Analog love, de Dabeull

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DISCOS

«Un infeccioso tratado del mejor disco soul funk boogie de finales de los setenta y principios de los ochenta»

 

Dabeull
Analog love

DABEULL RECORDS / ROCHE MUSIQUE / BROKEN SILENCE, 2024

 

Texto: XAVIER VALIÑO.

 

Desde 2010, Dabeull (de nombre real David Said) se ha establecido como uno de los referentes de la escena electro funk francesa, encendiendo las pistas de baile de medio mundo con sus ritmos contagiosos y melodías singles de éxito como “DX7” y “You & I”, al tiempo que colaboraba con artistas como FKJ, Darius, Disiz, Sofiane Pamart y el rapero marsellés Jul.

Ahora, casi tres lustros después, edita su esperado álbum de debut en solitario. Tampoco hacía falta saber mucho más de él, si se repara en su portada con esas grandes gafas de sol, el bigote meticulosamente arreglado, coches retrofuturistas y pose de comediante de segunda. Como él mismo asegura, se trata de un disco que muestra su devoción por lo analógico y su especial atención al amor. De ahí lo de Amor analógico del título.

En sus textos, Dabeull explora las complejidades del amor y las relaciones. La canción principal, “Analog love”, sirve como un resumen de todo el álbum, centrándose en el deseo, la pasión, la pérdida y la esperanza. “Sweet baby” habla de una atracción intensa y el deseo de intimidad. “Let’s play” describe la emoción de un nuevo romance. “Body heat” destaca el poder de la atracción física, mientras que “In my mind” repara en el dolor del amor perdido. Y si “I can’t stop” o “Chronic lovers” indagan en la complejidad del amor y la dificultad de una despedida, en “Look in the mirror” y “Fabulous kisses” celebran el amor propio y el poder de uno mismo.

Las nueve canciones de este trabajo resultan un infeccioso tratado del mejor disco soul funk boogie de finales de los setenta y principios de los ochenta que, por si aún quedaba alguna duda, fue grabado todo en la legendaria consola Harrison 32C, con la que se registró el Thriller de Michael Jackson. Las referencias a las producciones de Jimmy Jan y Terry Lewis están ahí, también a los discos del francés Cerrone, a los himnos de Crusaders o Shakatak, al funk de Chromeo… Es tiempo para atenuar las luces, desempolvar las zapatillas de baile y rendirse al encanto casi chic de este desacomplejado artefacto.

Anterior crítica de discos: The mighty several, de Paul Heaton.

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