Andrés do Barro: pop, saudade e memoria. Unha ollada dende Ferrolterra

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DISCOS

«Grupos que tienen recorrido en Galicia, pero poco fuera de ella, poniendo al máximo nivel su creatividad»

 

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Andrés do Barro: pop, saudade e memoria. Unha ollada dende Ferrolterra
FERROR RECORDS, 2021

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Que la Península Ibérica es tierra de diversidad está fuera de toda duda. Lenguas diferentes, folclore diferente —aunque conectado por puentes de amplio calado en muchas ocasiones—, mares diferentes. Que se entienda esto como riqueza y que se destaque lo compartido como proyecto —poco o mucho, depende de la particular visión política de cada uno, aspecto en el que no entramos— tampoco es discutido por nadie. Pero sí que hay un aspecto en que las visiones de conjunto quedan dinamitadas: los mitos. Me explico: cada foco cultural tiene unos referentes axiales que en ocasiones son desconocidos fuera de él. Tomemos Galicia. Cualquier habitante de la península sabe que tiene un idioma propio, dos mares, gaitas y marisco. Pero ¿saben quién fue Pucho Boedo? Imagino que pocos. Pues el cantante de Los Tamara es adorado en Galicia. De Andrés do Barro tendrán algún dato más, no en vano llegó a las listas de éxito y sus canciones pueden ser reconocidas; pero es que en la esquina noroeste es reverenciado, sobre todo en la zona de Ferrol, donde nació.

Tengo sobre mi mesa un doble cedé llamado Manifiesto Dobarrista. Se editó en 2007 para reivindicar la figura del músico, tan añorado. Quince años después vuelve a publicarse otro tributo. Que cuente con dos homenajes, separados por tantos años, demuestra bien a las claras que el aprecio es constante, tanto más si se comprueba que algunos de los que participan en uno, participan también en el otro, aunque sea con distintos grupos. Otro dato significativo: las canciones de Andrés do Barro aguantan todas las texturas. Ya las introdujo él, en sus elepés para Belter, hechos de descartes y temas maravillosos que pasaron al olvido —nula distribución— hasta que Ramalama las recuperó, junto a canciones inéditas que se recogen en las versiones de este homenaje, prueba de calidad; pero es que la dimensión de sonidos con que se le trata va más allá de ese folk-pop a la manera californiana — lo que se estilaba en la época — en que se podía incluir su música si atendemos a clasificaciones standard.

“Meu país” fue inédita hasta que la recuperó Ramalama hace bien poco, y aquí brilla en la cálida voz de Amparo Arias; también lo fue “Que lonxe fun”, de la que se encargan Feed The Pet y la despliegan como un trallazo indie y noventero que poco a poco se convierte en hipnótico y épico a la vez. Cada grupo lleva la canción que le corresponde a terrenos bien alejados de la propuesta original.

Y ahí entra el country, por ejemplo. The Harriers comienzan con ritmo de vals “San Antón”, pero de golpe la convierten en una pieza country, de aire vaquero. También lo es “Con mais amor”, de Los Eternos, a pesar de comenzar con aroma de canción ligera y, casi en ese mismo mundo, los veteranos Bang 74 dan un vuelco a “Noite de Queimada” y la transforman de melodía de campamento en una ranchera tex-mex y fronteriza. Más heterodoxias: el fondo de “O tren” es transformado por Quant en una base de la Tamla Motown —parece que van a entrar The Supremes — y Papi e Mami dotan a “Para iso somos dous” de un puente de aires árabes.

Más estilos —casi es un repaso a todas las estéticas del pop—: Lume hace que el superventas “Corpiño xeitoso” tenga ese aire de música progresiva de los años setenta. Los que coincidieron con do Barro, y Jacobo e Alberto encajan unos wah-wahs que tiemblan en “Amor, amor”. Se encuentran casi al final, cuando se despliegan las versiones más románticas. Un prodigio sentimental es el leve piano y la atmósfera de Ninhodaguia y en “Yo no sé” la languidez llega a ser extrema.

Es un disco que merece la pena. Primero porque les va a hacer descubrir inmensas canciones, y segundo porque van a asistir al trabajo de grupos que tienen recorrido en Galicia, pero poco fuera de ella, poniendo al máximo nivel su creatividad.

Anterior crítica de discos: Espejismos, de Calavera.

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