el paso de los años hasta convertirse en una balada imprescindible para él y para todos, llegando a abrir «Dúos, tríos y otras perversiones» (2007) junto a Amaral. En su autoría aparece Sergio Makaroff, ¡qué decir de un autor tan solvente!, además de ser letrista de referencia para Rot.
‘Sin saber qué decir’ encabeza esa colección de escenas donde todo llega a su fin, una constante que alternará con los recuerdos, los sueños no cumplidos y una nostalgia a veces voraz y otras reivindicativa de tiempos mejores, de tiempos aún vírgenes. Y en algunas ocasiones aparece una sonrisa, cierto optimismo y alegría de vivir a pesar de todo, algo de sensualidad tampoco faltará. En ese mismo disco se encuentra también ‘Mil mentiras y una verdad’, una canción que compuso con Makaroff y que canta con Fito Páez. Una de esas baladas en esencia que se transforman en rock desatado. Una de sus canciones esenciales, como nos reconoció Ariel en esta lista de sus básicos para Efe Eme.
Aún hay otra gran balada en “Hablando solo”: nos referimos a ‘Después de brindar’, escrita íntegramente por Ariel, apunta con crudeza y cierta naturalidad la consecuencia más severa de la desilusión traída por el paso del tiempo: «Y es que no hay nada más triste que recordar los sueños del pasado, para comprobar qué poco se cumplió de lo que habíamos soñado». Fin por disparo.
“En vivo mucho mejor”
El Teatro Jacinto Benavente de Galapagar (Madrid) fue el lugar escogido para grabar «En vivo mucho mejor», fantásticamente producido por el argentino con la ayuda de Ángel Martos y Tito Dávila. Todo ese trabajo técnico, acústico, permite respirar la mayor de las emociones cuando aparece ‘Colgado de la luna’, uno de esos tiempos medios donde se adentra en la senda del recuerdo, rescatando personajes sin nombre perdidos en el túnel del tiempo, los excesos y los sueños. Terriblemente buena, con letra de Sergio Makaroff y aparecida originalmente en «Hablando solo» (DRO, 1997), donde comparte espacio con ‘Vicios caros’. La situación descrita bien pudiera ser una escena anterior a la ‘Princesa’ de Sabina. Con Joaquín compuso ‘Viridiana’ y ‘Jugar por jugar’, el ubetense a las letras y el argentino al frente de las músicas para «Yo, mí, me, contigo» (BMG/Ariola, 1996), justo el año del «Hasta luego» de Los Rodríguez.
Volviendo a “En vivo mucho mejor”, de su etapa con Julián, Andrés y Germán recupera ‘Me estás atrapando otra vez’, tema compuesto entre Rot e Infante que adquiere el status de mágico en la voz de Ariel con ese estupendo arreglo de órgano a lo Procol Harum de ‘A whiter shade of pale’. Aún tendría otra vida excepcional con M Clan para «Dúos, tríos y otras perversiones» (DRO, 2007), combinación que sale del concierto-homenaje que en su momento se realizó en Madrid en memoria de Guille Martín, y del que hemos vuelto a hablar en Efe Eme al recordar este pasado agosto la primera década sin él. Carlos Tarque lo recuerda así: «En el homenaje colaboramos varios músicos y yo le dije a Ariel que me gustaría hacer ‘Me estás atrapando otra vez’, me gustaba tanto el tema y salió tan bien que Ariel flipó, y luego pues la grabamos para el disco de versiones».
Las baladas de “Cenizas en el aire”
«Cenizas en el aire» (DRO, 1999) está bien representado en «En vivo mucho mejor» al inaugurarlo con la autobiográfica el ‘Vals de los recuerdos’, e interpretar más adelante ‘Hasta perder la cuenta’, ‘Dos de corazones’ y ‘Adiós mundo cruel’ seguidas y en ese orden. Pero curiosamente no hay espacio para los tempos que nos ocupan y que alumbran joyas como ‘Todavía es tarde’, con letra de Ariel y Andy Chango, lamento irónico desde un absoluto rollo bluesero y rock con toques soul para entonar y entonarse cantando que «toda la cordura fue a parar a la basura», que «sentí la gloria de los que fracasan» para cerrar con el insistente coro «paso la vida viendo burbujas donde no hay». Excelente.
