“Sabía ponerse en la piel de los clásicos sin fotocopiarlos y, además, era capaz de crear su propio repertorio, un cancionero extraordinario que ya se ha incorporado con toda justicia al canon del soul”
Aprendió de los clásicos, los reinterpretó y creó los suyos propios. En solo siete años de intensa carrera, Amy Winehouse encontró en el soul el camino para expresarse, como bien apunta el “Doctor Soul”, Luis Lapuente.
Texto: LUIS LAPUENTE.
Solo tuvo tiempo de publicar dos álbumes de estudio, estirados luego con material procedente de maquetas, remezclas y grabaciones descartadas, y de registrar un par de discos en directo con temas ya conocidos (uno para la plataforma itunes y otro con actuaciones en la BBC). Poco más queda del talento de Amy Winehouse, apenas setenta u ochenta canciones grabadas entre 2003 y 2010, siete años convulsos que, en más de un sentido, cambiaron el devenir del soul.
Amy debutó en 2003 con un trabajo prodigioso dedicado a Frank Sinatra, mezclando canciones clásicas y mostrando su enorme talento como compositora en un registro a caballo entre el jazz vocal y la balada rhythm and blues. Un disco, “Frank”, que también explicaba sus cualidades únicas como intérprete, tan lejos de la afectación y el engolamiento de otros aprendices de crooner como del descaro impostado de muchos aspirantes al trono del soul del siglo XXI. Ella, una chica de barrio, simplemente atesoraba el desparpajo vocal de Sinatra y las diosas del jazz, Billie Holiday, Sarah Vaughan, Peggy Lee, con la profundidad emocional de las grandes del soul, desde Etta James hasta Nina Simone.
Desde el principio hubo una suerte de terrible dicotomía entre el personaje público escudriñado hasta la náusea y la naturaleza artística de una cantante ecléctica y prodigiosa, que sabía ponerse en la piel de los clásicos sin fotocopiarlos y, además, era capaz de crear su propio repertorio, un cancionero extraordinario que ya se ha incorporado con toda justicia al canon del soul. Una certeza que se acentuó tras la edición del extraordinario “Back to black” (2006), coproducido por Mark Ronson, uno de los grandes álbumes de la primera década del siglo XXI, soul hecho carne en canciones sinceras, que quemaban, como ‘Rehab’, ‘You know I’m no good’, ‘Love is a losing game’, ‘Me and Mr. Jones’ o la propia ‘Back to black’, que habrían brillado al mismo altísimo nivel bajo el paraguas de la factoría Motown o en la garganta de Esther Phillips.
El soul era la respuesta a tantas preguntas en la biografía de Amy Winehouse y ella, quizá sin saberlo, estaba empujando el género que amaba hasta el firmamento del nuevo siglo.
–
Anterior entrega de la semana especial: Amy Winehouse de la A a la Z.
–