«Pensar en esos 10 años me hace ver que, si en ese tiempo no he dejado de ilusionarme y de aprender, todavía me queda mucho por andar»
Justo cuando se cumple una década de su debut, Anni B Sweet nos sorprende con su primer disco en castellano. Un repertorio que le ha empujado a terrenos sónicos que siempre había querido explorar, como le cuenta a David Pérez Marín.
Texto: DAVID PÉREZ MARÍN.
Fotos: ANNI B SWEET.
Cuatros años después de su anterior Chasing illusions (2015), Anni B Sweet no solo reaparece con energías renovadas, sino que estrena y comparte con nosotros un nuevo universo, Universo por estrenar. Dando un doble mortal y saliendo de su zona de confort, cantando en castellano y jugando como nunca con un sonido luminoso y psicodélico, repleto de texturas, capas envolventes y contagiosa libertad creativa.
¿Cómo se ha fraguado tu nueva sonoridad?
Llevaba mucho tiempo detrás de este sonido, pero quizá la sensación era de miedo, de no tenerlo del todo claro o de no saber cómo hacerlo real. La música que más me ha volado la cabeza siempre ha sido aquella que no se ceñía todo el rato a la estructura o al sonido común de una canción pop, me gusta que me sorprenda con nuevos pasajes o sonidos inesperados y sentir esa pureza de hacer lo que realmente el cuerpo te pide en cada momento, independientemente de si esto será fácil de escuchar o no, esa preocupación surge una vez acabado el disco (ríe). Fantaseaba desde hace mucho con este sonido, la psicodelia para mí es más que esa música de los sesenta y los setenta, significa libertad a la hora de crear, ser lo más puro posible, y este disco representa eso, lo más cerca que he estado de lo que tenía en mente, de lo que quería crear. Esto no quiere decir que los discos anteriores no hayan sido honestos. Ha sido muy importante pasar por esas etapas para llegar aquí. Creo que desde que empecé a tocar llevo luchando contra mis prejuicios y todo eso se ve reflejado en cada álbum. Este nuevo elepé me ha abierto un nuevo camino en el que me siento mucho mejor, con muchas ganas de aprender y experimentar.
El lanzamiento de este trabajo coincide con el décimo aniversario de tu debut, Start, restart, undo (2009). ¿Qué recuerdos se te vienen a la cabeza de aquellos inicios?
Tiene gracia que haya pasado justo 10 años, una década, un número tan redondo. Para mí se cierra una etapa y comienza otra nueva, y no lo digo por el idioma, porque no es un adiós al inglés para siempre. Creo que se trata del momento personal por el que estoy pasando. Del primer álbum lo único que recuerdo son sensaciones… A veces intento hacer memoria de los lugares en los que toqué y lo veo muy borroso y a la vez bonito, no recuerdo la mitad de todo lo que ocurrió. Hicimos muchas cosas en muy poco tiempo, o así lo siento yo, recuerdo trabajar mucho, pasarlo muy bien y pasarlo muy mal. Recuerdo tener muchas ganas, mucha inseguridad, muchos nervios, muchos momentos buenos que daría dinero por volver a experimentar, siendo más consciente de ello y, por encima de todo, recuerdo una inocencia imposible de recuperar a no ser que volviese a nacer. Pensar en esos 10 años me hace ver que, si en ese tiempo no he dejado de ilusionarme y de aprender, todavía me queda mucho por andar.
¿Y qué rasgos o huellas de aquellos años, dirías que están aún presentes en esta flamante y radiante etapa que abres con Universo por estrenar?
¡Muchos! Creo que los más notables son la ilusión y las ganas de aprender. Es curioso, pero en este álbum reconozco muchas de las cosas que escondía la Ana de hace 10 años. A nivel sonoro, diría que ese toque de los sesenta y setenta, y esas ganas de jugar con el sonido y experimentar.
En “¿Qué hago aquí?”, una de las pistas más esperanzadoras de álbum, lo dejas claro: “Es tarde para retroceder, / no hay lugar seguro al que volver, aún hay algo que pueda hacer… / Puedo volver a empezar…”. Háblanos de esa búsqueda de paz interior, de sacudirse los fantasmas hacia delante. ¿Cómo ha sido ese recorrido interior a corazón abierto? ¿Están ya curadas las heridas?
