FONDO DE CATÁLOGO
«La banda sonora de Anatomía de unasesinato, una de las escasas contribuciones del Duque a la música cinematográfica, no fue nunca muy apreciada en los círculos más puristas del jazz»
Luis Lapuente recupera una rareza de 1959: la banda sonora de la película Anatomía de un asesinato, de la que se encargó el legendario músico de jazz Duke Ellington.
Duke Ellington
Anatomía de un asesinato (BSO)
SONY, 1959
Texto: LUIS LAPUENTE.
En 2002, el pianista Horace Silver publicó un álbum casi subterráneo titulado Rockin’ with Rachmaninoff, basado en una historia delirante: Duke Ellington muere y al llegar al cielo se empeña en enseñarle a Rachmaninoff los secretos de la música popular, presentándole a Louis Armstrong y otros dioses del jazz y guiándole por las claves secretas de ese género musical. Inevitablemente, cuando se piensa en los músicos más importantes del siglo XX, no digamos ya de la historia del jazz, aparece en primer lugar el nombre del gran Duke Ellington (1899-1974), cuyo legado recorre toda la historia de la gran música negra, tanto al frente de su big band como en el pequeño formato de cuarteto o quinteto, donde dejó momentos tan memorables como “In a sentimental mood”, el momentazo aquel del álbum que grabó en 1962 con el saxofonista John Coltrane.
De todos los homenajes, antologías y reedicionespublicadosen 1999 con motivo del centenario de Duke Ellington, este cedé fue sin duda uno de los más recomendables. Antes que nada, hay que decir que la banda sonora de Anatomía de unasesinato, una de las escasas contribuciones del Duque a la música cinematográfica, no fue nunca muy apreciada en los círculos más puristas del jazz, que la consideraron un trabajo menor y la despacharon con los comentarios más tópicos y lamentables. Una opinión que no comparto en absoluto y que, mucho más importante, deplora el que es considerado por muchos el más directo heredero del universo artístico ellingtoniano, el grandísimo Wynton Marsalis, que apunta lo siguiente en las notas interiores del disco: «La Orquesta de Duke Ellington permanece invariable, son gente que ha estado tocando junta durante décadas. Las técnicas que Duke empezó a desarrollar en los primeros años veinte se han refinado y este es el álbum con el sonido más maduro de la banda (…). En Anatomy of a murder tenemos una oportunidad de explorar otros ángulos de su genio, porque en realidad él se limitó a aplicar el sonido de su música a la acción y la atmósfera de la película».
“Happy anatomy”, casi un pasaje cualquiera de los grandes trabajos orquestales del Duke Ellington de los años cuarenta, es el perfecto ejemplo del Ellington más clásico, en contraposición a piezas como la deliciosa “Low key lightly” o las extraordinarias “Midnight Indigo”(con un memorable solo de celeste) y “Almost cried”(acariciada por la deliciosa trompeta de ClarkTerry), en las que asomó el Ellington más íntimo, el de las distancias cortas y el alma de blues. Un Ellington magistral, por encima ya de las modas y los modismos, cuyo legado se enriquece en esta reedición digital con el añadido de casi cuarenta y cinco minutos al metraje original del vinilo: rarezas, singles, tomas inéditas, diálogos de la película y una entrevista con el Duque.
Y para quienes deseen completar una (pequeña) visión panorámica del inmenso legado de Duke Ellington, se recomienda encarecidamente hacerse con una buena antología de sus grabaciones en RCA, la flor y nata de sus grabaciones orquestales, añadir el álbum que firmó en comandita con John Coltrane en el sello Impulse! y quizá el deuvedé Love you madly. A concert of sacred music at Grace Cathedral (Eagle, 2006),una grabación imprescindible que reúne los documentales Love you madly y A concert of sacred music at Grace Cathedral, producidos en 1965 por el especialista Ralph J. Gleason. Ambos filmes representan el canon de Ellington, el mejor resumen de su legado desde el punto de vista del sonido y de la imagen, con multitud de entrevistas y registros de actuaciones de su gran orquesta en distintos escenarios, que culminan en los Sacred concerts, el gran proyecto de fusión del góspel, el jazz y la música clásica. Cincuenta y seis años después de su estreno, esta edición digital restaurada de los dos documentales de Duke Ellington es el mejor regalo, junto con la banda sonora de Anatomía de un asesinato, para cualquier buen aficionado a la gran música negra del siglo XX.
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Anterior entrega de Fondo de catálogo: Red dirt girl (2000), de Emmylou Harris.