DISCOS
“Parte de la serenidad, de la belleza más clásica que supuran las composiciones actuales de Cooper ya estaban en germen en ‘Alta fidelidad’, como si fueran el principio de algo y no el final”
Los Flechazos
“Alta fidelidad”
ELEFANT
Texto: CÉSAR PRIETO.
Las reediciones con que Elefant Records celebra su vigésimo quinto aniversario han llegado a Los Flechazos y a unos años en los que el sello dio un golpe de timón para encarar otros horizontes. A mediados de los noventa estaba asentada ya una nueva generación –Family, Le Mans– que fue quien varió las coordenadas, pero a la vez Elefant apostó con Los Flechazos por recoger a los compositores más brillantes, más respetados, de años anteriores en una travesía que gracias a dios ha dado como fruto maravillas de Carlos Berlanga o de Vainica Doble.
Así pues, hace veinte años que el grupo leonés agotó sus cartuchos como conjunto –“Alta fidelidad” fue su último disco largo y “Días grises” un minielepé de despedida– antes de un parón en el que Alejandro Díez se metamorfoseó en Cooper y encaró, ya en la actualidad, sendos e interesantes proyectos musicales y editoriales.
Pero Cooper no fue una reinvención; parte de la serenidad, de la belleza más clásica que supuran las composiciones actuales de Alejandro ya estaban en germen en “Alta fidelidad”, como si fueran el principio de algo y no el final. Ahí tenemos ‘El faro’, por ejemplo, una de las mejores canciones que se han compuesto en este país, lejos de ánimos sesenteros ya. Las guitarras en estado de gracia, el estribillo certero y plácido, la letra enigmática y sugerente… una precisa videncia de lo que después representará Cooper; de la misma forma que ‘Miedo a volar’; aun jugando con el órgano de Elena y recuperando sonidos añejos, guarda ese apacible regusto a artesanía intemporal que en el futuro será la marca de las canciones de Alejandro.
Desde luego hay excitación y nervio, los ejemplos más preclaros son ‘En tu calle’ –enérgica, cegadora y juvenil– y los dos acordes que principian ‘Si tú te vas’, más tópica después en la letra, pero en el pop el tópico no impide la emoción si se trabaja bien. Y aunque las armonías se vuelven al final del tema más oscuras, esos dos acordes, que evocan el ‘Flamenco’ de Los Brincos, dan prestancia y empuje al tema. Unos Brincos que están debajo de la adaptación del freakbeat de The Red Squares –el ‘You can be my baby’ que convierten en ‘Dices que lo sientes’–, aunque al final lo dotan de tonos más psicodélicos. Un capítulo, el de las versiones, al que dan siempre una marca personal hasta el punto de reconvertir el ‘So sad about us’ de The Who, con su riff bien marcado, en una de las mejores muestras de bubblegum hispano.
Dejo para el final dos maravillas escondidas. ‘Queda mucho por andar’ se sostiene en una letra perfectamente lírica, casi machadiana, que juega con lo inestable y el misterio, con la soledad y ‘Me he subido a un árbol’ da cuenta de la pérdida de la infancia, en un limbo de trazos expertos y ensoñadores, un equilibrado fiel de balanza entre pasión y reflexión.
Recuerdo ahora mismo una escena. Poco después de disolverse el grupo, en un viaje a León, pasé por Chelsea, la tienda de discos que Alejandro regentaba en la ciudad. Solía acercarme alguna vez que otra, pero esa ocasión era especial. Y le pregunté qué pensaba hacer. Me dijo que no lo había pensado, aunque tenía nuevas canciones, pero las chispas en sus ojos anunciaban que en el futuro iba a seguir derramándose la pasión. Una pasión y unos caminos que si entonces hubiera estado atento hubiera visto nacer desde ese “Alta fidelidad”.
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Anterior crítica de discos: “You want it darker”, de Leonard Cohen.