‘Vestido antiguo’ sigue esa línea, digamos divertida, para narrar situaciones que en otro momento hubieran supuesto una tragedia. Letra del polifacético y brillante Julio Bustamante al más puro estilo Aute del ‘Pasaba por aquí’ o ‘Una de dos’.
‘Geishas en Madrid’ cumple con la antología de personajes de tiempos pasados y salvajes, pero ‘Cenizas en el aire’, precisamente la que da título al cuarto disco en solitario de Ariel, resplandece muy por encima de las ‘Geishas’. En ese espacio vital de los cambios, de las cuatro direcciones, Ariel convierte sus convicciones en una de sus mejores letras: «Las manos que no quiero estrechar son las que firman las leyes que no puedo obedecer».
“Lo siento, Frank”
«Lo siento, Frank» (2003), más su añadido «Acústico» para la reedición, conforman junto a «Ahora piden tu cabeza» (2005) un nuevo periodo creativo de Ariel entre el ya citado «En vivo mucho mejor» y «Dúos, tríos y otras perversiones» más «Etiqueta negra» (2009), que buscan repasar y revitalizar la vida artística y comercial del bonaerense de nacimiento y madrileño de pleno derecho. Quizá queden algo aislados de una deseable regularidad de publicaciones nuevas, pero contienen igualmente poderosas canciones y marcan el camino para la producción que Ariel necesita, su alianza con José Nortes dará excelentes resultados. Así, y en la parte que nos ocupa, ‘El mundo de ayer’ evoca ese tipo de balada rock pop tan plena como ‘La mirada del adiós’, la idea de las canciones pendientes da brillantes versos: «Aún te debo una canción que no pude componer / por las cosas que no hiciste pero que quisiste hacer», el Hammond de Luis Prado, los coros de Tito Dávila y Ricardo Martín, más la batería de Toni Jurado hacen el resto.
El disco trae variedades interesantes para las atmósferas más acústicas, más personales, como el jazz íntimo de ‘Tacones cubanos’, el bolero ranchera de ‘Objeto volador no identificado’, y la ingravidez del vals, de nuevo girando según el aire de la ranchera en la ‘Canción par vagabundos’, la crudeza de tiempos pasados que contenía ‘Después de brindar’ deja paso al guiño de la esperanza: «Todo nos falta en la tierra, todo menos la ilusión», con las voces de Andy Chango y Andrés Calamaro el cierre de «Lo siento, Frank» solo puedo calificarlo de glorioso. Inevitable ponerse después ‘Salud (dinero & amor)’. Y aún queda citar el ‘Bar Soledad’, con letra y música de Ariel llegan las influencias de Moris y aquel ‘Nocturno de Princesa’.
En el «Acústico» que acompañará el relanzamiento del disco, el rockero grabará otra joya de Moris, ‘Balada de Madrid’, y como ya hiciera antes con ‘Bruma en la castellana’ para «Hablando solo», con letra de Moris y música de Ariel. Precisamente, en ese «Acústico», cabe destacar también la desnudez que adquiere ‘Cenizas en el aire’, interpretándola a fuego lento, dejando disfrutar aún más de esa letra tan rotunda.
“Ahora piden tu cabeza”
«Ahora piden tu cabeza» (DRO, 2005) marca el regreso a la electricidad y cierta velocidad, buscando el contrapunto en temas como ‘Adiós carnaval’, bajo una idea similar a ‘Vicios caros’. Pero los mejores momentos vienen por parte de ‘Los tipos duros no bailan’, reposada, confiada en «amores que se quedan para siempre», aunque el propio autor, Ariel, se pregunte a la vez «¿quién busca amores para siempre?».
El lado más acústico nos regala «Yo no sé dónde estaría», una chacarera que sirve a nuestro rockero para liberar su particular «gracias a la vida», de verdad, admirable.
“Etiqueta negra”
Al igual que sucediera con «Acústico», «Etiqueta negra» trae dentro de su colección de canciones otras visiones más íntimas y sosegadas de tiempos más rápidos como ‘Ahora piden tu cabeza’ bajo su forma de maqueta, realizada en 1999, seis años antes de su definitivo aspecto. Pero la mejor maqueta es ‘El oro y el fango’, grabada el mismo año y solo accesible en este personal catálogo, un buen reflejo de «un día crazy, un día tango, como el oro y el fango».
