LIBROS
«La escena inicial es tan impactante que todo lo que viene después está contaminado por ella»
Scott Spencer
Amor sin fin
MUÑECA INFINITA, 2023
Texto: CÉSAR PRIETO.
Si quieren atisbar una historia de amor desesperada, amor en el que no solo te va la vida y la muerte, historia en la que va también el sostén del universo, el más limpio y el más sucio a la vez, deben leer Amor sin fin de Scott Spencer, novelista con trece obras a sus espaldas y colaboraciones periodísticas en Rolling Stone y otras cabeceras. La escena inicial es tan impactante que todo lo que viene después está contaminado por ella, no solo para los personajes, también para la mente del lector. Un joven estudiante, David Axelrod, y su novia, Jade Butterfield se enfrentan a una pasión desbordante que no saben controlar. Viven y duermen juntos en la casa familiar de Jade, pero Hugh, el padre, destierra a David porque cree que la relación les rebasa y hace mal a su hija. El joven novio fantasea con que obtendrá el perdón si rescata a la familia de una situación de peligro.
A partir de este momento, la historia entra en una espiral de angustias y trastornos, una explosión de sentimientos que va encadenando destrucción tras destrucción y que convierte algo tan puro en otra cosa, fatalmente devastadora. La vida de David empieza a ser manejada por otros, que lo alejan de su centro vital. Juicios, instituciones psiquiátricas, trabajos deprimentes que ayudan en su proceso de rehabilitación… Y por supuesto, un alejamiento perentorio de la familia Butterfield que él ni entiende ni acepta, ¿cómo van a sajar su pasión? Así que empieza, a escondidas de su psiquiatra, a buscar rastros de los miembros de la familia en las guías telefónicas de todos los estados. Y encuentra a Ann, la madre, con la que se comunica.
Lo que causa conmoción en la novela es cómo un amor que se sale de los límites condiciona a todos los personajes, les cuestiona su mutilación sentimental, los coloca frente a sus propios fantasmas. Es por ello que Ann, la madre, que descubrió a la pareja haciendo el amor, reclame a David cuando va a verla e intente despertar en él una tensión sexual que rechaza. David solo quiere dormir en el sofá donde alguna vez reposó Jade y podría ser perfectamente Holden Caulfield si este se hubiera enamorado de verdad.
Una vuelta de tuerca se produce cuando David descubre que Ann tiene a mano una agenda para apuntar teléfonos. Esa agenda es el motivo que despierta el clímax. Todo lo que los amantes habían callado durante cuatro años, ahora lo van a hablar. La conversación es de las más bellas que se ha dado en la novela norteamericana nunca y la relación sexual que la sigue surge pura, majestuosa y salvaje.
Poco a poco, la novela se va deslizando hasta la degradación del protagonista, la otra cara de ese amor desesperado que estaba en su germen desde el principio. Por ello, y por algunas otros aspectos, sin serlo de manera canónica, la novela actúa un poco como el traslado a lo contemporáneo de las reglas del amor cortés, que podía desembocar en locura o amour fou. Cabría un análisis —que aquí es imposible, por la falta de espacio— de los elementos de la literatura artúrica y de las novelas de caballería que hay en Amor sin fin. Nos llevaríamos sorpresas.
Al fin y al cabo, la novela es ambigua y fluctúa entre una concepción del amor como modelo de romanticismo o una interpretación en el que el sentimiento es siniestro y enfermizo. Está en las manos del lector resolverlo, pero lo cierto es que, decida lo que decida, no le va a resultar indiferente.
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