DISCOS
“Tiene muchas papeletas para conquistar a los fieles que vuelvan a interesarse por ellos”
The Breeders
«All nerve»
4AD
Texto: FERNANDO BALLESTEROS.
En el peliaguado campo de los discos de retorno, el caso de The Breeders es especial: la suya es una trayectoria convertida en un eterno paréntesis interrumpido puntualmente. Desde su nacimiento como proyecto paralelo de sus líderes (con el debut “Pod”, lanzado en 1990) hasta este “All nerve”, su quinto disco, pasando por su exitoso “Last splash” y otros capítulos menos afrotunados artística y comercialmente, nunca hemos tenido claras del todo las constantes vitales del proyecto.
Podemos preguntarnos si este es o no un disco de retorno. A favor del sí está el hecho de que ofrece una vuelta a lo clásico, a la formación que grabó “Last splash” hace veinticinco años. Las hermanas Deal, Josephine Wiggs y Jim Macpherson unen otra vez sus fuerzas para ofrecer una nueva versión de aquello que les hizo grandes en la década de los noventa. Exactamente lo mismo que eśtan haciendo unos cuantos jóvenes desde hace ya unos años. Y más allá de donde coloque cada uno el listón de su exigencia, “All nerve” les ha quedado disfrutable y tiene muchas papeletas para conquistar a los fieles que vuelvan a interesarse por ellos. Diez años después de su anterior álbum, Breeders ofrecen un catlálogo que no presenta grandes novedades en lo sustancial, pero que en la forma se muestra más pródigo en medios tiempos que en piezas efervescentes de efecto inmediato.
Con el poso que dan los años -que algo bueno ha de tener el paso del tiempo- y la certeza de saber que tienes un buen ramillete de canciones bajo el brazo, comienzan el disco a lo grande. ‘Nervous Mary’, la primera apuesta sobre la mesa, juega con la clásica calma inicial que se va poblando de aristas y ganando intensidad, dando paso a ‘Wait in the car’, claro single con riff de rompe y rasga que podían haber firmado hace un cuarto de siglo. El hit más claro que vamos a encontrar en el disco. Bien jugado.
‘All nerve’, el tema titular, es otro acierto indiscutible que bebe del clásico sonido del grupo. La voz de Josepthine Wiggs nos guía por la sinuosa y oscura ‘MetaGoth’, y en los cuatro minutos y medio de ‘Spacewoman’, la pieza más larga, caben todas las virtudes de los Breeders. A estas alturas, tras el magnífico trío de apertura, queda claro que no van a apretar a fondo el acelerador. ‘Walking with a killer’, dominada por una poderosa línea de bajo, canta sobre el asesinato desde el punto de vista de la víctima e incide en el mensaje que ya hemos recibido: la procesión va por dentro, en esa contención tensa que amenaza con explotar en cualquier momento.
Once canciones en las que cabe la versión de los krautrockers alemanes Amon Düül, ‘Archangel’s thunderbird’, la colaboración de la gran Courtney Barnett -una de las jóvenes que tiene a Deal en un altar- en ‘Howl at the summit’ y que, para volverle a hacer otro guiño a los buenos y ya viejos tiempos, cuenta con la coproducción de Steve Albini.
En poco más de media hora despachan un disco que avala la vigencia de su propuesta, supera a sus predecesores para convertirse en su mejor trabajo desde “Last splash” y, si las comparaciones son inevitables, le mete un buen meneo a las últimas canciones de los Pixies, de cuya reunificación se volvió a bajar en marcha Kim Deal.
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Anterior crítica de discos: “El pájaro que trajo el fuego”, de Bambikina.