“Solo Rot”
Hay quien opina que «Cenizas en el aire» es el gran disco en solitario de Ariel, pero hay quien opina que es «Solo Rot», otros que «La huesuda»… ¡Y todos tienen razón! El rockero tiene una existencia cuántica, con la paradoja de que en muchos de sus universos repite el mismo papel de maestro. «Solo Rot» (Warner, 2010) marca una solvencia apabullante, presenta a un tipo con unos cincuenta tacos envidiables, en plena forma y sobrado. ‘Dandy’ busca el tono más sensual de una balada, preparada para crear clima, para erotizar, para seducir, de nuevo la seda jazzística… ‘Cuando no esperaba nada’ despeja cualquier niebla vital, y ‘El primer baile del verano’ recupera la inocencia de las edades primerizas, sin dolor, enumerando besos, promesas, descubrimientos, amigos y aquel primer baile del verano, aunque preguntándose constantemente ¿dónde estarán?
Todos los temas de «Solo Rot» están compuestos por Ariel, menos la letra de ‘Salto al vacío’, a cargo de Sergio Makaroff. Con forma de suave chacarera, de reposado malambo, te deja totalmente pleno y encogido a la vez: «Si me zambullo en el río prefiero que no me sigas», esto después de borrar y quemar archivos y papeles para no dejar rastro, «ya no seré quien he sido». El juego de morir y volver a nacer aquí o en otro lado, con un Ariel interpretando a gran altura, marca uno de sus discos más imprescindibles
“La huesuda”
«La huesuda» (2013) continúa el esquema con José Nortes en la producción y Ariel firmando todos los temas. Solo comparte la autoría de la música en uno de ellos, ‘Debajo del puente’, recuperado de los inicios de su carrera en solitario que firma junto a Rafa Balmaseda. Una vez más, el hispanoargentino da por buena la idea de que los grandes artistas, con el tiempo, realizan sus mejores obras. Donde más se nota es precisamente en el repertorio más calmado, donde de verdad hay que decir algo y donde mejor se interpreta. ‘Emociones escondidas’ es una demostración irrebatible: «Se hace lo que se puede, se tiene lo que se junta / Se dice lo que se siente y el corazón no para nunca». Igual sucede con la bluesera ‘Puro frenesí’ y sobre todo con ‘Para escribir otro final’, una prueba de madurez artística que enlaza con aquella ‘Sin saber qué decir’, bueno, en este caso sí supo qué decir.
Tal y como sucedió con «Solo Rot», Ariel reserva para el final otro momentazo íntimo, de despedida, ‘Se va…’. En este caso son los sueños los que se quedan atrás: «Un día se van / se va… / como la primavera llega y se va». De nuevo teatralizando mejor que nunca y ocupándose de todo lo que suena. Te obliga a quedarte en silencio después de acabar, ¡no hay mejor forma para empezar a meditar!
“La manada”
Llegamos al recién estrenado «La manada». Si empezamos por el final, a priori vuelve ese cierre tan valioso de los dos cedés anteriores con ‘Me voy de viaje’, aunque el desarrollo musical es otro, guitarra y voz al principio para convertirse en un suave blues rock, con estratégica parada sonora para recitar: «No quiero parecer un tipo vago, pero la verdad es que empiezo a estar cansado, cansado de remar contra corriente, cansado de tirar monedas a la fuente (…). Nací para ser libre, no para ser esclavo. Te lo repito si no lo tienes claro, cuidado que la vida se te escapa entre las manos». Silencio, ataque musical de nuevo y «fade out». Lo dicho, en plena forma.
El primer sencillo de este último trabajo, ‘Solamente adiós’, encaja en las instantáneas que nos ocupan, y con el tiempo será una de las mejores. Eso sí, su dulzura inicial desemboca en un sonido potente y duro, acorde con el inicio del cedé. Nada que ver con ‘En el borde de la orilla’, armada con guitarra acústica y una suave percusión, les dejo que la descubran.
‘Una nube que pasó’ vuelve sobre la calidez jazz y ‘Vagabundo’ flirtea con lo castizo, como un chotis que gira sobre la misma baldosa de la huida, de los fantasmas y la locura: «Mejor una mala historia que no tener nada que contar». Y precisamente la canción que titula lo nuevo de Ariel, ‘La manada’, es otra de las miradas atrás que tan bien explota Ariel, para recuperar aquel grupo de amigos, como una bandada, como una manada, dispersados al convertirse en cazadores cazados, más o menos, mejor que la abra cada uno y no estropear el final.
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Anterior entrega de la Semana especial: Ariel Rot: En vivo, cada vez mejor.