Cuando buscas un cambio hay un momento en el que te encuentras en tierra de nadie, no llegas a lo que querías aún y pierdes por completo las ganas de volver atrás, que es donde comenzaste y donde no quieres estar. Ese paso tan grande de intentar dejar a un lado formas de ser que tenías muy arraigadas quizá sea el más jodido, y una vez das el paso ya no hay lugar seguro al que volver, ya eres consciente de cosas que antes no eras… Lo que me inspiró esta canción fue estar en ese punto de pánico por haber avanzado a un lugar en el que no hay retorno. Estás en proceso de construcción, más consciente de todo, más lúcida, ves más claro las cosas buenas y las malas, pero aún no sabes cómo gestionarlas del todo y esto provoca otras dudas nuevas. El disco florece a raíz de la sensación de no querer pasarme el rato que esté aquí con el piloto automático puesto, de querer ser más consciente de todo, echar el freno y mascar bien las cosas buenas e incluso las malas, intentar gestionarme mejor para no pasarlo mal. Diría que esas heridas están curadas, pero eso no quiere decir que haya aprendido a mantener del todo lejos lo que me las provocaba.
En relación a la composición de las letras, ¿el parto ha sido más doloroso que otras veces? Cuéntanos, por favor, algo del proceso y del peso de la astronomía en las mismas.
¡Sí que fue más complicado! Ya me advirtieron que el español era más duro, pero hasta que no lo comprobé, no lo supe del todo. Además, le tengo mucho respeto a mi lengua madre. Lo bueno es que tenía tanta ilusión por experimentar con el idioma que contrarrestaba la dificultad. Sobre todo lo noté a la hora de buscar las palabras correctas, que sonasen bien y que entrasen en la melodía. Tuve que sacrificar algunos trocitos de melodías por meter ciertas palabras y viceversa. Aún me queda mucho por aprender, soy consciente, ¡y soy nueva! Pero esto es lo que más me motiva, que solo acaba de empezar y veo mucho camino por delante. Antes de escribir este disco estuve leyendo mucho. Hubo una etapa en la que apenas tocaba la guitarra, solo leía y escribía lo que me pasaba por la cabeza, pero sinceramente creo que ese trabajo no se ve reflejado en estas canciones, o no de forma consciente, aún debe fraguar más. No sé qué letras habría escrito si no hubiese leído nada esa época… Me da la sensación de que las canciones de Universo por estrenar han salido de una forma más animal y no tan pensadas. Y de la astronomía llevo enamorada muchos años, aunque me costaba incorporar ese tema a las canciones. Ya en Chasing illusions hablaba del cielo y de lo mucho que me inspiraba, entonces comencé a adentrarme más en ese terreno espacial y a sentir que debía hablar de ello en mis canciones, de ahí las letras de “Beginner”, “Onyx stars” y “Drive”, entre otras. Al escribir este nuevo álbum me alegró mucho ver que salían muchas referencias a la astronomía, me atrevería a decir que incluso a la física cuántica, no como tal, sino como punto de inspiración. No fue buscado, pero es normal que en algún momento se hiciese más notable en las letras mi fascinación por la ciencia del cosmos.
«Me da la sensación de que las canciones de Universo por estrenar han salido de una forma más animal y no tan pensadas»
¿Qué te llevó a decidirte de pleno por el castellano?
Las ganas de un cambio y de ponerme en situaciones que no había vivido antes. Me había acomodado mucho con el inglés y me sentía un poco atascada. Necesitaba algo nuevo y el español me pareció un buen punto de partida. Cuando lo había intentado siempre me quedaba parada en ese momento de vestir las canciones, no encontraba el sonido que quería, lo tenía en mente, pero no me sentía con fuerzas de darle más vueltas y buscarlo, me parecía mejor idea seguir trabajando en lo que ya controlaba, el inglés. Este disco ha sido un proceso muy divertido a nivel personal, era como tener un nuevo instrumento, ha sido muy inspirador y estimulante cambiar de idioma.
Si te atreviste con el idioma, en la vertiente instrumental has dado un giro enorme… ¡Y vaya sonido! Tengo que confesarte que cuando escuché el primer adelanto, “Buen viaje”, entré en bucle total. Creo que suenas mejor que nunca. ¿Podríamos decir que has encontrado lo que buscabas? ¿Qué te ha llevado a dejar atrás el pop-folk y abrazar esta suerte de universo psicodélico y espacial, cargado de sintetizadores y guitarras lisérgicas donde tu voz convive como un instrumento más?
He encontrado lo que buscaba y al llegar a ese punto me he encontrado con un nuevo universo lleno de nuevas posibilidades. Ha sido toda una sorpresa. Los directos de los discos anteriores ya tenían ese toque de psicodelia, hacíamos nuevas partes instrumentales e improvisábamos según sentíamos. Pero a la hora de componer las canciones salían de otra manera, y esto hacía que la vestimenta fuera diferente a la de este último disco. Siempre es importante saber lo que una canción necesita y no forzarla, por eso, por mucho tiempo que lleve enamorada del sonido espacial y psicodélico, no podía dárselo a canciones anteriores, no hubiese sido natural y no les hubiese hecho ningún bien, creo. En Universo por estrenar las canciones pedían a gritos ese sonido y eso me hizo muy feliz. Tenía muchas ganas de grabar con ese tipo de efectos y atmósferas, donde la voz parece flotar acompañada de más instrumentos.
