“La voz de Lila emocionó al auditorio con canciones como ‘Cucurrucucú Paloma’, cuya adaptación dejó al auditorio en un silencio impresionante”
La cantante andaluza y la artista mexicana fueron las encargadas de deslumbrar al público de Pirineos Sur en el segundo fin de semana del longevo festival celebrado en Huesca.
Amparo Sánchez y Lila Downs
25 de julio de 2015
Auditorio de Lanuza, Sallent de Gállego
Festival Pirineos Sur
Texto: PIRINEOS SUR/EFE EME.
Fotos: ÁLVARO CALVO.
El segundo fin de semana del Festival Pirineos Sur sonó a voces de mujer: las de Amparo Sánchez y la mexicana Lila Downs, que se encargaron de emocionar al público congregado en la localidad de Sallent de Gállego (Huesca). La encargada de abrir fuego en el escenario del Auditorio de Lanuza fue Amparo Sánchez, que irrumpió con la canción ‘Long long nite’, perteneciente a su último disco, “Espíritu del sol”. Un álbum positivo, femenino y con una visión esperanzadora del mundo y del papel de la mujer en esa nueva humanidad. Rumba, ritmos latinos, cadencias del desierto y sones caribeños son los ríos por los que nada este trabajo, del que también sonaron en directo ‘Plegaria’, ‘Hermosa’ y ‘Cuarteto en París’.
No era la primera vez que Amparo se subía al escenario oscense: años atrás lo hizo con su proyecto anterior, Amparanoia, compartiendo escenario con la banda Calexico, con quienes ha grabado su último disco. Cómoda sobre el escenario, quiso rescatar la versión de Chavela Vargas ‘El último trago’, que le dedicó a su compañera de escenario, Lila Downs. Antes de marcharse, se produjo uno de los momentos más especiales del festival, cuando sonó el tex-mex ‘Que te den’ y el trompetista José Alberto Varona salió bailando a la línea del escenario y empezó a toca un solo, fuera de micro, haciendo sonar su trompeta de forma natural, callando al auditorio y dejando flotar sus notas sobre el lago.
Tras la andaluza recogió el testigo la mexicana Lila Downs, una de las voces internacionales más aplaudidas de la actualidad, capaz de reivindicar la justicia de los pueblos a través de su música. Con un registro de graves cargados de emoción en todos los tempos —bolero, ranchera, tex-mex, baladas…—, la voz de los indígenas centroamericanos y estandarte de su cultura deleitó a los espectadores con una tremenda banda de siete grandes músicos. Llevó al directo su último trabajo, “Balas y chocolate”, con canciones sobre carencias y esperanzas. Un disco dedicado a la celebración del Día de los Muertos, que para los mexicanos se expresa con alegría y folclore, como demostró en el tema ‘Son de difuntos’, con el que se despidió por primera vez del escenario.
La voz de Lila emocionó al auditorio con canciones como ‘Cucurrucucú Paloma’, cuya adaptación dejó al auditorio en un silencio impresionante. Con una potencia vocal fuera de lo común y un compromiso social cargado de responsabilidad y determinación, la mexicana se ha ganado por derecho su papel de estandarte de las voces centroamericanas y de los indígenas. Antes de marcharse, regaló otro bis al auditorio con la ‘Cumbia del mole’, traspasando fronteras y empapando la noche del espíritu del Festival.
