DISCOS
“Casi todo versiones, es cierto, pero llenas de detalles, de unas ganas inmensas y de una asombrosa voluntad”
Varios autores
“Algo salvaje vol. 2”
MUNSTER
Texto: CÉSAR PRIETO.
Mucho más que en cualquier otra década, si hay un momento en el que rebuscar discos de octava fila que acaban siendo sustanciosas maravillas, es en los sesenta. Discográficas locales, sellos de la Iglesia que no ponían impedimento para grabar a nuevos grupos, multinacionales que no se sabe cómo tenían sección hispana… Un verdadero edén que ríete tú de las independientes de los ochenta. A retornar a la vida todo este arsenal se van dedicando esporádicamente algunas compañías, sobre todo Munster que cuenta con varias series y que aquí rescata, a la manera de un “Nuggets” ibérico grupos en la estela del garaje –o beat, o psicodelia– de la segunda mitad de esos floridos sesenta, con el amplio criterio de mezclar canciones muy sancionadas, incluso ya aparecidas en cd, con absolutos milagros musicales del desarrollismo.
Así podemos encontrar a Los Pasos con esa lisérgico fluir de coros en ‘Veo visiones’, el trallazo generacional del ‘Soy así’ de Los Salvajes o la finura ensoñadora de Los Íberos en ‘Liar, liar’, hitos conocidos por cualquier aficionado medio. Más curiosas son las melodías rebuscadas de grupos con pedigree, Los Relámpagos aportan una delicadeza medieval y Bruno Lomas su habitual estilo desgarrado en canciones que no son de las más conocidas; mención especial para la versión en inglés del ‘Nada’ de Juan y Junior, que aunque también había sido previamente reeditada, escuchada ahora reafirma la magistral orfebrería con la que el grupo diseñaba sus canciones, situadas bastante más allá del gusto adolescente que erróneamente se les fijó.
Tercer capítulo: grupos de esa segunda división que a veces ofrece maravillas y que demuestran que toda la geografía peninsular estuvo ocupada por estos sonidos. Los Gatos Negros, barceloneses, se exaltan febrilmente con el ‘Cadillac’ de Vince Taylor; Los Z–66, éstos mallorquines y con Lorenzo Santamaría en sus filas, escupen la rabia aprendida de Jimi Hendrix –tocaban con él en las islas– y Los Archiduques, asturianos y con un casi niño Tino Casal, diseñaban un magistral arreglo de gaitas para el ‘I Love How You Love Me’. Palabras mayores todo ello.
Pero vamos a lo jugoso de la experiencia. Munster –y Vicente Fabuel, el ínclito coleccionista y erudito valenciano, autor del amplio libreto que ya tiene valor por sí mismo– rebuscan entre grupos sin ninguna proyección pero con altas dosis de electricidad, hasta el cortocircuito. Escojamos alguno entre los veintiocho: el primero, el ‘New love’ de The Vampires, una armónica de sonoridades pantanosas. Pero también la intensidad del inicio, el órgano y los gritos del ‘Te esperaba’ de Los Pops, o la joya de hechuras beat que es el ‘Me equivoqué’ de Los Ángeles Negros. Ahí apuntan alto también el ‘Last night’ de Los Gatos Negros –versión de los Mar–Keys y progresión de donde saco Chris Spedding su ‘Roadrunner’– o el final dándolo todo del ‘I can’t stand it’ de Los Crich o el riff rugoso del ‘You don’t love me’ de Los Simuns.
Casi todo versiones, es cierto, pero llenas de detalles, de unas ganas inmensas y de una asombrosa voluntad. No es solo parte de nuestra escena musical, ni canciones grandes de por sí que les va a costar encontrar por otros medios, es la esencia misma del rock, la que ha pervivido desde hace más de medio siglo: cuatro chavales cogiendo unas guitarras y yendo a por todas.
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Anterior crítica de discos: “Detour live at Liverpool Philarmonic Hall”, de Elvis Costello.