¿Quizás esa flamante luminosidad sónica, repleta de capas y texturas, sea el contrapeso y bálsamo necesario para vencer la nostalgia y soledad reinante en la obra? ¿La música como dulce veneno y al mismo tiempo, como antídoto, como terapia necesaria?
¡Qué bonito! Así es, cuando tengo la letra y melodía de una canción siempre le acompaña de forma imaginativa una atmósfera y un sonido. A veces, analizando te das cuenta de lo importante que es crear un equilibrio de luces y sombras y, sobre todo, una atmósfera adecuada que ayude a que la canción sea entendida a niveles distintos, más allá de la letra.
¿Es sanadora para ti la música?
Sí, la música es muy sanadora para mí. En el momento de escribir me alivia mucho y a la hora de grabarla y vestirla ves con más claridad la letra pequeña que escondían esas líneas, que en su momento significaban algo más limitado, y cuanta más distancia coges, al analizar de nuevo la canción, te encuentras con sorpresas nuevas. Es muy buena manera de conocerse a uno mismo.
El artista Pogo, que ha hecho carteles de Tame Impala, ha diseñado la magnífica portada. James Bragshaw, líder de Temples, ha producido el disco, y los compañeros elegidos para plasmar en directo este universo sonoro son Víctor Cabezuelo y Julia Martín-Maestro, de Rufus T Firefly. ¿Qué suponen para ti cada uno de estos tres grupos y cómo han influenciado en este nuevo viaje?
Pink Floyd es de mis bandas preferidas y siempre han estado ahí, estos últimos 6 años se sumaron Temples, Tame Impala, Pond, Unknown Mortal Orchestra, King Gizzard and The Lizard Wizard, Melodys Echo chamber, The Shacks, The paperhead, Boogarins, The Lemon Twigs, Jacco Gardner, Django Django, Foxygen y muchos más, además de los grupos de los sesenta y los setenta que ya venía escuchando, como Jethro Tull, Jefferson Airplane, Ten Years After, Ultimate Spinach, Vanilla Fudge, Supertramp, The United States Of America, Yes… Conocer a James ha sido muy enriquecedor. Antes de grabar con él conocía su música y lo admiraba, sabía que grababa y producía sus canciones, además de componerlas, cantar y tocar. En un principio no tenía a nadie en mente para grabar, pero cuando me puse a preproducir las demos en casa pensé que sería increíble trabajar con James, ya que su sonido tenía el toque que yo quería en mis discos. Le escribí y me llevé la sorpresa de que me contestó y estaba interesado. Le mandé las demos y me dijo que se veía aportando algo a esas canciones. Me dejó muy tranquila saber que le gustaba la preproducción de los temas y al poco tiempo fui a su estudio a grabar. Allí hubo muy buena conexión a muchos niveles, nos entendimos muy bien y todo fluyó de una forma muy natural y con muchas horas de trabajo a partir de las demos. Creo que la visión y claridad de James a la hora producir ha sido fundamental, ha aportado mucho: el sonido, su forma de tocar, muy buenas ideas y una confianza en lo que ya venía grabado de Granada, que hizo que se crease un ambiente ideal. En el resultado final han trabajado personas maravillosas que tienen mucho talento. Cuando grababa las demos en el sótano de casa tenía la suerte de contar con Noni cuando lo necesitaba. Él tocó algunas guitarras y sintes que finalmente quedaron en el disco, pasó esto con arreglos que hice para las demos también, funcionaron muy bien con la idea de James y se quedaron. Javier Doria mezcló el disco, fue también una parte muy importante, entendió a la perfección como debía sonar. Y Ángel Luján se encargó del mastering, su trabajo también fue muy especial y delicado, para conservar y realzar al máximo ese sonido especial del álbum.
¿Y en cuanto a Pogo y Rufus T Firefly?
