“Ángel caído”, de Toño Martín

Autor:

EL MIÉRCOLES, CANCIÓN

Esta semana, en “El miércoles, canción”, destacamos “Ángel caído”, el tema que avanza el elepé que recoge las grabaciones inéditas de Toño Martín, cantante de los primeros Burning.

 

Texto: JUAN PUCHADES.

 

Era conocido que Toño Martín, el primer vocalista de Burning (y colíder junto a Pepe Risi, además de compositor) en los imprescindibles años iniciales de la formación madrileña, tras su salida del grupo en diciembre de 1983, había grabado algunas maquetas. Toño anduvo primero por Bilbao para instalarse al poco tiempo en Briviesca (Burgos), con su mujer y su hija, donde llegó a ejercer de bajista de la banda local Punto G. Pero lo destacable es que, en 1984 y junto a Manuel Fernández, el exbajista de Burning que había abandonado la banda junto a Toño, grabó unas maquetas que han sido durante años un secreto a voces aunque parecía que nunca saldrían a la luz. Unas canciones que, por fin, el próximo 6 de septiembre se publicarán en el álbum Muerde la bala, de la mano de Subterfuge y por el impulso de Penélope Martín, la hija de Toño.

Como adelanto de ese disco se ha lanzando el single digital “Ángel caído”, que para quienes fuimos seguidores irredentos de los Burning de los cuatro primeros elepés (los que contaron con la voz y las canciones de Toño) es como un regalo largos años anhelado y que ahora parece llegarnos desde el mismísimo cielo del rock and roll. Y lo es porque en esta pieza late el corazón inquebrantable de los Burning que nos rompieron la cabeza siendo adolescentes, los Burning que amamos. Una canción que se antoja continuidad natural de Bulevar (un disco que, oscurecido por el poderío de El fin de la década, ha merecido mayor reconocimiento del que el tiempo le ha otorgado) y de Atrapado en el amor, los dos elepés en los que Toño más claramente plasmó sus ideas para hacer que el grupo, sin perder su esencia, pudiera avanzar y evolucionar en la década que entraba, la de los ochenta.

“Ángel caído” se abre con unas luminosas guitarras afiladas que nos avisan de que esto, no hay duda, es rock and roll. Y en el segundo diecinueve, ahí está. Entra la voz de Toño Martín, esa que para algunos de nosotros ha sido la más magnética y emocionante de las surgidas en el rock español de la segunda mitad de los años setenta (del nuevo rock español, por tanto, el que nos trae hasta aquí). Una voz que mostró cómo cantar rock con marchamo local, que creó escuela y que ha dejado su huella en otros cantantes (el mismo Loquillo ha reconocido siempre que aprendió el oficio escuchando a Toño) y que aquí, encapsulada en el tiempo, se escucha como siempre, derrochando esa exultante y elegantona chulería envuelta en seda que tan bien conocemos y que fue marca indeleble del Toño vocalista.

Pero hay más, porque compuesta por él mismo, el ADN de Burning —no podía ser de otro modo— la recorre de arriba abajo en una melodía que es puro Toño Martín, con ese sentido épico con el que dotaba algunas canciones (“Escríbelo con sangre”, por ejemplo), lanzándolas en intensas cabalgadas rockeras teñidas de pasión. Probablemente, ese cantarle al mito del ángel caído (a su representación en piedra; parece que le fascinaba la estatua del Retiro madrileño) tiene mucho de autorretrato, aunque eso es fácil destacarlo ahora, sabiendo lo que sabemos: «No hay nada que se pueda salvar, / por favor no te acerques, / no le hagas más daño ya, / un ángel caído no puede escapar […] recuerda que un día tuvo luz, / aunque ahora viva en recuerdos».

Juan Antonio «Toño» Martín, sí, tuvo mucha luz, y mucho de ángel caído. Por ello, junto a la alegría de escucharlo de nuevo en una pieza inédita tan poderosa como está (pese al muy ajustado sonido: no olvidemos que es una maqueta), uno no puede evitar que le sobrevuele la nube de la tristeza al pensar que solo nos legó cuatro elepés, y que podrían haber sido algunos más hasta su fallecimiento un mal de día de primeros de mayo de 1991. Y sin la sobredosis maldita podríamos haberlo visto evolucionar, crecer artísticamente hasta el presente, a sus setenta años. Pero no dejemos que la pena nos atrape (en el amor… por una voz y una manera de componer canciones que llevamos grabadas a fuego) en el bucle estéril de lo que pudo ser y no fue, y celebremos que en septiembre tendremos un disco a su nombre, con nueve canciones inéditas. Estamos impacientes.

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