A Pogo lo conocí por el trabajo que había hecho con grupos como Ariel Pink, Tame Impala o festivales de psicodelia. Cuando me puse en contacto con él, vi que teníamos muchos gustos en común, los setenta, la física cuántica, la astronomía… Y eso fue decisivo para trabajar con él, nos entendimos muy bien y fue sencillo. Me parece muy importante que el arte del disco esté en armonía con la música que hay dentro de él. Pogo hizo que así fuese. Cuando pensaba en el directo fantaseaba con la idea de que Víctor y Julia de Rufus T Firefly tocasen conmigo, sin saber si iba a ser posible, ya que tienen su propia banda y una amplia gira. Me fijé en ellos cuando los vi en directo, la energía que transmitían era muy bonita y además de ser muy buenos músicos están dentro del estilo del disco. Les pasé el álbum y me dijeron que se apuntaban, me pareció una maravilla tenerlos formando parte de la banda para la gira, y lo está siendo.
«Llevo mucho tiempo sin tocar con la banda y este disco lo pide a gritos»
¿Quién más completa tu banda actual?
Con ellos están Jesús Chumillas, al bajo en Pajaro Sunrise y mi bajista de hace muchos años, Antonio Trapote a la guitarra, de la banda Ambre, Fabian Romero al sonido, Edu Sinner de road manager y a veces nos acompaña Jaume Rausell a las luces. No puedo estar más contenta con el equipo. Mejores músicos y mejores personas. Sí, he dicho “mejores” dos veces, sé que así no es esa frase/ese dicho, pero con ellos cobra sentido.
Antes has mencionado a Noni, y lo cierto es que encontramos pinceladas de Lori Meyers. Él ha metido algunas guitarras y sintes, como me decías, aparte de compartir voces en el genial cierre de “El tiempo”. ¿Cómo fue la conexión bajo esta ilusión renovada? Se te siente más a gusto que nunca.
Lori Meyers es una de mis bandas preferidas desde hace tiempo, los tenía como referente y he aprendido mucho de ellos por tenerlos cerca, es un halago que en mis canciones haya pinceladas de su música. Me he sentido muy a gusto en este disco, me he dejado llevar a la hora de componer y de grabar las demos en casa, sin pensar en nada más. Intenté disfrutar mucho de esos momentos, decidí no tenerle miedo a cambiar los patrones que había seguido anteriormente, pasé momentos muy buenos haciendo la producción de las demos y Noni, al conocerme tan bien, sabía lo que tenía en mente y lo tanto que necesitaba llegar a conseguir eso que imaginaba. Fue muy genial tenerlo cerca, pasaba sola muchas horas en el sótano y en los momentos de bloqueo Noni fue fundamental, es una persona muy espontánea musicalmente hablando y se deja llevar por lo que siente con las canciones, supo hacer arreglos muy bonitos e inspiradores en ellas.
En “Juramento” rezumas rabia y sinceridad, quizás sea el corte más enérgico y uno de los más brillantes del lote. ¿Cómo nace y qué supone para ti?
¡Muchas gracias! “Juramento” es una de mis preferidas, es una canción muy libre y sin prejuicios, con una estructura más complicada que otras y que pasa por diferentes sonidos y atmósferas, muy juguetona. Nace de las ganas de despedirse de todo aquello que te limita y no te deja ser, un juramento a mí misma de no dejar que se acerque todo aquello que es tóxico y coarta la libertad.
Justo cuando dejamos de flotar y la misión espacial parece terminar con “El tiempo”, vuelve la oscuridad terrenal en una pista secreta que nos atrapa e invita a vencer los miedos, esos que siempre asechan, y disfrutar de cada buen momento…
El track escondido se llama “Buen ahora”, aunque su nombre no sale en el disco (por ser track escondido, jejé). Me parecía importante tener una canción a modo de recordatorio, para no olvidarnos de que hay que disfrutar de los buenos momentos, porque los malos vienen solos, no tiene sentido buscarlos ni esperarlos.
La próxima fecha a la vista (con banda) es el 5 de julio en el Music Port Fest, y tras el periplo de festivales de verano llegarás a Madrid el 15 de noviembre, a la sala Ochoymedio Club. ¿Cómo están siendo los ensayos y los primeros directos? ¿Qué nueva Anni B Sweet y radiante propuesta se van a encontrar tus fans en vivo?
¡Los ensayos van muy bien! Al acabar el disco pensé que iba a ser muy complicado en directo y no sabía muy bien cómo abordarlo, pero ha cogido un cuerpo muy bonito y explosivo tocado en vivo. El equipo es muy bueno y se crea una atmósfera muy espa(e)cial, las canciones han cogido mucha vida tocadas por mis compañeros. Tengo muy buenas sensaciones, y aunque en los primeros conciertos a veces se adueñan los nervios y no eres tan consciente de todo lo que ocurre en el escenario, siento que va a ser una gira muy placentera de tocar. Hay muchas ganas de darlo todo en los directos, llevo mucho tiempo sin tocar con la banda y este disco lo pide a gritos, espero que quienes vengan a vernos lo disfruten mucho.